
Sonny Liston fue un boxeador invicto, campeón de los pesos pesados, hasta que llegó Mohamed Alí y le dio bien duro, no una, sino dos veces. El parecido físico que tenía con Rhames es evidente, así que ¿quién mejor para interpretarlo?... pues el señor productor, of course. Estamos ante un biopic mas bien flojito pero que tampoco termina de aburrir, así que lo vamos viendo tranquilamente. Y el boxeador al que interpreta Rhames no es que sea una mega estrella, es más, en la película se hace hincapié en lo violento que era, y lo mal que caía a la gente, incluidos los de su propia raza...vamos, que el tal Liston no gozaba de popularidad precisamente. Tampoco tuvo una vida que contada a través de imágenes sea mismamente interesante. Un boxeador que se pega con la policía, apadrinado por el crimen organizado, que está más tiempo dentro de prisión que fuera y folla con una blanca escultural. Quizás por eso, por tener una vida sosa, el director Robert Townsed decide poner especial atención en los combates, siendo estos tan poco llamativos como los de verdad, luego el espectáculo queda en un segundo plano, dando protagonismo al realismo. Suenan fuertes esos golpes.... pero por ahí no hay ni un Balboa ni un Creed, sino una panda de gañanes ahostiandose con mucha ira.
Bueno, no hubiera visto "Phantom Punch" si no estuviera Rhames de por medio, que todo lo que hace genera en mi un gran entusiasmo. Ya es sabida mi devoción hacia el negrazo, si es que suelen leer este blog, así que duden todo lo que quieran de mis palabras, que esto para mí es gloria bendita. Yo, con ver a Ving Rhames el careto por la pantalla, ya me doy por satisfecho.