Al margen, más fascinante resulta el hecho de que en estos
lugares apartados del mundo se haga un cine subterráneo y emergente (mucho
hemos hablado ya del cine regional peruano o de la comedia dominicana, en las
antípodas una cinematografía de otra) y, más todavía, que el HD y el 4K llegue
a esos parajes y se facturen películas —en este caso un documental— con
acabados muy decentes.
Entonces, como resultado de todo esto aquí tenemos “Ukamau y
ké”, documental dirigido por Andrés Ramirez, un rapero ecuatoriano que decidió
contarnos la vida del boliviano, oriundo de la región de La Paz, Abrahám Bojórquez.
Bojórquez es uno de los pioneros del rap andino y, probablemente, una de las
pocas personas que se atrevió a rapear en dialecto aimara. Este rapero, cuyo
grupo Ukamau y ké sirve para dar título al documental del que ahora hablamos, con su rap
arcaico y ejecutado torpemente (consecuencia más de la situación geográfica de
su artífice que de la posible falta de talento ¿Cuáles serían las referencias
de Bojórquez allá en la montaña? ¿Qué rap escuchaba?), innovó en Bolivia y en
Ecuador gracias a un discurso consciente y politizado. Un activismo a través de
la música que convirtió a este rapero en un gurú en su comarca.
Claro que, como toda leyenda del rap que se precie,
Bojórquez fue asesinado en extrañas circunstancias, no se sabe si en
consecuencia de su activismo o por un asalto de tantos que ocurren en aquellos
parajes. Bien, pues el documental especula sobre este asesinato de manera
somera, porque lo que de verdad intenta es mostrarnos la vida de un muchacho
que cumplió su sueño (un sueño de tercera categoría ya que, como comprenderán,
en los Andes bolivianos, no hay lugar para el dinero y los lujos). Las
circunstancias en las que murió no están muy claras y tampoco parece que por
aquella zona se le de mucha importancia a uno o dos asesinatos más al día.
Así, a base de entrevistas a personas cercanas al rapero, y
material casero perteneciente al propio Ramírez, más lo que recopilase por el
camino, se construye este curioso documental, fluido, interesante por exótico y
hasta en algún momento emotivo que, como propuesta emergente, me parece de lo
más refrescante en la medida que nos ofrece un mundo que es totalmente
desconocido para el europeo medio como es el del rap andino y el nivel de compromiso de esta
gente con según que causas. Porque con “Ukamau y ké” aprendes y descubres, que
no es poco, yo creo que merece la pena echar un vistazo al documental. También
está entretenido y, vaya, que está curiosa la cosa.