Tratado "a fondo" el "fenómeno" Chris Seaver, llegó la hora de centrarse en alguno de sus imitadores. El más descarado y pionero de todos tal vez sea el gordaco Kevin Strange, que desde su imperio "Hack Movies" anduvo un tiempo fotocopiando todos los movimientos del clan "Low Budget Pictures". Sin embargo, hay otro que me llama más, ni que sea por su condición de auténtico "loser" entrañable -siento insana debilidad por estos especímenes-, el canadiense Adam Thorn.
Se le podría considerar más divulgador que videoasta, pero ha aportado su granito de arena también en este campo. Graba vídeos para YouTube, escribe críticas en redes sociales, organiza pases de "cine malo" en vivo -o a través de "Twitch"- y, de vez en cuando, pilla la cámara y hace mierdas... pero unas bien tochas. Bastante peores que las de Chris Seaver. Ya saben, la imitación de la imitación (que a su vez lo era de todo el monopolio Troma) no es más que una mala interpretación, deformada y ensuciada, de aquella.
Luego, cuando las visitas a sus vídeos no alcanzan cifras notables, o a sus proyecciones acuden los cuatro colegas de siempre, publica storys en Instagram donde se lamenta de todo, e incluso le dan lloreras. Pobre iluso. Es el típico fan que no entiende lo que dice adorar y, cuando lo aplica a sus propios video-churros, queda delatado. Bajo el nombre genérico de "Riot at the movies" da la barrila sobre cuanto le pone el "cine malo", que pal caso son basuras de tiburones pluriempleados, secuelas tercermundistas de Amityville, payasos asesinos en forma de boniato, etc, etc. Toda la agotadora roña surgida del posmodernismo auto-consciente propio de la era digital. El anti-"cine trash" que, equivocadamente, se jacta de serlo y mantiene a flote gracias a indocumentados como Adam, quien tiene el valor de tirar de las etiquetas "serie B" (la utiliza igual que si se tratara de un género donde cabe absolutamente todo, incluidas patéticas películas amateurs. Un error demasiado común), underground, cine casero o Do It Yourself. Dices adorarlas, pero las metes en el saco de lo "malo" únicamente porque el resultado no luce limpio, pulcro y perfecto como el cine mainstream. ¿Es "mala" una película únicamente porque se nota pobre? ¿porque su acabado no es perfecto? ¿porque no sigue las reglas del academicismo más rancio? ¿No es esa una visión, en esencia, muy conservadora y limitada?
Si al mejunje añadimos la semi obsesión que el tipo tiene con las maneras de Chris Seaver (en algunas ocasiones sale luciendo camiseta de "Warlock Home Video", el segundo proyecto de aquel tras "Low Budget Pictures"), entonces la movida se torna apocalíptica, ya que Thorn no se limita a la adoración, también a la mimetización. Verle poner muecas en sus vídeos resulta un juego lamentable (remarcar que Seaver le conoce y puso verde en un podcast, calificándolo de puto pesao)
Apliquen todo esto a su "cine". Adam comenzó tardíamente haciendo el tonto con sus amigos y una vídeo-cámara para parir dos cutre-películas sobre un alien invasor con aspecto de simio, "Personal Space Invader" y secuela. Luego, en redes, presume de lo horribles que son, lo mal paridas que están. Ya saben, el elemento "trash" forzado hasta hacerlo sangrar, lejos, muy lejos de la honestidad que es donde reside la verdadera gracia / esencia de toda esta movida. Total, que en 2020 el caballero (porque de chaval nada, ya gasta canas) se lanza con una especie de spin off de "Personal Space Invader", "Assault on the snakemen".
Resulta que la invasión del simio terminó, dejando como daño colateral una plaga capaz de convertir a las personas en serpientes dispuestas a dominar el mundo. El presidente de los USA encarga a un militar medio lerdo que acabe con la amenaza.
Adam Thorn pone unas baquetas de batería en la boca a sus colegas a modo de colmillos. Acentúa la incapacidad, la nulidad, en un todo vale sumamente irritante, haciendo de la vergüenza ajena una forma de estilo. Uno ya duda si los errores de montaje, las miradas a cámara o las risas inadecuadas son algo forzado o no. En un momento dado, y buscando el efecto cómico, puede funcionar. Pero se abusa de ello. Como se abusa de los cromas chungos, algún molesto efecto infográfico de quinta regional y chistes de metacine.
Si "Assault on the snakemen" se hubiese hecho en España, la odiaría hasta las trancas y no la incluiría en el blog. Si viniese facturada por cualquier otro individuo de habla inglesa, francesa, italiana o chiquitistaní, quizás le daría una oportunidad. Pero lo cierto es que he sufrido sus 50 minutos seguidos porque el gilipuertas de su responsable me cae en cierta (des)gracia.
Entre los implicados encontramos a Justin Decloux, colega de Thorn. Otro de esos incansables fricazos que se dedican a escribir reseñas, grabar podcasts y youtubismos, firmar libros autoparidos, editar películas oscuras y, obvio, facturar su propio "cine de terror" vídeo mediante. Pal caso se pone una hoja de papel de plata en la cara y da vida a un "Robocop" de risas.
Actualmente Adam Thorn acaba de terminar una de las pocas ideas genuinamente loables que ha tenido, parodiar la fiebre de secuelas chusqueras de Amityville con "Amityville Outhouse", sobre una letrina encantada. En estos momentos, entre mueca y mueca, o lamento y lamento, anda gestando "Rock and Roll Asylum". Veremos cuanto más dura.
Sobre "Assault on the snakemen" (editada por un minúsculo sello, en su sección destinada a cosas aún más insignificantes, "Basement Videos") no se puede decir que sea ni mala, ni buena, ni horrible, ni ingeniosa, ni patética, ni entrañable, ni vergonzante. Digamos que es una mezcla de todo eso y algo más. Indudablemente destinada a panolis perdidos como el mismo Adam Thorn o idiotas enfermizamente curiosos que no escarmientan nunca, like myself.