Cuando Al Adamson
lanzó “Blood of Ghastly horror” en realidad lo que estaba lanzando era un
mejunje descontrolado de una vieja y fallida película suya a la que le había
añadido metraje nuevo protagonizado por John Carradine para la ocasión. El
material que reutilizó, pertenecía inicialmente a la película que nos ocupa,
“Psycho a Go-Go”, que ya de por sí era
todo un desbarajuste. Pero ni por esas, ni por más que lo intente, logro conectar un ápice con el universo de Adamson.
Me llamó la atención de esta película, a priori, el trailer
que prometía algo realmente descerebrado sobre un sátiro que se divertía
violando y torturando a señoritas mientras el actor que le daba vida ofrecía un
recital de gestos y sobreactuaciones que suelen ser muy de agradecer en esto
del cine de mierda. Y no es exactamente eso; se trata de una película sobre
robos de joyas, muy sesentera que, de mal resuelta, acaba, efectivamente, con un desenlace en el que tiene que ver
una especie de psicópata retorcido que hace la vida imposible a las señoras.
Vamos, que un tipo roba unas joyas, las guarda dentro de una muñeca y luego
acosará a la dueña de la muñeca y su
madre en escenarios nevados, o en el puto desierto, con el fin de recuperar lo
que ha robado. De las sobreactuaciones, poco más que lo visto en el trailer.
Nada, película muerta.
Lo gracioso del asunto está en que, por aquel entonces, había
una actriz y cantante llamada Tacey Robbins a la que Al Adamson se quería
tirar. Para lograrlo, convirtió este extraño thriller en una película para su lucimiento, y rodó numeritos cabareteros de la artista en clubes
nocturnos, que luego añade a la historia sin orden ni concierto, tornándose un bodrio inclasificable de muy difícil digestión. Ni por esas la
película consigue funcionar a ningún nivel.
Desconozco si Adamson llegó a follarse a Tacey Robbins, pero
lo cierto es que mientras pudo, enamoradizo como era, metió a todas las mujeres que se quería
beneficiar en sus películas, hasta que dio con la tetuda Regina Carol con la
que incluso se casó, y a la que conoció en similares circunstancias que a Tacey
Robbins.
Como fuera, el pestiño se estrenó en 1965 y, como no lo vio
nadie, cuatro años después se reutilizó este material, introdujo nuevo metraje de corte fantástico con mad doctor de
por medio y la lanzó bajo el título de “The fiend with the electronic brain”
para luego, en 1971, añadir más material nuevo y pasar a la posteridad bajo el título anteriormente citado, “Blood of Ghastly horror”, que, paradójicamente, sería
una de sus películas más populares. En ninguna de sus versiones este material
mejora.
Como suele pasar con mucho del producto marca Adamson, se creía
“Psycho a Go-Go” perdida para siempre… hasta que apareció integra en unas latas
en su primera versión y los chicos de Troma la explotaron en DVD con extras más
interesantes que la propia película.
No diré de este agua no beberé y puede que regrese con otra
reseña de alguna Al Adamsonada en un futuro… pero, hoy por hoy, aquí se
acaba mi relación con él.