Con ese gusto por el tema no es de extrañar que en esta
película, “Quinqui Stars”, tirase de nuevo por esos derroteros intentando dar
una visión de lo que en sus fueros pueda llegar a ser hoy la “cultura quinqui”,
erróneamente asociada en esta ocasión al mundo del rap y sus sucedáneos.
Por supuesto, nada tiene razón de ser sin la presencia como
absoluto protagonista e hilo conductor de Ramsés Gallego alias El Coleta, para
los neófitos y para que me entiendan, decir que es un rapero de penúltima
hornada bastante mediocre, pero resultón, entre otras cosas porque ha
conseguido llamar la atención a través de una impostada estética y una temática
en sus tracks, que se asocia directamente al cine quinqui, amén de utilizar en
su música samplers de todo tipo de música asociada a la subcultura quinqui.
Así, y con un afán de mostrar la ¿evolución? de lo macarra,
Córdoba se marca una película centrada en hacer un repaso al cine quinqui, a la
cultura quinqui y a los quinquis, equiparando todo eso con lo que él cree que
es su equivalencia ahora, esto es, rap, trap y derivados. Pero repasando lo que
había en los ochenta y dando el salto a lo que hay ahora, lo cierto es que se
salta los otros 30 años que hay en medio, con lo que deja patente —y esto lo
digo yo, no Córdoba— que lo quinqui, entonces y el revival actual, no es más
que una moda. Y me refiero, por supuesto, a su presencia en el mundo del
espectáculo, no a la situación social de cada momento.
Así, Córdoba nos ofrece un documental en el que entremezcla
ficción y realidad, en el que cuenta la historia de un rapero, El Coleta, que
trata de hacer un documental sobre la música en el cine quinqui, para lo cual
entrevistará a los principales protagonistas vivos de aquél subgénero. Esta
premisa, le sirve a Córdoba para hacer entrevistas reales muy interesantes
todas, que incluirá en el metraje total de una cinta que, cuando no tiene
cabezotes parlantes, nos aburre hasta la extenuación y nos vende el rollito social,
mostrando situaciones ficticias que tratan de mostrar al público natural de
esta película —que seguramente sea más tirando a burgués que a proletario— lo
jodida que está la situación y mostrar que el culpable de la delincuencia, o de
la mala vida, es siempre el sistema y nunca el individuo; es decir, los buenos
son los macarras… Sólo que estos que nos muestra en realidad no son tan macarras.
Por lo demás, mucha música del Coleta, mucho rapper (y
raperas) de tercera categoría que no interesan a nadie (Las Ira Rap que
aparecen en la película son una muestra de lo peor, de lo peor, de lo peor del
género; Odiosas, contradictorias, confundidas y, sobre todo, malas raperas),
Traperas adolescentes con un lío en la cabeza de tres pares de cojones, y
momentos antológicos de vergüenza ajena, sobretodo, en las intervenciones del
Coleta que, pobrecito mío, estar delante de la cámara no es lo suyo.
No obstante, las imágenes de archivo, la (supuesta) negativa
de Carlos Saura a aparecer en el documental (el de dentro de la ficción) y las
entrevistas a Bernard Seray, Pepe Sacristán, Quique San Francisco, Daniel Guzmán
y demás, están muy bien. Pero ni por esas se le quita al espectador la
sensación de que esto que está viendo no se acaba nunca. Dura dos horas diez…
pues a partir de la primera hora, la experiencia comienza a tornarse
insufrible.