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viernes, 15 de diciembre de 2017

THE TOYMAKER

“The Toymaker” pertenece a la franquicia de subproductos con muñeco chungo iniciada por “Robert the doll” y seguida por "The curse of Robert the doll".
“The Toymaker” se ha ganado mis simpatías por lo loco de su propuesta —aunque luego el resultado no funcione al 100%— y es que plagia y combina, sin ningún tipo de vergüenza, elementos de películas tan dispares que uno se pregunta si de verdad sus artífices son estúpidos, o creen que el espectador es subnormal profundo.
Y es que ¿Se acuerdan ustedes de los 15 minutos iniciales de “Malditos Bastardos” de Tarantino en los que unos granjeros esconden a un fugitivo del régimen nazi, y estos son interrogados por un oficial que acaba descubriéndolos y matándolos, a la vez que la hija de aquellos logra huir campo a través? Pues esa escena, tal cual, está rehecha en este “The Toymaker”. Cambian algunos diálogos, la ambientación está resuelta con el culo, pero es la misma escena se mire por dónde se mire.
En su huida, una bala alcanza a la chica, por lo que con mucha dificultad llega hasta el hogar de un fabricante de juguetes, al que da un libro buscado por los nazis. El contenido de este sirve para que el juguetero pueda dar vida a sus muñecos, incluido el mentado Robert. Como en “Puppet Master”. Curioso. Resulta que, a la vez que "The Toymaker", se ha lanzado la última película de la "Full Moon", nada menos que “Puppet Master XI: Axis Termination”, la tercera entrega de la “Axi’s Trilogy”, la trilogía ambientada en la Alemania nazi con las marionetitas siendo las heroínas de la función. Para más inri, la frase promocional de “The Toymaker” reza “There´s a new Puppet Master in town” (hay un nuevo Puppet Master en la ciudad), por lo que no esconden en ningún momento sus referencias.
Y para que no nos olvidemos del origen de esta franquicia "exploit", este juguetero también da vida a un muñequito con forma de payaso (que los payasos están de moda tras la nueva adaptación de “It”), y a una muñeca pepona que se llama… ¡Isabelle! Con lo cual tenemos una película que explota intencionadamente títulos como “Anabelle”. “Pupper Master”, “It” y “Malditos Bastardos”.
Al personaje del juguetero anciano lo interpreta un actor joven. Quizás con miras a hacer precuelas en las que este aparezca con menos años (¡como André Toulong en Puppet Master!) El respectivo maquillaje y las prótesis son dignas de una peli amateur, solucionadas a base de una calva de mierda y algodón para hacer el pelo blanco. Un cantazo. 
No obstante, con las nuevas tecnologías a disposición de cualquiera hoy en día, resulta que la fotografía es excelente y digna de una producción mainstream.
Y aunque al final "The Toymaker" es aburrida, me resulta curiosa, simpática, y he de reconocer que los momentos que mejor funcionan son lo que se está copiando de Tarantino. Mucho mejor que “Robert the Doll”.
Los responsables de esta cinta y de otras de similar índole como “Kill Kane” (Plagio de “Kill Bill” ) “The Amityville Asylum” o  “Poltegeist Activity” —manda cojones— son la gente de "North Bank Entertainment", productora capitaneada por el director Andrew Jones, al que le ha ido muy bien en el mercado del vídeo con este tipo de películas y al que ya muchos señalan como el sucesor de Charles BandJones es un tipo vivaracho, fan de la "Full Moon" que no duda en reconocer una obsesión enfermiza por la saga “Puppet Master” con la que se ha criado. Quiso con esta tercera película del muñeco Robert, hacer su propia “Venganza de los muñecos”. ¿No les resulta entrañable? A mi sí... a pesar de que con ello me contradiga según lo comentado hasta ahora.
Un tipo que se declara fan de “Puppet Master” y de Charles Band, no deja de ser un ingenuo. ¿O tal vez un oportunista? Ya veremos.

