found footage, se embarca en una producción pequeña e independiente que, luego, para su regocijo, distribuiría la Blumhouse haciéndole ganar con su exhibición 5 veces lo invertido.
Shyamalan reconoce que le costó horrores encontrarle el punto en el montaje y que, mientras que le daba vueltas al asunto, el primer corte que realizó parecía un film de arte y ensayo. Realizó un segundo y, de este, el director aseguraba que parecía una comedia. Y cuando ya encontró una cosa medio decente, lo puso en las salas; el corte de “La Visita” que todos conocemos que tampoco le quedó muy fino, la verdad.
La cosa va de un par de críos que, aprovechando que su madre se va una semana de viaje con el novio, se van a pasar una semana a casa de sus abuelos. Una vez allí, los abuelos se comportarán de forma cada vez más extraña y diabólica, hasta que llega un momento que los dos hermanos temen por sus vidas. Para justificar el formato found footage, uno de los dos hermanos, la niña, será una aspirante a cineasta que irá todo el rato con la cámara grabando lo que pasa. Y punto pelota.
El found footage por lo que sea, es muy efectivo y en este caso no podía ser menos, así que, con los primeros desmanes raros que se marca la abuela, lo cierto es que el espectador siente escalofríos. Parece que va a ser una película aterradora, sin embargo, después del primer comportamiento extraño de la abuela, viene otro más. Después de ese, otro, y otro… y por repetición, el miedo que en un principio se nos ha metido en el cuerpo, acaba desapareciendo. Y cuando sucede algo realmente trascendente, esto, tiene más que ver con la escatología que con el terror. Después se acaba la película… y te deja frío.
Shyamalan, tratando de quitarse el San Benito de tramposo se marca una película donde, por no hacer el típico girito de guion propio de su cine, se despoja de todo atisbo de imaginación y nos da una película plana, sosa y tontorrona sobre la demencia senil, amén de contar con los dos niños protagonistas más repelentes de la historia del cine. Cuando uno de ellos se pone a rapear dan ganas de meterle una hostia. Y lo hace varias veces durante toda la película.
Muy mala.
Yo tengo mucha predisposición a acojonarme con los found footage, funcionan conmigo, me autosugestiono y las paso canutas. Con “La Visita”, también… pero sólo durante 5 minutos —aprovecho para recomendar, en las antípodas de esto, la estupenda “Host” con la que sí que pasas miedo casi desde el minuto uno, porque se deja de chorradas y va al grano de la manera clásica—.
El resto de “La visita” lo domina la comedia involuntaria, sin que, encima, lleguemos nunca a reírnos del todo.
Shyamalan reconoce que le costó horrores encontrarle el punto en el montaje y que, mientras que le daba vueltas al asunto, el primer corte que realizó parecía un film de arte y ensayo. Realizó un segundo y, de este, el director aseguraba que parecía una comedia. Y cuando ya encontró una cosa medio decente, lo puso en las salas; el corte de “La Visita” que todos conocemos que tampoco le quedó muy fino, la verdad.
La cosa va de un par de críos que, aprovechando que su madre se va una semana de viaje con el novio, se van a pasar una semana a casa de sus abuelos. Una vez allí, los abuelos se comportarán de forma cada vez más extraña y diabólica, hasta que llega un momento que los dos hermanos temen por sus vidas. Para justificar el formato found footage, uno de los dos hermanos, la niña, será una aspirante a cineasta que irá todo el rato con la cámara grabando lo que pasa. Y punto pelota.
El found footage por lo que sea, es muy efectivo y en este caso no podía ser menos, así que, con los primeros desmanes raros que se marca la abuela, lo cierto es que el espectador siente escalofríos. Parece que va a ser una película aterradora, sin embargo, después del primer comportamiento extraño de la abuela, viene otro más. Después de ese, otro, y otro… y por repetición, el miedo que en un principio se nos ha metido en el cuerpo, acaba desapareciendo. Y cuando sucede algo realmente trascendente, esto, tiene más que ver con la escatología que con el terror. Después se acaba la película… y te deja frío.
Shyamalan, tratando de quitarse el San Benito de tramposo se marca una película donde, por no hacer el típico girito de guion propio de su cine, se despoja de todo atisbo de imaginación y nos da una película plana, sosa y tontorrona sobre la demencia senil, amén de contar con los dos niños protagonistas más repelentes de la historia del cine. Cuando uno de ellos se pone a rapear dan ganas de meterle una hostia. Y lo hace varias veces durante toda la película.
Muy mala.
Yo tengo mucha predisposición a acojonarme con los found footage, funcionan conmigo, me autosugestiono y las paso canutas. Con “La Visita”, también… pero sólo durante 5 minutos —aprovecho para recomendar, en las antípodas de esto, la estupenda “Host” con la que sí que pasas miedo casi desde el minuto uno, porque se deja de chorradas y va al grano de la manera clásica—.
El resto de “La visita” lo domina la comedia involuntaria, sin que, encima, lleguemos nunca a reírnos del todo.