Estos son los elegidos para la gloria:
AVENTURAS DE "LA MANO NEGRA" / 1965, editado en 1981
En su día, este "Aventuras de "La mano negra"" fue un bombazo. Al menos entre los de mi clase. Cierto que resultaba ya algo anticuado para nosotros -siendo originalmente publicado el año 1965-, pero la temática funcionaba a la perfección porque, ¿quién no quiso ser detective en su infancia? investigando crímenes y resolviendo misterios. Y el libro, en cierto modo, te daba esa oportunidad. Cada capítulo era un enigma a desgranar y, además, literalmente. Porque lo acompañaban unas viñetas dibujadas con mucho gracejo que había que escudriñar con atención para localizar la pista que respondía a la pregunta final del capítulo. Si no lo lograbas, pues pasabas al siguiente, que comenzaba dándote la respuesta. La movida era altamente adictiva... para un infante. Lo recalco porque, leído ahora, siendo un señor de mediana edad, con canas, sin muelas y profundamente amargado y desilusionado, le experiencia se tornó un genuino suplicio. No obstante, eso no le resta méritos como lectura juvenil, y por ello le sigo teniendo cariño y continuará a buen recaudo en mi armario.
No deja de ser curioso que el grupo de chavales protagonistas, la mentada "Mano negra" -un puñado de detectives amateurs pre-púberes más eficientes que la misma policía- resulten ahora altamente repelentes y se vean implicados en casos de tráfico de drogas y todo. Seguro que hoy día algo así no osarían publicarlo.
En cualquier caso, como cierre, les dejo un par de páginas escaneadas -con el enigma propuesto a la izquierda y la respuesta que buscar en la ilustración de la derecha-, por aquello de que se hagan una leve idea de la movida.
En su día, este "Aventuras de "La mano negra"" fue un bombazo. Al menos entre los de mi clase. Cierto que resultaba ya algo anticuado para nosotros -siendo originalmente publicado el año 1965-, pero la temática funcionaba a la perfección porque, ¿quién no quiso ser detective en su infancia? investigando crímenes y resolviendo misterios. Y el libro, en cierto modo, te daba esa oportunidad. Cada capítulo era un enigma a desgranar y, además, literalmente. Porque lo acompañaban unas viñetas dibujadas con mucho gracejo que había que escudriñar con atención para localizar la pista que respondía a la pregunta final del capítulo. Si no lo lograbas, pues pasabas al siguiente, que comenzaba dándote la respuesta. La movida era altamente adictiva... para un infante. Lo recalco porque, leído ahora, siendo un señor de mediana edad, con canas, sin muelas y profundamente amargado y desilusionado, le experiencia se tornó un genuino suplicio. No obstante, eso no le resta méritos como lectura juvenil, y por ello le sigo teniendo cariño y continuará a buen recaudo en mi armario.
No deja de ser curioso que el grupo de chavales protagonistas, la mentada "Mano negra" -un puñado de detectives amateurs pre-púberes más eficientes que la misma policía- resulten ahora altamente repelentes y se vean implicados en casos de tráfico de drogas y todo. Seguro que hoy día algo así no osarían publicarlo.
En cualquier caso, como cierre, les dejo un par de páginas escaneadas -con el enigma propuesto a la izquierda y la respuesta que buscar en la ilustración de la derecha-, por aquello de que se hagan una leve idea de la movida.
La respuesta es el cenicero con un cigarro encendido...
como si la señora no pudiese fumar dos pitillos
a la vez, oiga.
a la vez, oiga.
LIBRITO DE LAS IMÁGENES IMAGINABLES / Editado en 1982
Este curioso librito escrito e ilustrado por Fernando Hoyos (del que he buscado información, así superficialmente, sin mucho éxito) me llegó a fascinar cuando cayó en mis manos siendo chaval. No tiene texto, son todo dibujos, pequeñas historietas de pocas viñetas, con un estilo sencillo, muy elemental y limpio, pero efectivo, cuya gracia consiste en mostrar situaciones e ideas un pelo absurdas y surrealistas, como bigotes con vida propia, pollitos invisibles u hojas de árbol que caen cual bombas. Dice el autor apelar a la imaginación del lector joven, pero lo cierto es que no sé ni veo cómo, especialmente cuando no existe interactividad posible. Quizás resulte un poco empalagoso con su obsesión por la terminación "ito" y por todo el tufillo cumbayá que gasta, a base de cierta moralina velada y tal. Pero se perdona, porque es una lectura curiosa, agradable y extremadamente rápida. Comencé con la idea de coger el sueño para la siesta, y aún así, tuve tiempo de terminarlo antes de caer rendido.