lunes, 9 de agosto de 2010

PUPPET MASTER: AXIS OF EVIL

La décima entrega de esta ya longeva saga (iniciada en 1989) tiene tantos puntos a su favor, como los tiene en contra.
Es curioso. En pleno 2010, y en mi ingenuidad, pensaba que con este PUPPET MASTER: AXIS OF EVIL, me iba a encontrar una actualización de los personajes, quizás una nueva película un pelín más currada, un regalito actual para el nutrido grupo de fans… Pero no; el señor Band, no tiene ni el más mínimo respeto por sus personajes-insignia, aquí de lo que se trata es de sacar pasta, mucha y rápido, y sabiendo que los fans, como tales, comprarán el dvd sea como sea la película, ¿Para qué currárselo entonces? Así que contrato a Decoteau, que hace pelis como churros, y doy más de lo mismo, pero mucho peor. Eso si, en la página web de Full Moon, packs, cofres, ediciones especiales con camiseta y Trading cards, que no falten… todo un arsenal de mechadising, ¡para una película que es una puta mierda! Pero por otro lado, ¿Qué película de esta saga no es una mierda? Es más desde la sexta THE CURSE OF THE PUPPET MASTER (JUGUETES ASESINOS se título aquí) y con la excepción de PUPPET MASTER VS. DEMONIC TOYS, que se sale un poco de madre, por aquello del “Crossover”, todas llevan la misma línea que esta: Los muñecos son los buenos (que hasta la tercera eran los malos), el ritmo es lento y los asesinatos nada del otro mundo. Y ¿para qué hablar del Gore? Este es casi inexistente.
O sea (y esta es la parte buena) que se mantiene fiel a lo que es la saga, nada de florituras, las putas marionetas mal moviéndose por ahí, y listo ¿Para que más?, pero es que en esta en concreto, el espectador tiene que enfrentarse a una hora de insustancial “bla, bla, bla” y a diez minutos de marionetas, menos animadas que de costumbre. Así que sin despeinarme, digo que estamos ante la peor película de la saga. Y encima, tienen la poca vergüenza de taparnos la boca con la presentación de una nueva marioneta, como diciendo “Si, ya sabemos que esto es una mierda, pero mirad, ¡Os traemos una nueva marioneta, no os olvidéis de comprar la replica y completar vuestra colección!” El bichejo en cuestión es, encima, el menos atractivo de los Puppet Master, un Ninja, con la sangre del hermano del protagonista dentro, que lanza estrellas Ninja.
Y como en esta Saga, no hay un orden cronológico, se saltan a la torera las fechas, volvemos atrás en el tiempo, a los años treinta, la película empieza, justo en el flash-back de la primera película donde se suicida André Toulong, presentándonos a un joven amigo del titiritero que se hace cargo de las marionetas tras su muerte. En un inicio potente, que augura una película entretenida (no acaba siendo así), y en un alarde de frugalidad, resuelven los primeros diez minutos de película, reaprovechado material usado y (descartado también) de la primera película, mezclándolo con lo rodado hoy, quedando todo guay, para luego dar paso a los títulos de crédito, y ya la película se va a la mierda.
Este joven amigo de Toulong, planea matar a los asesinos de su amigo, aprovechando que estos, Nazis que se han aliado con unos Japoneses (¡) van a poner una bomba en un sitio y el sabe cual es. Como tiene las marionetas, estas le ayudarán. Esta es la estúpida premisa de esta décima película que, para terminar, según la vamos viendo, tenemos que hacer esfuerzos para recordar que están en los años treinta, de lo mal ambientada que está.
Y si en la primera película, el papel de André Toulóng lo interpreto William Hickey y en el resto Guy Rolfe, en esta, vuelve a ser William Hickey quien lo interpreta… ¡y eso que está muerto! ¡Menudos sinvergüenzas los Band y la Full Moon!

