Recientemente consumí, seguidas, dos películas con algunos puntos en común. Ambas eran de terror, muy actuales, modestas, aparentemente rutinarias y trilladas pero, por contra, sorprendentes en sendos aspectos. Lo suficiente como para que las viera enteritas y sin arrancarme la piel desesperado de aburrimiento.
"Godless: The Eastfield Exorcism" (conocida en algunos lugares de habla hispana como "El exorcismo de Eastfield" o "Anticristo: El exorcismo de Lara") es una película de... sí, eso que empieza por e. ¿Parece un chiste, verdad? necesitamos un exorcista que nos libere de tantas jodidas películas de exorcismos. Pero esta tiene un aspecto levemente distinto, más allá de su nacionalidad australiana (y de que se base en supuestos hechos reales, también harto recurrente). Gira en torno a una pareja. Ella anda haciendo cosas rarunas. Él, que es muy devoto, se convence de que está poseída por el diablo. Así que recurre a un exorcista, pero uno no demasiado oficial, ya que los del vaticano están muy atareados (haciendo películas para Hollywood, supongo) Y ahí es cuando te descolocas, porque resulta que el tipo tiene unos métodos que harían palidecer -aún más- al padre Merrin. Es el Harry Callahan de su gremio. Agrede, machaca, humilla al poseído. Dice tacos. Hace "bullying" a los demoños. Tanto que, en fin, podría llegar a pasarse. Y se pasa. Y yo, pues flipé mucho encontrando una peli de exorcismos en la que el exorcista vendría a ser el villano. Bien por Nick Kozakis, director (aunque en su ficha de Imdb tenga pinta de gilipollas), y Alexander Angliss-Wilson, guionista, básicamente debutando ambos en el cine comercial.Por otro lado tenemos "They Wait in the Dark". Si les cuento la trama, se dormirán encima del teclado: Huyendo de la mala vida que le daba su media naranja, una mamá + hijo recalan en la vieja casa familiar donde hubo un asesinato años atrás. Al poco, comenzarán a hacerse notar presencias que agreden a la mujer, con mucha mala baba.
Esto va a sonar feo (por adecuado que sea) pero, de entrada, te extraña que la protagonista sea tan poco atractiva. ¡¡Eh!! por mi bien, genial. Más humana. Pero es así. Y, no nos engañemos, se sale completamente del canon (más siendo una producción norteamericana). Luego descubres su condición lesbiánica. La media naranja, por tanto, vendría a ser más un medio limón. Vamos, que son del palo froti froti y, obvio, el hijo es adoptado. En eso que la otra anda pisándoles los talones. Y acabará dando con ella/os. Antes, te encontrarás con que el fantasma mal lechado es una mujer del mismo color negro que el hijo y, esta sí es buena -lamento el spoiler, pero lo merece-, resultará que las lesbis son las genuinas culpables de todo el asunto espectral. Es decir, las malas del culebrón.
Para cuando te has secado de la comisura de los labios la baba deslizante, termina la peli. Y dices "Anda, ¿y el WOKEismo permite esto?" No me ha dado por mirar reseñas en ninguna parte, pero seguro que habrá quien raje por ello. Yo, obvio es, lo aplaudo. Y aplaudo al instigador de todo, Patrick Rea, quien -por no alejarnos mucho del contexto- recientemente ha rodado un corto en tono de bufa titulado "The Exorcist: Parabellum".
Bien, ¿se puede comenzar a hablar de la vuelta a un cine de ideas menos políticamente correctas, menos complacientes con la audiencia? No por jorobar, ni buscar la polémica, solo porque, en fin, de todo debe haber en este mundo. E igual que existen hombres blancos heteros más malos que un barreño de tiña, también lo contrario es perfectamente válido. Al fin y al cabo, en eso consiste "integrarse". Lo pregunto porque ha pasado antes y todo es cíclico. Al final, el WOKEismo estallará y dará pie a la vuelta de un cine menos lameculero.... y también este estallará, y volverá el WOKEismo... incluso tal vez con mayor fuerza, pero para entonces seré tal pasa humana que, como suelo decir, me impogtagá un cagajo.