Tosca, de estética televisiva y procedencia canadiense, “El payaso asesino” es un film al que, de un tiempo a esta parte, se le ha concedido cierto culto por dos motivos prácticamente ajenos a la película: el primero, que dentro de su reparto principal cuenta con un papel de importancia para un jovencito y orondo John Candy. El segundo ¿se lo imaginan? Sí, es una de las favoritas de Tarantino. Pero salvo por esos dos detalles que repercuten lo justo en la película, “El payaso asesino” es un folletín perfecto para ponerse después de comer, darle al play y echarse una enorme siesta.
Tenemos a una serie de ricachos que discuten por temas bursátiles e inmobiliarios y, durante una noche de Halloween, cuatro de ellos deciden gastarle una broma a una pareja de inversores, secuestrándoles disfrazados de payaso, con el fin de convencerles de que no hagan cierta venta de tierras. Pero, la cosa se irá de las manos, y lo que empezó como una broma, acaba convirtiéndose en un secuestro en toda regla, donde se utiliza la tortura, la violencia y el asesinato.
John Candy vendría a ser una de las víctimas y, además de demostrar con el tiempo que sería un buen actor —porque aquí está espantoso—, su labor, pese a tratarse de una película seria hasta el pasmo, vendría a ser la de gordito gracioso que hace chistes de sobrepeso y come donuts.
Verdaderamente, es un aburrimiento bastante soporífero sin nada especial más allá de la presencia de Candy.
Asimismo, al tratarse de una película muy de tercera, en los USA recibió un trato de los más rastrero a la hora de ser distribuida en VHS años después de su estreno en Canadá, ya que titulándose “The clown murders”, y aprovechando el tirón que el cine de terror tiene comercialmente, las carátulas de las ediciones videográficas nos la mostraban como si se tratara de un slasher, o bien, una consecuencia de “It”. Nada más lejos de todo eso, es sencillamente un thriller ramplón con muy poquitos elementos sórdidos. También es recurrente en esas ediciones de vídeo el destacar, por encima del resto del reparto, la presencia de Candy.
A nuestro país la película llegó directa a vídeo y, si bien no se explotó como si se tratara de una de terror, su carátula es también fraudulenta. De ese modo, se tituló “El payaso asesino” y se nos muestra a uno portando una recortada. Por supuesto, no solo nos da una idea equivocada de lo que puede ir la cosa (aunque se acerca más que las carátulas de las ediciones yankees), sino que, además, esa imagen no se de que película será, pero desde luego nada tiene que ver con “El payaso asesino”, en la que al final el hecho de que los secuestradores se disfracen como tales se queda en una mera anécdota.
Martyn Burke, el director , aunque no tiene un gran número de títulos en su filmografía, tampoco es ningún pamplinas: con “El payaso asesino” debutaba para la gran pantalla, pero, a lo largo de su carrera dirigió cosas con tanto relumbrón como puedan ser el telefilme “Piratas de Silicon Valley” o una del Sylvester Stallone de las horas bajas con “El protector”.