A parte de que se trate del primer papel importante de Sean
Penn, o de que se trate de una película cuyo modelo a seguir sea, en cierto
modo “The Warriors”, yo quiero destacar el hecho, absolutamente casual, del
parecido que guarda con películas como “Perros Callejeros” y por ende, con el
“Cine Quinqui”. Más que parecérsele, podemos decir que se trata del equivalente
americano, si bien, esta vertiente juvenil del drama carcelario, no tuvo una
continuidad los suficientemente fluida como para hablar de géneros parejos.
Todo esto, por supuesto, guardando las distancias.
Dirigida por Rick Rosenthal, director resultón de la era
Reagan que también realizó “Halloween 2: ¡Sanguinario!” (que curiosamente, un
cine que aparece en “Bad Boys”, tiene este film en cartelera), “Ruskies” o “Hallowen: Resurrección” y que
acabó dando con sus huesos, como tantos otros, en la televisión, cuenta la
historia de un par de bandas juveniles que el día de un atraco se topan en las
calles de Chicago, originando un enfrentamiento. Este encontronazo degenera en
un tiroteo en el que uno de estos muchachos, mata al hermano pequeño del lider
de la banda rival. Es capturado e ingresa en prisión, donde se hace el amo de
la misma. Buscando venganza, el hermano del niño muerto, acaba violando la novia del asesino de su hermano, y por
ende, entra también en prisión. El encuentro de estos dos delincuentes, además
de conformar el grueso de la película, resulta una bomba de relojería.
Condenadamente entretenida esta “Bad Boys”, amén de tener un
trabajo de dirección encomiable, y una ambientación desasosegante, en parte,
porque el elenco estaba compuesto por carceleros y reclusos reales. Conocida es
la anécdota en la que al pasar por el pasillo, Penn, nada más ingresar su
personaje en prisión, es cosido a escupitajos por los reclusos. Esto fue idea
del actor, que instó a estos a que lo hicieran, y desde luego se consigue una
de las escenas más impactantes del film, por su realismo. Y todo funciona como
un reloj en la película, porque se apoya en un excelente guion, que estructura
con maestría Richard di Lello (que de lelo no tenía nada), que continuó en esta
línea firmando unos años después el libreto e “Colors: Colores de guerra” de
Dennis Hooper. Y tanto Sean Penn como Esai Morales —al que hemos podido ver,
por ejemplo, en “La Bamba”—, están estupendos.
Penn demostraba ser un actor metódico desde el principio del
rodaje, sugiriendo que se le hiciera un prótesis que deformara sus dientes para
hacerlos parecer castigados por la vida, o yéndose por la noche a patrullar con la policía, y el director
Rosenthal, a los barrios bajos, donde un buen día fue tomado por un pandillero real
y fue asaltado por otros que le suponían del bando contrario. Un entusiasmo que
ya no tendría hasta “Yo soy Sam”. No el vano, fue el elegido dentro de un largísimo
casting que tenía a Kevin Bacon o a un emergente Tom Cruise como firmes
candidatos al papel protagonista.
Otra de las excentricidades de Penn, mientras trabajó en la
película, es que no permitió que nadie le llamara Sean; a partir de los ensayos
todo el mundo tenía que dirigirse a él con el nombre del personaje, o sea,
Mike.
Desde luego, su actuación no pasó inadvertida, por lo que
durante aquellos años se le consideró el mejor actor joven de su generación.
Incluso, consciente de este estatus, poco después de “Bad Boys”, Penn se
permitió el lujo de aconsejarle a Tom Cruise que no hiciera el papel que se le
había ofrecido en la “Screwball Comedy” “Ir a perderlo... y perderse”, la
comedia tipo “Porky´s” que protagonizó Tom Cruise. Obviamente, este no hizo
caso, y más, cuando el propio Sean Penn, se había ganado una reputación
protagonizando una cinta de las mismas características: “Aquél excitante
curso”.
Por otro lado, Penn actuaba con tanta intensidad, que en una
escena en la que se fuga del correccional y corre campo a través, este se cayó,
rompiéndose el tobillo en la vida real, motivo este por el cual le escayolaron
y el rodaje se tuvo que suspender durante las 8 semanas que estuvo con el
tobillo roto.
A la vista de todos está lo que ha sido la carrera de Sean
Penn a partir de entonces, pero yo creo, que pocas veces ha estado tan bien
como en “Bad Boys”; a posteriori, Penn a tendido a sobreactuar, por no hablar
de cuando ha hecho de retrasado mental.
La película es un pequeño clásico moderno, una joyita de los
80 casi olvidada, a la que en nuestro país le fue regular, cuando al ser
estrenada tan solo congregó a 423.000 espectadores.
De todas formas, estoy pensando, que igual, “Bad Boys”,
mejora con los años.
Muy recomendable.