Y cerramos este repaso a cuando la revista "Casablanca" centró sus páginas en el cine "new wave" con un compendio de reseñas de algunos títulos proyectados en la "XXVII Semana Internacional del cine de Valladolid". Están los obvios, dos de Amos Poe, uno de Jim Jarmusch (otro de su novia, Sara Driver) y el "Killer of Sheep" reseñada por Víctor hace poco, pero mi favorita es "Vortex" de Beth y Scott B., pareja más que popular dentro del underground neoyorquino de los ochenta (influencia directa del, más o menos posterior, Cinema of Transgression, con quienes llegaron a codearse e incluso acostarse -Beth B fue pareja de Nick Zedd-. De hecho, más que "New Wave" se los considera precursores de la "No Wave", pero ese es otro rollo que no me apetece tocar ahora), especializados en cortos y largos paridos en Súper 8 (el más famoso de ellos es "Black Box", protagonizado por Lydia Lunch), con "Vortex" afrontan su proyecto más ambicioso, para lo que cambian a los 16 mm y apuestan por un rollo semi-de-género, con regusto a "B movie", a novela "pulp" (de cuando no era "fashion" hacerlo), que pinta cuanto menos curioso. Lo cierto es que hace tiempo fui bastante seguidor de los B., me agencié alguna de sus obras y hasta puede, solo puede, que viese "Vortex" y no me gustara. O tuviese acceso a ella y, entonces, ya no me apeteciera. Me suena algo así. En cualquier caso, como concepto llama mucho y, a diferencia de la mayoría de películas de sus compañeros de escena, la suya pintaba más desenfadada.
Con los años, mientras Beth B. ganó algo de prestigio, se hizo profesional y, hoy por hoy, es una artista bastante reputada, Scott B. desapareció en la más absoluta de las oscuridades.
Fascinante mundo el del llamado "cine new wave". Ahora entenderán por qué me pone tanto y por qué le he dedicado tres entradas seguidas que, espero, hayan disfrutado.