Concebida como alternativa al cine de estudios y de manera casi independiente, “Sombras trágicas, ¿Vampiros?” es un pequeño clásico de la serie B más resultona y entrañable de los años 30, ejecutada por la Majestic Pictures, compañía pequeñita de bajos presupuestos que se ganó una buena fama gracias a que, según los historiadores, conseguían facturar con dos duros películas de calidad no muy inferior a la de los estudios.
Rodada justo en un periodo en el que el código Hayes todavía no operaba al 100% y se podía juguetear ligeramente con la violencia o el sexo, se trata de una peliculita de terror un tanto escabrosa en torno al vampirismo que, pese a lo austero de lo que nos propone y la ingenuidad con la que trata el tema, deja en el espectador un buen sabor de boca.
En un pueblecito comienzan a sucederse una serie de asesinatos cuya principal característica es que, cada cadáver, posee dos marcas en el cuello como si fuera la mordedura de algún animal. Por supuesto, los habitantes creen que los asesinatos son obra de un vampiro, sin embargo, el inspector de policía de la zona, más cabal, piensa que en realidad son obra de un hombre, que los vampiros no existen. El pueblo se dividirá en los dos correspondientes bandos. Durante el trasiego pagarán justos por pecadores, linchando a un pobre contrahecho y retrasado mental —que se parece a Leonardo Di Caprio— al que le gusta jugar con murciélagos. El desenlace resulta totalmente enloquecido.
“Sombras trágicas, ¿Vampiros?” asimismo es una temprana muestra del más feroz exploitation, ya que nace con la idea de estrenarse deprisa y corriendo para aprovechar el tirón mediático de una película ya rodada. Se había estrenado con gran éxito “El doctor X” según Michael Curtiz, con protagonismo de Lionel Atwill y Fay Wrey —la eterna novia de King Kong, y una de las primeras scream queen del cine de terror primigenio— que eran la pareja de actores del momento. Justo entonces, se finiquita la nueva producción de Warner, “Los crímenes del museo” con Atwill y Wrey también como protagonistas. Debido a su gran presupuesto, la postproducción se prolonga varios meses. Majestic Pictures, consciente de esto, decidió contratar los servicios actorales de Atwill y Wrey con la idea de rodar una película de terror a toda velocidad y estrenarla antes que “Los crímenes del museo” De esta manera, conseguirían beneficios en taquilla aprovechándose de la publicidad previa que se le estaba haciendo a los actores y a su película para Warner.
Por otro lado, Majestic Pictures había alquilado, por muy poco dinero, los decorados ya utilizados de otras grandes películas de estudio, por lo que “Sombras trágicas, ¿Vampiros?” se rodó en los sets de “El doctor Frankenstein” y “El caserón de las sombras” de James Whale. Con eso, y con el caché de los actores, que no aparecían tanto tiempo en pantalla en “Sombras trágicas, ¿Vampiros?” como en los títulos de estudio, la Majestic se sacó de la manga una película que no parecía para nada tener carencias. Además, consiguió estrenarse casi un mes antes que “Los crímenes del museo”, por lo que la jugada les salió bien, y resultó ser rentable.
Sin embargo, pese a su apariencia lujosa no deja de ser una película en la que priman las escenas de diálogo, lo que puede resultar algo cansino.
Del mismo modo, y con la idea de ofrecer a los espectadores algo espectacular, en una escena en la que los habitantes del pueblo buscan al personaje contrahecho para lincharle, estos portan antorchas encendidas. El negativo de esa escena fue coloreado a mano de tal manera que, en los cines en los que se proyectó, el fuego se veía rojo incandescente, lo que resultaba un efecto impactante y novedoso. Con las distintas ediciones videográficas posteriores y la remasterización de los negativos, en DVD podemos ver ese mismo efecto tratado infográficamente, para que nos hagamos a la idea de cómo se veía aquello en los cines.
El director contratado para llevar a buen puerto este exploit sería Frank Strayer, artesano de la serie B de la época que facturaba entre cinco y seis películas al año, quien por pocos dólares supo sacar adelante, no solo films de terror, sino también comedias de todo tipo, siendo además el responsable de la mayoría de las títulos de “Blondie”, una serie de films que adaptaban las aventuras de una mujer rubia en una popular tira cómica. Llegó a dirigir la friolera de doce películas del personaje.
Curiosamente, “Sombras Trágicas, ¿Vampiros?” como podrán imaginar por el graciosísimo título español, se estrenó en cines en nuestro país, pero de eso hace tantísimos años que el Ministerio de Cultura no ha podido estimar un número preciso de espectadores en su momento.