Desde luego, sentarse en la butaca convencido de que vas a ver un mierdote, ayuda a que luego las cosas se salden más positivamente. Así fue -en mi caso- con "Artik". Descubrir al inicio que venía apadrinada por la marca "Dread" no presagiaba nada bueno. Primero porque recientemente había consumido otros títulos bastante olvidables de su catálogo. Segundo porque he llegado a la conclusión que no hay veneno más mortal para el terror que aquellos dedicados de forma única y exclusiva a producirlo y/o distribuirlo. De fans para fans. Haciendo gala así de una estrechez de miras, y una dependencia de las fórmulas, que deteriora el producto final. O al menos, en la mayoría de los casos porque, siendo un poco benevolentes, es algo que no acaba de pasarle a "Artik".
Narra la historia de un psicópata y su señora que viven en una granja y disponen de un puñado de críos que usan cual esclavos. Uno de ellos, con algo así como trato de favor, sale al exterior a jugar y matar insectos. Un día conoce a un tipo que le come la cabeza con monsergas sobre ser libre, que no te controlen, hacer lo que te plazca, etc. El chaval queda maravillado y surge una relación de amistad entre ambos. Cuando, por los designios del destino, el tipo acabe en las zarpas del psycho-killer, el crío tendrá que debatirse entre seguir siendo fiel a este último o salvar la vida a su nuevo coleguita.
A medida que me hago vieja, cada vez me cuesta más tolerar el horror ultra-realista a base de psicópatas mutilando gente (como me pasó recientemente viendo "Wolf Creek 2". La escena en la que el asesino decapita de forma despiadada a un simpático chavalillo -frente a los horrorizados ojos de su novia- me ofendió tanto que apagué el televisor y me puse hecho un basilisco. Ni yo me lo creía... pero así fue) y, también, ciertas maneras del ya olvidado mal llamado "torture porn", sobre todo cuando se facturan buscando la complacencia del aficionado medio, material este presente en "Artik". Pero si se hace bien, y con gusto dentro del mal gusto, soy capaz de consumirlo e incluso apreciarlo. Como es el caso. Me sorprendió la buena factura de la película, lo interesante de sus personajes (especialmente ese asesino con pinta de troglodita al que le flipan los tebeos de superhéroes) y lo conciso de la trama, que va a piñón, no se pierde en tonterías inservibles ni se complica las cosas al llegar al clímax final. Que este no se haga esperar mucho, gracias a los escasos 78 minutos que dura la peli (aleluya!), también ayuda.
Otro aspecto que me sorprendió es que el personaje protagonista pertenezca al llamado Straight Edge, esa vertiente del hardcore-punk basada en el respeto al cuerpo a base de evitar la ingesta de alcohol, drogas o incluso carne. Y digo que me sorprende porque hace poco vi otra peli, también de terror, y también de naturaleza fans-para-fans (de hecho, viene apadrinada por la revista "Fangoria"), con un Straight Edge de protagonista... aunque más en tono de guasa (hablo de "Porno", con un arranque simpático pero un desarrollo plomizo que se lo carga todo). Tal vez se estén poniendo de moda en estos tiempos tan políticamente correctos que vivimos. El caso es que su presencia en "Artik" supone la incursión en la banda sonora de sendas canciones hardcore-punk cortesía de "Black Flag" (que no era un grupo Straight Edge... pero pal caso, no importa mucho) y Jay Reatard.
Escribe y dirige un tipo llamado Tom Botchii Skowronski en el que es su primer largometraje.
Recomendable... aunque sin hacer aspavientos.