Ambientada en la actualidad del momento (los años 70) y
consciente la producción de que lo que vende es una burda imitación de las
películas de Bud Spencer y Terence Hill, nada como introducir elementos que la
hagan parecerse a “Y si no… nos enfadamos” con unos toquecitos de “También los
ángeles comen judías” y ya tenemos el producto servido. La cosa funcionó bien
y, antes de que se fuera de madre, les dio tiempo a rodar una secuela para después, por su propia naturaleza y, para siempre, desaparecer lo que fue la pareja
de clones más descarada de la historia del cine.
Eran tiempos de sesiones dobles, salas de barrio y Drive-in,
por lo que la venta de las películas de serie B y Z europeas, estaba a la orden
del día. Con esto quiero decir que si bien las películas de Bud Spencer y
Terence Hill llegaban de alguna manera a los Estados Unidos, estas de los
clones también lo harían. Y se desató la polémica el día que la Venture Films
de Edward L. Montoro —que distribuyó en USA las películas de Juan Piquer Simón
o el “Tiburón 3” de Castellari— adquirió “Simón y Mateo” para su distribución en cines
americanos. Algo de popularidad debían tener entonces las de Spencer/Hill,
sobre todo, sus westerns, por lo que Montoro decidió hacer más notoria la
condición de plagio de “Simón y Mateo” haciendo figurar en los créditos a Paul
Smith y Michael Coby bajo los nombres de Bob Spencer y Terrence Hall en lo que
se llamó en los USA “Convoy Buddies” (cuyo póster hemos elegido para ilustrar
esta reseña), cosa esta que cabreó particularmente a Paul Smith quien había
firmado un contrato en calidad de estrella principal. En la versión USA, no
solo no aparece su nombre, sino que el pseudónimo que se le endosa aparece en
segundo lugar después del de Terrence Hall, motivo por el cual Paul Smith
denunció a Montoro en un juicio en el que no se sabe a favor de quién falló el
jurado.
La película, una co-producción de Italia con España, cuenta
con papeles secundarios para Eduardo Fajardo que interpreta al padrone del clan
mafioso que hace la vida imposible con el camión a nuestros protagonistas,
Francisco Merino o Fernando Bilbao, así como la dirección está a cargo de
Giuliano Carnimeo, artesano y responsable de títulos tan populares como
“Jaimito, médico del seguro”, “El hombre rata” o “Computrón 22”. Se dice que
las películas de Smith y Coby no eran del todo horripilantes gracias al trabajo
solvente de los artesanos que las dirigieron. Algo de razón hay en eso.
Como anécdota, decir que estas películas, igual que las de
Spencer/Hill, se rodaban sin sonido directo, por lo que se doblaban dejando a
Bud y Terence una pareja de dobladores fijos que, para acabar el chiste,
también doblaron a Smith y Coby en sus películas. Y más marciano todavía, en
España, doblaron a estos actores los mismos que doblaban a Bud Spencer y
Terence Hill en sus películas… cosas de aquella época.
Por lo demás, “Simón y Mateo”, que en nuestro país llegó a
reunir en salas a casi medio millón de espectadores, es una película agradable
y, como ya he dicho en otras ocasiones, a la altura de las de la pareja
original Spencer/Hill que tampoco es que estuvieran mucho más dotados para la
actuación que Smith/Coby. Si acaso, las coreografías de pelea, si que eran
mejores, que estas son una puta mierda.