
Gerard Butler interpreta a un ingeniero que, un mal día, presencia el asesinato de su mujer y su hija en manos de unos cacos. Durante el juicio, y por aquellas cosas que tiene la ley, el más asesino de los dos sale en libertad condicional. Butler se queda a cuadros, pero no hace nada. Pasan diez largos años y, de pronto, la emprende con su venganza... pero una que queda bien lejos de ser previsible y facilona, la suya está calculada al milímetro, estudiada, planeada para que no solo paguen los criminales, sino la misma justicia, y lo hace valiéndose de sus propias "armas". Poco a poco, cacos, abogados y jueces van cayendo como moscas... sin embargo, Butler, que se ha dejado detener, está encerrado en la más segura de las celdas. ¡¿Cómo lo hace?!. Desvelar el misterio es parte de la gracia.
Pues sí, una de justicieros contada desde una perspectiva diferente, más de thriller que peli de acción y con un "héroe" que a medida que avanza la historia va pillando aires de villano, lo que no deja de ser original. Tiene sus escuetas pero contundentes dosis de violencia, destacando el cruento sistema, sádico y retorcido, que Butler utiliza para castigar -¡oh!, ¡he dicho castigar!- al asesino de su familia, más próximo de "Hostel" o "Saw" que de una peli de Charles Bronson.
Lo dicho, por un lado "decepciona" por no ser exactamente más de lo mismo... pero por otro, sorprende al enfocar el tema desde una óptica distinta y agrada al hacerlo de modo que resulte entretenido y muy interesante de seguir. Buen cine mainstream con todas las de la ley, recomendada.