Ahearn en concreto, se dedicaba a filmar en Super 8 los
graffitis primigenios de las zonas más pobres de Nueva York, Bronx, Queens… ese
tipo de barrios. Y cuanto más investigaba, más filmaba. También filmaba a los
jóvenes bailando Break. Y se hizo amigo de ellos. Como era un tipo con una
cámara de cine, pronto se dedicó a hacer películas se súper 8 de artes
marciales con los jóvenes de los barrios, porque tras un sondeo, detectó que
este era el género favorito se aquellos chicos y, en 1980, absolutamente
absorbido por la cultura Hip-Hop, decidió hacer una película que retratara
aquél movimiento cultural, asombrosamente creativo, y con los amigos que había
hecho por el camino comenzó a rodar, con pocos duros (que se fueron la mayoría
en pagar los pertinentes permisos para poder filmar los trenes en las cocheras),
lo que fue la primera —y definitiva— película sobre Hip-Hop: “Wild Style”.
Según la crítica, esta película es ver las cosas tal y como sucedieron. El
retrato más exacto de la, por aquel entonces, tan emergente cultura subterránea.
Se trata de una pequeña película de vanguardia, casi
guerrillera, tosca y cruda, y rodada en 16 mm. en la que se utiliza una forma
de narrar absolutamente innovadora y curiosa. Hay un delgado hilo argumental de
ficción que servirá para enlazar escenas rodadas al mas puro estilo documental.
Así, con la historia de “Zoro” (el artista de graffiti, Lee Quinones),
grafitero al que una periodista quiere entrevistar por lo concurrido de sus
piezas en las calles de Nueva York, somos testigos de otras muestras de rap,
Break Dance y Djing, al tiempo que se va sucediendo la historia. Vemos así
piezas míticas de graffiti en los trenes de Nueva York o asistimos a fiestas y
conciertos que, al tiempo que se filmaban, sucedían en la vida real. El culmen
es un concierto multitudinario en un anfiteatro abandonado, por el que irán
desfilando los rappers más representativos de la época, muchos de los cuales ni
siquiera tenían discos en el mercado.
“Wild Style”, obviamente, es una obra de culto dentro de los
circuitos Hip-Hop, pero más allá de eso, cinematográficamente hablando, es una
rareza totalmente vanguardista cuya forma
de estar rodada, lo que cuenta, cómo lo cuenta y siendo honesta a la hora de
afrontar que algo innovador no tiene que ser contado con pedantería o desde el
punto de vista de una elite artística, la han convertido en una pequeña obra
maestra del cine de arte y ensayo. Porque “Wild Style” es ante todo, cine de
arte y ensayo. Y una reivindicación del Hip-Hop que ya les gustaría hacer a la
mayoría de raperos que se adscriben a este. Y también, la más bonita carta de
amor hacia esa cultura. Y no la hacen chicos negros del geto, no la hace Spike
Lee, si no un artista cuyo campo de acción son los museos, y blanco de clase
media que no ha pisado el gueto más que para hacer sus books de fotografías.
La película se proyectó en pequeños sótanos y locales
acondicionados para el underground neoyorquino de la época y tuvo un estreno
reducido en Times Square durante tres semanas para el público, público,
mayormente graffitero que acudía a verla a tropel y que hizo a la película
batir records de taquilla para lo que viene siendo una película underground,
hasta tal punto que se distribuyó por todo el mundo en vídeo y a día de hoy es
un clásico incuestionable que se edita en DVD cada vez que cumple años. La
última vez, se editó en Blu Ray en 2012, por su trigésimo aniversario, pero es
que ya vamos camino del cuadragésimo.
Líneas improvisadas por pandilleros reales a los que se
contrata in situ y que usan sus propias armas (en este caso, una recortada), el
logotipo de la película, hoy mítico y que fue creado por los artistas de
grafitti Sharp, Zephyr y Revolt —también in situ—, y que formó la imagen
principal del póster o ni un solo actor profesional, todo rodado tan sobre la
marcha y de manera tan libre, hacen pensar que a día de hoy, con el underground
y el Hip-Hop agonizando, sería totalmente impensable que surgiera de alguna
parte una película como esta. Tampoco es que haya habido muchos movimientos
revolucionarios en los últimos tiempos que merezcan la pena ser retratados.
Quizás el Trap, la evolución natural del rap, sea el movimiento urbano más
revolucionario de los últimos 10 años, pero, creativamente, está en las
antípodas del Hip-Hop primigenio, y no es más que un hijo bastardo que nada tiene
que ver con todo esto tan maravilloso. El Trap, musicalmente, culturalmente,
con toda esa reivindicación cholilla del analfabetismo, no es Hip-Hop. Hip-Hop
es esta película, Hip-Hop es Rap, Grafitti, Break Dance y Djing y DIY. Todo muy punk, muy puro.
Warner Bros. iba a haber distribuido la película en su
momento, pero al ver su acabado tan tosco, casi casero, se echó para atrás con
la idea de que iba a ser difícil sacar dinero de algo como eso. Warner acabó
explotando la película de una manera u otra, pero lo curioso de todo esto es
que “Wild Style” resultó, y sigue resultando, una de las películas más
rentables de la historia.
Yo la recomiendo encarecidamente a los no fans de la cultura
Hip-Hop, o por lo menos a los cinéfilos más inquietos, porque verán una
película rara, misteriosa y desperada, pero también, un documento absolutamente
histórico. Es como esas filmaciones de la guerra mundial, pero con peña
graffiteando y rapeando.