Extraña película-vehículo para el lucimiento de Julio
Iglesias, la segunda y última de su
filmografía como actor ya que, aunque a día de hoy 600.000 espectadores son más
que un pelotazo para la taquilla, en 1980 era calderilla. Y Julito
no hizo más películas.
Y es que el film de marras no gustó. Y no gustó por raro.
Se trata de una película de intenciones claramente
vanguardistas. Una especie de documental ficcionado. Julio
Iglesias está de gira y lleva consigo un equipo de filmación completito. Y
entre concierto y concierto, ensayo y ensayo, se va filmando, con
momentos que cualquiera diría están improvisados.
Iglesias se interpreta a sí mismo. Está de gira por
Francia y antes de embarcarse en otra gira millonaria por toda América, decide
tomarse unos días de descanso visitando hispano-america. Turisteando conoce a
una joven de la que se enamorará y le acompaña a según que
conciertos, pero llegado el momento de continuar con su gira, ella no podrá
seguirle el ritmo y acabarán separándose. Y es que, en la vida de Julio
Iglesias, llena de lujos y de trabajo, y, como diría la canción a la que el
título del film homenajea, de tanto robarle a sus noches el sueño, de tanto
gritar sus canciones al viento, se olvidó de vivir.
La verdad es que resulta un experimento de lo más extraño. A
mí me ha resultado hasta interesante. Por momentos parece un vídeo casero. Por
otro lado, la película tampoco funcionó como debía porque le dedica muy poco
metraje a las canciones de Iglesias, apenas una en los créditos de inicio y dos
o tres en la recta final, cuando se aprovecha para filmar algunas actuaciones en directo. Y el publico
natural del cine de cantantes en nuestro país, lo que quiere es ver cantar a su
ídolo. Aquí esto apenas sucede.
Por otro lado resaltar el doblaje. La película tiene
momentos con sonido directo en los que podemos escuchar a los actores con su
propia voz, pero hay otros en los que aparecen doblados. No hay problema, ya que se doblan a sí mismos. Pero en el caso de Julio
Iglesias, se trata del actor Juan Carlos Ordoñez, quien hace un trabajo
encomiable. Esos dejes pijos de Iglesias, ese habla tan característica, la
clava Ordoñez sin caer en la burda pantomima.
En la parte actoral, junto al cantante tenemos a Emilio
Gutiérrez Caba, Antonio Gamero, y las trillizas de Julio, así como a Pedro
Armendáriz Jr por la parte latino americana.
El director de la película es el ignoto cineasta Cubano Orlando Jiménez Leal,
autor de documentales con muy poquitos títulos en su filmografía y que,
siempre que puede, evita reconocer ser el responsable de esta película para
lucimiento de Julio Iglesias. Una demasiado interesante, pero
poco comercial para promocionar a un individuo que en pleno 1980, año en el
cual se rodó, estaba en la cima del mundo ganando más dinero que
nadie y vendiendo discos a tocateja.
“Me olvidé de vivir” se tituló en países de Latinoamérica
“Todos los días un día”. Pobrecito Julio Iglesias, la rutina de mierda que le
tocó sufrir…
Aquí, sus fotocromos.