miércoles, 18 de agosto de 2010

DOLL GRAVEYARD

A Charles Band, alguien la hizo creer, que las películas con muñequitos, se le dan bien… o eso, o es que las franquicias muñequiles le son francamente rentables, a juzgar por las inexplicables diez entregas de PUPPET MASTER. Pero si tenemos en cuenta que en sus dos intentos de auto plagiarse ( de plagiar mas concretamente la saga de PUPPET MASTER) con BLOOD DOLLS, y la que nos ocupa, no han tenido continuidad, es fácil pensar que no le ha ido muy bien con estas…
Y el caso es, que si BLOOD DOLLS es sin duda la película más infecta del tío Charles, también es cierto que DOLL GRAVEYARD, es su película de muñecos mas aceptable, incluso más que cualquier entrega de las mas agraciadas de PUPPET…
1910, un cruel padre, castiga a su hija severamente porque cuando estaba jugando con sus muñecos de goma, rompe un jarrón. Le hace cavar la tumba donde enterrará para siempre a sus muñecos. 2005, un joven aficionado a las figuras de acción que vive justo en la zona donde eso ocurrió, desentierra por azar uno de esos muñecos, al que tras limpiarlo le dedica un lugar en su estantería.
La hermana mayor de este prepara una fiesta, y los tipos garrulos de turno acuden allí, y para que el jovencito no moleste, le amordazan y rompen alguna de sus figuritas. Sin explicarnos nada, el muñeco desenterrado cobra vida, los muñecos restantes también y convierten la fiesta de “teens”, en una carnicería.
¿Saben por qué DOLL GRAVEYARD, resulta una película de lo más potable y entretenida? Por su duración, alcanza los 60 minutos por los pelos. Y en esos sesenta minutos está todo bien condensado y estructurado, y aunque la historia se desarrolla prácticamente en un solo decorado y hay pocos personajes, las matanzas de estos muñecos son suficientemente burrillas como para tenerla en consideración, no escasea la sangre y, curiosamente, de ritmo anda bien servidita, algo no muy habitual en las producciones Full Moon.
Me resulta muy curioso que, aunque estos muñecos derramen sangre, al igual que a partir de la tercera parte de PUPPET MASTER, estos no son los malos de la función. Justifican sus fechorías “Splatter” cargándose a los tipos antipáticos que están haciendo la vida imposible a nuestro “good guy” protagonista. ¿Es que tiene Charles Band algún trauma infantil por el que los muñecos no puedan ser asesinos despiadados y sádicos sin mas?
Eso si, si en PUPPET MASTER las marionetas tienen menos carisma que un calcetín, y en BLOOD DOLLS, directamente pasan inadvertidas, a nivel carisma los muñecos de DOLL GRAVEYAR, con su copia del mítico “Tunneler” incluida, no existen.
De lo mejorcito de la Full Moon de este siglo. No es ridícula, ni auto paródica, ni cachonda. Es bastante sobria y contundente.