Hubo hace unos años, en Buenos Aires, un fenómeno teatral en
el que un grupo de actores adultos interpretaban a un grupo de niños de colegio
católico que se cuestionaban que era, o no, pecado y, en su afán por esquivar
el pecado, acababan cometiendolos todos antes de recibir la comunión. Esta obra
se tituló “Chicos católicos, apostólicos y romanos” y, gracias a las hordas de
jovencitos que asistían al teatro a verla y a sus comentarios en las redes
sociales, la obra se viralizó y el boca a boca hizo el resto. Con la tontería
la obra se convirtió en un éxito rotundo que se tiró más de siete temporadas en
cartel y que se representaba en las regiones más recónditas de argentina,
recurriendo en esas ocasiones a actores locales.
Lógicamente, el paso natural a un éxito de esas características, era el salto al cine, por lo
que el principal ideólogo del invento, Juan Paya, decide usar el título de su
obra como reclamo y ofrecer una película que no tiene absolutamente nada que
ver con lo que se había visto en el teatro. Así, usando el elenco principal que
también tenía la obra, sitúa la acción 20 años después de lo que aconteció
originalmente en esta, y tenemos a sus protagonistas, ya adultos, enfrentándose
al demonio en consecuencia de la que liaron en su adolescencia, que en una
sesión de espiritismo dejaron escapar a Jesucristo que poseyó el cuerpo del tío
de uno de ellos, y el demonio ulula a sus anchas dentro del cuerpo de una mujer
(¿???).
Un completo desbarajuste que no hay por donde cogerlo, ni
soy capaz de verle gracia alguna.
La película entera es una competición entre los actores
Nicolás Maiqués y Darío Barassi, a ver cual de los dos, interpretando a un
homosexual y a un obeso respectivamente,
es más histriónico. La cosa se torna, y por mucho que yo les diga no se pueden
hacer una idea, insoportable. Una hora y veinte de metraje que he aguantado
estoicamente a fuerza de resoplar.
Sin embargo, al igual que buscando info en internet sobre la
obra me encuentro con mogollón de
material que hace referencia a su
éxito masivo, apenas si encuentro un par de reseñas sin enjundia sobre
la película, por lo que todo apunta a
que, el film, en contraposición a la obra de teatro, no ha debido funcionar
al mismo nivel en lo que a taquilla se refiere.
De todas formas, quizás sea porque el humor es muy
localista, pero la verdad es que me ha parecido una de las películas más espantosas
que me he visto ultimamente. Con las tragaderas que yo tengo…
El actor que hace de mariquita loca, Maiqués, de gran
reputación en Argentina, sencillamente es para matarlo. Menudo recital de
berridos nos brinda…
Horrorosa.