Cuando Val Kilmer se recuperó del cáncer de garganta, tuvo que dar gracias al cielo por salir de él, pero por otro lado tuvo que maldecir su suerte; al ser laringectomizado su imagen y, sobre todo su voz, quedaron tocadas de por vida y, por ende, podía dar su carrera por terminada.
Uno de los directores de este documental, Leo Scott, estaba buscando documentación audiovisual para “The Lotus Community Workshop”, documental de Harmony Korine para el que estaba trabajando en calidad de montador, cuando casi de casualidad se topa con el archivo audiovisual que Val Kilmer guardaba en un almacén. Se ve que el actor, obsesionado consigo mismo, había atesorado durante años horas y horas de grabaciones caseras. Kilmer siempre iba a todas partes con una o dos cámaras de vídeo para, de este modo, poder documentar su vida. Y con la acumulación de material, tuvo que alquilar un almacén en el que guardarlo.
A Scott se le ocurrió la idea de hacer un documental sobre la vida de Kilmer a partir de esas cintas, y fue a pedirle permiso al actor para utilizar el material. Kilmer decía que ahora que no tenía voz le apetecía contar la historia de su vida, por lo que, concediendo el permiso, también formaría parte de la producción del documental junto a Scott y Ting Poo.
La historia de Kilmer es triste; una estrella de Hollywood con una vanidad por la que era de sobra conocido y una carrera truncada por la enfermedad. En ese sentido el documental, narrado en off por el hijo de Val, Jack Kilmer, que locuta los textos elaborados por su padre, es de lo más formulaico; va repasando su carrera de manera cronológica hasta llegar al punto en el que se encuentra ahora Val Kilmer, vendiendo fotografías de cuando fue Batman en convenciones de frikos y siendo consciente de que esa es la labor de los actores en clara decadencia. Sin embargo, contamos con dos bazas muy fuertes que convierten el documental en una pieza de interés. En primer lugar que no se ocultan los aspectos más vergonzantes con respecto a la vanidad de Kilmer —vanidad que por otro lado, tras su enfermedad, ha tenido que dejar un poquito de lado por propio sentido común—, y por otro, los montones y montones de imágenes que Val Kilmer capturó durante su vida, teniendo material de archivo interesantísimo y de primera mano, así como imágenes pertenecientes a los cortometrajes caseros que Kilmer realizaba en Super 8 con sus hermanos, así como los pequeños documentales que realizó sobre sí mismo cuando, justo antes del cáncer, este giró por los Estados unidos para representar en pequeños teatros a Mark Twain. Por ese lado el documental cobra verdadero interés, porque convenientemente montado, con cortes seleccionados al milímetro y cuidando que la imagen del actor en ningún momento se vea dañada, nos asomamos de soslayo a los momentos muertos de sus rodajes, donde vemos como la ira, la envidia, la vanidad y la pereza hacen acto de presencia, así como somos testigos de las dotes de Kilmer tras la cámara cuando está grabando en vídeo, sin más afán que el de hacer grabaciones caseras, que por otro lado le han valido un crédito en esta película como director de fotografía. Porque el 90% del material mostrado en esta película, ha sido registrado por él.
Asimismo uno desearía que ese material hubiera llegado a la pantalla sin haber sido “follado” por Kilmer, quiero decir, que este documental nace más con afán homenajístico que de otra cosa, Kilmer en todo momento se hace con el control del asunto y se evitan los pasajes turbios que, según los mentideros de Hollywood, son abundantes en su biografía. Y en ese material trabajado, debe haber oro.
Por lo demás, es curioso ir navegando por la vida de Val Kilmer entre película y película, obsesiones y manías a parte, en un documental que se disfruta perfectamente gracias sobre todo, y como ya les he dicho, a todo ese material personal que ha cedido Kilmer para que se hable de él. Amazon Prime se hizo con los derechos de exhibición del documental
únicamente para los territorios de USA y Suramerica, por lo que en
España nos podemos quedar tranquilamente esperando. Por suerte, hoy en
día no hay archivo audiovisual que no rescate en internet la bendita
mula, ni maravillosos latinos que nos los subtitulen, así que... quien
busca, encuentra.