Hace ya días que vi esta película y mi intención quedaba lejos de reseñarla. No sé, será cosa de los calores (es decir, estoy escribiendo esto en pleno verano, aunque no tengo ni idea de cuando lo leerán ustedes) Sin embargo, fueron pasando las jornadas y no me la sacaba de la cabeza. Ni a la peli, ni a la "obligación moral" de decir alguna sandez sobre ella. ¿Por qué? pues porque, entre otros motivos, siendo un film de acción ochentero hasta las trancas, no suele aparecer en las respectivas listas confeccionadas por hipsters y críticos ignorantes, cosa muy injusta. Fíjense que sus productores son Mario Kassar y Andrew Vajna, papás de "Carolco" y responsables -tres escasos años antes- de "Rambo, acorralado parte 2". Fíjense que el director es un Walter Hill en plena forma, totalmente volcado en ese cine de acción masculino tan suyo. Y digo masculino, no "macho", etiqueta en la que cabrían "las otras", es decir, la mentada "Rambo", la maravillosa "Commando" y toda la ralea que las siguió. Esas sí han pasado a formar parte de la cultura popular, y se las revaloriza mucho, seguramente porque no dejan de ser tontunos divertimentos con fines palomiteros (dicho como algo extremadamente positivo). "Traición sin límite" es otro rollo (para empezar, cuenta con buenos actores, cosa que escasea en "las otras"). ¡Si hasta su título original molamil, "Extreme Prejudice"! Y, para rematar la jugada, John Milius entre los autores de la "story" original.
Digamos que la cosa va de dos tramas destinadas a entrecruzarse. Por un lado, el rudo policía y el malvado narcotraficante con una amistad forjada en el pasado (y, encima, enamorados ambos de la misma pava). Por otro, un grupo de mercenarios manejados secretamente por el gobierno con una misión. Todo hará "pum!" y nosotros lo agradeceremos.
Es indudable que "Traición sin límite" gasta una deuda más que chillona con algunos clásicos. Puesto que yo de cinéfilo tengo poco y, en general, el cine respetado y adorado por Garcis y cía me la suda, no me atrevo a meterme en semejante jardín. Alguien mentaría la camaradería propia entre hombres de Ford o Hawks. O la polvorienta ambientación de los espagueti westerns. Pero la única detectable con seguridad para estos cansados ojos (conectados a un no menos agotado cerebro) es la de Sam Peckinpah, y especialmente "Grupo Salvaje". Tanto canta, que ya en 1987 -fecha de estreno de la reseñada- se hablaba de ello en la prensa.
Lo que a mi me interesa de verdad es que la peli que consumo sea entretenida. Vibrante. Que contenga unos diálogos punzantes, perfectamente escritos, repletos de macarradas y frases lapidarias, pero facturadas con mucha clase. Y, sobre todo, tratándose de acción, lo que pido es una ingente cantidad de disparos acompañados de contundente violencia. "Traición sin límite" tiene todo eso. Los impactos de bala son sangrantes, dejando vistosas rosquillas rojas en los cuerpos. Y los momentos de andrenalina fluyen mientras te quitan la respiración. Especialmente esa matanza final brutal, intensa como ella sola, perfectamente realizada y montada. Un diez. De cuando se hacían las cosas de modo honesto, porque era lo normal. Nada forzado ni estéticamente recargado. Si a la sopa añadimos un desenlace sencillo, contundente, sin florituras, y un repartazo por el que pululan nombres como los de Nick Nolte (impagable e implacable antihéroe gélido, serio, de rostro pétreo y formidable look vaqueril), Powers Boothe (carismático villano), Michael Ironside, Maria Conchita Alonso (en un papel casi de florero, lo que es normal en una película totalmente de hombres, sudorosos y malcarados), Rip Torn, Clancy Brown (el malo de "Los inmortales" y voz original de Eugenio H. Cangrejo), William Forshyte, los hispanos Luis Contreras (habitual en las pelis de Alex Cox) y Marco Rodriguez (el villano del supermercado en "Cobra"), + un papelillo fugaz para Lin Shaye, pues entonces digo aquello de "Compro!".
Ya no se hacen como esta.