Antonio Trashorras, más conocido en su faceta de crítico de
cine, tras firmar algunos guiones de éxito para películas como “El espinazo del
diablo” de Guillermo del Toro, da el salto a la dirección con este “El Callejón”.
Cuenta la historia de una joven empleada de hotel, que una
noche tiene que ir ha hacer la colada a una lavandería abierta 24 horas. Allí
se encuentra con un individuo con el que todo apunta que va a haber un romance.
Sin embargo, las cosas se complicarán hasta límites insospechados. Y contar más
al respecto, sería hacer un gran spoiler.
No soy devoto del cine fantástico español del nuevo milenio,
así como tampoco lo soy de esa moda que tan pronto vino, se fue, a la que
llamaron cine “Low Cost”. Y a priori, esta “El Callejón”, adscrita a ambas
corrientes, tenía todas las papeletas para que no me gustase.
Sin embargo, y tras unos títulos de crédito absolutamente
marcianos que sirven únicamente para que podamos ver los rematadamente buena
que está Ana de Armas, se nos introduce a los personajes y la cosa,
milagrosamente, con apenas dos o tres actores y, prácticamente, un solo
decorado, comienza a funcionar.
Con ello, no quiero decir, ni mucho menos, que nos
encontremos ante una gran película; contiene efectos especiales infográficos
muy cutres, y lo son precisamente por lo ajustado del presupuesto del que
dispondrían. En ese sentido, para meter una mierda así, mejor prescindir de
ella. No obstante, el maquillaje aplicado en los momentos con mayor horror
acaba siendo resultones, por lo que sale la cosa comida por servida.
A favor también, diré que esa ambientación de tonos pop y
coloristas, tan alejada de la que se supone que ha de tener una película de
terror, me resulta edificante, distinta y rupturista, casi la mayor cualidad de
la película que a nivel estético, planteada casi como una suerte de obrita de
microteatro, pocas películas baratas se le asemejan.
A todo eso, le sumamos el placer que es para los sentidos
poder ver a Ana de Armas para arriba y para abajo embutida en sus ceñidos
vaqueros amarillos, que la historia es interesante y que Trashorras a preferido
huir de un “quiero y no puedo” adaptándose a lo que tiene con dignidad, y
tenemos una película la mar de entretenida, que pasa en un suspiro, y que lejos
de bombardearnos con kilómetros de película vacíos y aburridos, se ventila todo
en hora y cuarto, y nos vamos a la cama tan tranquilos.
Está maja.