Un cura desesperado intenta matar a un niño con una misteriosa marca en el pecho, pero la policía se lo impide a tiros. Treinta y pico años después, el niño ya crecido se presenta en un siniestro monasterio digno de "El nombre de la rosa" como supuesto exorcista. Digo supuesto porque en realidad está ahí para investigar la desaparición de siete mujeres. Obviamente el lugar esconde un secreto muy truculento. Nada más instalarse, comenzará a sufrir visiones siniestras.
Teniendo en cuenta la murga que nos han dado estos últimos tiempos con mediocridades sobrevaloradas como "M3gan", "Smile", "Black Phone" o "X", parece de lo más injusto que "El abismo del infierno" siga siendo tirando a muy ignota. Casi desconocida. ¿Porque lleva el sello Netflix? ¿porque viene facturada desde Polonia? Lo desconozco. Lo que sí tengo claro es que, en lo que a mi respecta, es el film de terror más digno, notable y -en parte- refrescante que vi a lo largo del 2022. No destaca por su originalidad, pero sí aporta un no se qué distinto y muy agradecido, además de una realización solvente, un nivel técnico bien alto, una atmósfera lograda, efectos especiales estupendos, una seriedad gélida y, en fin, que me sorprendió. Comencé a verla sin saber donde me metía (además, el cartel era muy feo, tal y como ustedes mismos pueden corroborar... casi parece el de un producto andino) y eso siempre ayuda. Antes de escribir esto la consumí por segunda vez, y sigo pensando exactamente igual. La recomiendo. Y el final está cojonudo.
El título original suena tan exótico como "Ostatnia wieczerza", lo mismo que el nombre del co-guionista y director, Bartosz M. Kowalski. Curiosamente es responsable de dos mediocridades olvidables de regusto retro como "Nadie duerme en el bosque esta noche" y su secuela. Gracias a "El abismo del infierno" se las perdono. Estaré atento a lo próximo que haga.
Y por si aún dudan, les dejo dos capturas bien guapas del film...