Pues bien, por lo que a mi respecta hay un pequeño triunfo más que añadir a su currículm reciente, uno en formato serie (co-produciendo con la plataforma que la emite, "Showtime"), "The Curse", uno de los productos "televisivos" más originales, frescos, estrambóticos, bizarros y/o inquietantes que he visto en tiempo.
Así de lejos -palabras estas que cobrarán especial sentido dentro de unas líneas-, "The Curse" no parece disponer de muchos ingredientes atractivos. El cartel es soso, casi como de telefilm alemán de "Antena 3" destinado a rellenar las mortecinas sobremesas de los domingos. Y la trama, del montón: Una pareja recibe una maldición y todo comienza a pillar un cariz raro. Vale, bien. Eso sería no ya quedarse con la punta del iceberg, sino el trocito de hielo que hay justo en la cima. Adentrarse en "The Curse" supone terminar totalmente atrapado por su contenido o, como le pasó a un amigo, sentir un absoluto y radical rechazo. No pudo concluir ni el primer capítulo. Fascinante.
Hay quien la ha calificado de pretenciosa. Yo creo más bien que la serie se ríe de ello, con un modo de proceder tan único y especial que hay que invertir genuino interés, y paciencia, en descubrirlo. E interés y paciencia son dos palabras que, como bien saben, no están hoy día en el léxico de demasiada gente.
Sorprende encontrarse en roles protagónicos a la recientemente oscarizada Emma Stone. Una mujer de rara belleza e indiscutible talento que me caía un poco gorda, pero comienzo a apreciar... en parte tras descubrir que ejerce de co-productora en "The Curse". Supo ver más allá y entender el valor del proyecto. La secundan dos caballeros hasta ahora desconocidos para mí, Nathan Fielder y Benny Safdie (este involucrado como co-productor en "Pasando Página") Además de actores, son los creadores de la serie, co-guionistas y Fielder, concretamente, se reserva el rol de director en un buen puñado de capítulos.
Whitney es una pijilla obsesionada con ayudar a la humilde comunidad de La Española (en castellano y con ñ) aunque, en realidad, se trata más de limpiar la imagen de explotadora heredada de sus padres, propietarios de unas viviendas a precios abusivos e implacables a la hora de desahuciar. Junto a su maromo, el más bien patético Asher, ha construido una serie de elegantes y semi-futuristas casas ecológicas que quiere promocionar. Justo, aquí es donde entra en juego Dougie, quien se responsabiliza de dirigir un "reality" dedicado a narrar todo el proceso. Siempre buscando el morbo o la lágrima fácil, y manipulador como es, Dougie convence a Asher para que de limosna a una niña negra frente a las cámaras. Este no dispone de calderilla, así que suelta un billetaco tocho. Sin embargo, en cuanto oye la palabra "Corten!", corre a recuperarlo. Vamos, que se lo quita a la cría, y esta le lanza una maldición. A partir de ahí, Asher se obsesionará con el asunto. Y, aparentemente, las cosas comenzarán a ir de mal en peor. La cuestión es si dicha maldición existe o son paranoias del supuesto maldecido.
Lo que más llama la atención de "The Curse" -al menos a mí- son dos cuestiones. Por un lado, que todos los personajes, TODOS, sin excepción, son tremendamente turbios. No hay ni uno limpio. Abunda la hipocresía, la falsedad, la mala educación, el egoísmo, la crueldad, la frialdad, así como incontables situaciones incómodas y/o diálogos tensos o de pura vergüenza ajena. Eso mismo, la tensión, es una constante durante el visionado. Parece que en cualquier momento va a estallar la tragedia. El espectador medianamente atento se ve atosigado por cierto desasosiego. Una intranquilidad que provoca, justo, el comportamiento de los desagradables personajes, o detalles extra como la minimalista / extraña banda sonora y, sobre todo, el segundo aspecto que me encandiló desde el principio, el modo que "The Curse" ha sido rodada. En la gran mayoría de escenas, la cámara se sitúa a la lejanía, como si se mantuviese oculta. Usa el zoom para aproximarse y no disimula cuando hay objetos de por medio que impiden un plano limpio. Tenemos momentos en los que, directamente, oímos los diálogos, pero no podemos ver al actor que los recita. O solo la mitad de su cara. Algunas charlas dentro de un coche en marcha son rodadas desde el interior de otro situado justo al lado, sin ocultarlo. ¿Qué quieren? me fascinó y, como digo, contribuye mucho a la atmósfera atípica de la serie. Entiendo que, acorde a su trama, se trataba de replicar justamente las maneras de un "reality". Uno dentro del otro.
Llegado cierto punto, Dougie, que se muere por follarse a Whitney, la convence de que Asher es un lastre para su carrera hacia el éxito, así, deciden hundirle en la miseria. A partir de ese momento el pobre desgraciado vivirá en absoluta confusión, desconcertado sin entender nada de nada, convencido de que todo forma parte de la supuesta maldición y conteniendo una intensa rabia interior que veremos salir alguna que otra vez a lo largo de la serie. Sensacional cuando acude a un cursillo para ser más gracioso y hace el ridículo de manera absolutamente estratosférica. Aunque, tal vez, sean los problemas con su micro-polla lo más digno de ganarse un -como dicen ahora- "WTF!". Y no todo queda en palabras, nos la muestran alegremente en varias escenas, sujetada por su dueño y expulsando orines. Primer plano incluido, oiga. Flipante.
