Hubo un tiempo en el que me reunía con amistades y mantenía alegres charlas cinéfilas. Justo, en una de las últimas, el ser humano al otro lado de la mesa habló de esta película. La había visto en un festival con resultados óptimos para él, pero no recordaba su título. Tampoco le culpen, ha vivido una existencia muy intensa a base de bebercios y demás sustancias insalubres, así que, probablemente, le fallen un poco las neuronas. No obstante, lo que me contó, dejó huella: Los habitantes de un edificio descubren con pavor que el exterior ha desaparecido, no hay nada, solo una oscuridad absoluta que, si osas traspasar, te cercena igual que mantequilla sufriendo los envites de una cortante hoja pre-calentada ¿¿A que suena chévere?? Nada más llegar a mi zulo, hurgué por las redes y di con los datos esenciales: "La Tour", producción franchute del 2022 firmada por un tal Guillaume Nicloux, que además de dirigir, escribe el guion. Raudo, revoloteé en mis fuentes habituales de cinefilia gratuita, y no di con ella. Tal vez más adelante. La espera se prolongó cerca de seis meses.
El argumento es justo el que les he contado. Y el que me explicó mi amigo. Siendo este como es no excesivamente aficionado al lado más palomitero / comercial del firmamento cinematográfico, con cierta inclinación a dar sermones político radicales de tendenciosa tendencia anarquista, hubiese sido lógico sospechar que "La Tour" estaría en las antípodas del género puro, respondiendo mejor al llamado arte y ensayo. Y así es. Una vez presentada la situación, lo demás consiste en cómo afecta al bloque de vecinos. Y ya se lo pueden imaginar, dado su origen francés. Entre las cuatro paredes habitan toda suerte de razas y credos. Malo, panfleto anti-racista. Es lo que me olí a los pocos minutos. Efectivamente, la cosa va un poco por ahí. Lo del velo negro que cubre el exterior pasa a ser bastante secundario, casi una excusa para regodearse en el drama. Y aquí entra en juego el asunto que comenzó a incomodarme hasta plantearme darle al "stop": La comida escasea... ¿Qué hacer? papearse a los animales disponibles, perros y gatos. Claro, es lo lógico, sí, pero... ¿a quién le apetece ver eso? Por fortuna ver, lo que se dice ver, no presenciamos el sacrificio de ninguna bestia, pero tampoco mola nada encontrárselos metidos en jaulas, cazuelas o colgando del techo, desangrándose.
¿Y por qué no la quité entonces? No sabría decir. Quizás fue curiosidad, descubrir hacia donde pensaba conducir aquello el Sr. Director. Estaba claro que no sería a un lugar más bonito. Pronto estallan las tensiones, humanas y raciales. Unos y otros marcan su territorio. Negocian. Intercambian. Siempre con malas maneras y reproches. Hay conflictos. Hay muertes. Y, poco a poco, las actitudes asalvajadas se incrementan, hasta el punto de preñar a las señoras.... para seguir disponiendo de alimento.
"La Tour" no es una película fácil. En cierto modo me ha recordado a otras dos: "A ciegas (Blindness)" (por lo incómoda, tanto como para ser sangrantemente despellejada en la interné) y aquella rareza titulada "Aniara", a la que le dedicamos un podcast en su día, donde se mostraban las consecuencias del despiadado aislamiento de un grupo de personas y sus terroríficas consecuencias, incluidos asesinatos, suicidios, locura, caos, devoción religiosa como respuesta a la desesperación y la cada vez más notoria ausencia de higiene y demás. Comparten también una serie de notables saltos en el tiempo (aunque de menor extensión) para mostrarnos el declive y la degeneración (¿¿más??) de todo ello.
El caso es que terminé de ver "La Tour". Rubricada, encima, por un final nada complaciente. Y, raudo, pillé el ordena y me puse a escribir esto. Así pues, podemos decir que estamos ante una película de esas que no dejan indiferente y exigen cierta predisposición. ¿La tienen ustedes?