Mola cacho también el palo que "The Curse" suelta al mundo del artisteo, la pedantería, de los esnobs y vividores. Confluyendo todo ello en un personaje deliciosamente detestable, una tipa que estampa su firma en objetos encontrados y los vende carísimos con la excusa del apropiamiento como forma de arte. Además, responde al nombre de "Cara Durand" ¿¿cara dura??
Whitney es una pijilla obsesionada con ayudar a la humilde comunidad de La Española (en castellano y con ñ) aunque, en realidad, se trata más de limpiar la imagen de explotadora heredada de sus padres, propietarios de unas viviendas a precios abusivos e implacables a la hora de desahuciar. Junto a su maromo, el más bien patético Asher, ha construido una serie de elegantes y semi-futuristas casas ecológicas que quiere promocionar. Justo, aquí es donde entra en juego Dougie, quien se responsabiliza de dirigir un "reality" dedicado a narrar todo el proceso. Siempre buscando el morbo o la lágrima fácil, y manipulador como es, Dougie convence a Asher para que de limosna a una niña negra frente a las cámaras. Este no dispone de calderilla, así que suelta un billetaco tocho. Sin embargo, en cuanto oye la palabra "Corten!", corre a recuperarlo. Vamos, que se lo quita a la cría, y esta le lanza una maldición. A partir de ahí, Asher se obsesionará con el asunto. Y, aparentemente, las cosas comenzarán a ir de mal en peor. La cuestión es si dicha maldición existe o son paranoias del supuesto maldecido.
Lo que más llama la atención de "The Curse" -al menos a mí- son dos cuestiones. Por un lado, que todos los personajes, TODOS, sin excepción, son tremendamente turbios. No hay ni uno limpio. Abunda la hipocresía, la falsedad, la mala educación, el egoísmo, la crueldad, la frialdad, así como incontables situaciones incómodas y/o diálogos tensos o de pura vergüenza ajena. Eso mismo, la tensión, es una constante durante el visionado. Parece que en cualquier momento va a estallar la tragedia. El espectador medianamente atento se ve atosigado por cierto desasosiego. Una intranquilidad que provoca, justo, el comportamiento de los desagradables personajes, o detalles extra como la minimalista / extraña banda sonora y, sobre todo, el segundo aspecto que me encandiló desde el principio, el modo que "The Curse" ha sido rodada. En la gran mayoría de escenas, la cámara se sitúa a la lejanía, como si se mantuviese oculta. Usa el zoom para aproximarse y no disimula cuando hay objetos de por medio que impiden un plano limpio. Tenemos momentos en los que, directamente, oímos los diálogos, pero no podemos ver al actor que los recita. O solo la mitad de su cara. Algunas charlas dentro de un coche en marcha son rodadas desde el interior de otro situado justo al lado, sin ocultarlo. ¿Qué quieren? me fascinó y, como digo, contribuye mucho a la atmósfera atípica de la serie. Entiendo que, acorde a su trama, se trataba de replicar justamente las maneras de un "reality". Uno dentro del otro.
Llegado cierto punto, Dougie, que se muere por follarse a Whitney, la convence de que Asher es un lastre para su carrera hacia el éxito, así, deciden hundirle en la miseria. A partir de ese momento el pobre desgraciado vivirá en absoluta confusión, desconcertado sin entender nada de nada, convencido de que todo forma parte de la supuesta maldición y conteniendo una intensa rabia interior que veremos salir alguna que otra vez a lo largo de la serie. Sensacional cuando acude a un cursillo para ser más gracioso y hace el ridículo de manera absolutamente estratosférica. Aunque, tal vez, sean los problemas con su micro-polla lo más digno de ganarse un -como dicen ahora- "WTF!". Y no todo queda en palabras, nos la muestran alegremente en varias escenas, sujetada por su dueño y expulsando orines. Primer plano incluido, oiga. Flipante.
Mola cacho también el palo que "The Curse" suelta al mundo del artisteo, la pedantería, de los esnobs y vividores. Confluyendo todo ello en un personaje deliciosamente detestable, una tipa que estampa su firma en objetos encontrados y los vende carísimos con la excusa del apropiamiento como forma de arte. Además, responde al nombre de "Cara Durand" ¿¿cara dura??
En fin, podría seguir soltando atributos, pero no acabaría nunca, porque "The Curse" está llena de capas. Levantas una, y encuentras otra igualmente estimulante. Mejor me limitaré a recomendarles que se sienten ante sus diez capítulos con la mente abierta, ganas de pasarlo bien/mal, pero también de sorprenderse. Incluso desconcertarse. Tal vez luego les ocurra como a mí, y, concluido el visionado, echen de menos a su trío protagonista. Uno respaldado por nombres / rostros tan curiosos como los de Barkhad Abdi, el líder de los secuestradores en "Capitán Phillips", y nada menos que Corbin Bernsen, habitual en toda suerte de producto televisivo o subproducto cinematográfico. Sí, amigos, fue "El Dentista" en las dos epopeyas firmadas por Brian Yuzna. Ya les decía, muchos atributos... y de variado pelaje.
Si no lo digo, reviento: El capítulo final es DE TRACA.