jueves, 27 de agosto de 2009

PUPPET MASTER VS. DEMONIC TOYS

Desde que a alguien se le ocurriera juntar en el cine a "Freddy" y a "Jason", han sido varios los “crossovers” que, con mayor o peor fortuna, han pululado por las pantallas, y en esta ocasión, y para la maravillosa televisión por cable, Ted Nicolaou, el director de la entrañable "TerrorVision", dirige este "Puppet Master vs. Demonic Toys". Los más entrañables muñecotes de la "Full Moon", la troupe de "Puppet Master", haciendo de los buenos de la función y batallando contra los muñecotes que no calaron tanto en el personal, "Demonic Toys", pero tampoco son nuevos en esto del "crossover", teniendo uno tiempo atrás con "Dollman".
El bisnieto del "Puppet Master" original crea una formula química, con la que poder revivir de nuevo a sus marionetas. Mientras, es espiado por la mecenas de "Sharpe Toys", compañía que planea una posesión demoníaca masiva, regalando sus juguetes a todos los niños de América. El problema es que estos no obedecen, y por eso quiere robar la formula, para ponerlos en cintura. El bisnieto, sus criaturas y una mujer policía tratarán de impedírselo.
Aunque la película funciona con un moderado entretenimiento, la falta de medios es notable y se aleja del gore como la extrema derecha del aborto, con lo cual el aficionado se queda un tanto frustrado. Hay un buen reventamiento de ojos, pero que dura un segundo, por lo demás ni una mísera gota de sangre.
Tenemos como protagonistas a dos “loosers” que en antaño vivieron tiempos mejores, pero que han sido relegados a protagonizar (cuando les dejan) absurdas parodias de sí mismos: Corey Feldman y Vanessa Angel. Bisnieto él, empresaria diabólica ella.
Feldman se supone que hace de un hombre mayor de cincuenta y pico años, y no da el pego, aunque le hayan teñido el pelo de gris. Además, es padre de una hija que en la vida real tendrá más o menos su edad y, lógicamente, la cosa chirría. El actor realiza una sobreactuación descomunal totalmente intencionada, forzando la voz con el fin de parecer mayor. Y es una pena, porque se le podía sacar partido, pero está condenado a ser un caricato.
Vanessa Angel, que ya nos la puso bien gorda en "Vaya par de idiotas", se ha hecho mayor, se ha operado todo lo operable y ahora, en vez de provocar a nuestras libidos, la verdad es que da grima.
La peli es malilla, obviamente, pero se deja ver y ofrece un ratillo ameno.
Ésta sería la novena entrega de la saga "Puppet Master", y no se cual de los "Demonic Toys".

viernes, 24 de agosto de 2018

PUPPET MASTER: THE LITTLEST REICH

“Puppet Master: The Littlest Reich” la decimotercera entrega de la saga iniciada por David  Schmoeller para la Full Moon de Charles Band en 1989, a rasgos generales una gamberrada. Una travesura perpetrada por un grupo de talentosos amigos que con la excusa de otorgarle cierto prestigio a una saga de películas cuyo mayor handicap es que son muy malas, se lo pasan estupendamente haciéndole una limpieza de cara, donde lo que predomina es el exceso por el exceso, el grand guiñol en la más amplia acepción del término. Porque entre otras muchas cosas “Puppet Master: he Littlest Reich” es la película más sangrienta y salvaje que he visto en mucho tiempo.
Hay que tener en cuenta que son pequeñas marionetas las que perpetran estos crímenes, por lo que, aún sangrientos, no hay que tomarse estos muy en serio; El film pretende ser una suerte de “Braindead, tu madre se ha comido a mi perro”, para que me entiendan, una astracanada gore. Sin embargo, todo lo grotesco, excesivo y humorístico solo hace acto de presencia en el film con la presencia de los muñecajos, porque el resto de la película, las tramas y los personajes, desprenden seriedad de película adulta. Y esa combinación de seriedad casi austera —y hasta me atrevería a decir que contemplativa— con el desfase de sangre y vísceras que suponen las intervenciones de los muñecos, me parece de una originalidad  envidiable.
Ahora; hace unos días que se ha estrenado y el fandom, tan caprichoso como dañino, no parece haberse tomado estos cambios muy bien, y es que yo creo que esa panda de pazguatos querían más de lo mismo, es decir, otra entrega con los muñecos siendo los buenos de la función, en la segunda guerra mundial, resolviendo conflictos; otra más de la “Trilogía Axis”, o lo que es lo mismo, otro puto coñazo.
Y es que en resumidas cuentas lo que trae “Puppet Master: The Littlest Reich” es una nueva entrega un tanto más sofisticada, con algo más de presupuesto y con rostros populares, pero al fin de al cabo no deja de ser una serie B en toda regla. ¿Acaso se esperaban una producción de alto copete? No, no lo es. Y los artífices saben en el terreno que juegan.
Así que, por lo que a mí respecta, “Puppet Master: The Littlest Reich” supone lo mejor que le podía pasar a una franquicia que después de mogollón de entregas y miles de muñequitos vendidos por el mundo sobrevivía a base de simpatía. Todavía recuerdo el primer intento de lavado de cara de la misma con “Puppet Master: Axis of Evil” que consistía en haber sido rodada en 35 mm. en tiempos en los que Full Moon ya grababa sus productos únicamente en vídeo, y en consecuencia, abarataba costes por todos lados repercutiendo en el gore, que ya no había, y convirtiendo la franquicia en una cosa para toda la familia. Aquello si fue lamentable. Pero esta nueva entrega es genial.
La causa de que los fans hayan sacado el cuchillo, es que quizás no entiendan el ritmo con el que esta está rodada, la cadencia que imprime el guion, o la gran broma que en el fondo es la película; querer darle dignidad a una saga cuyo mayor valor es que no la tiene es estúpido, así que los directores Tommy Wiklund y Sonny Laguna, responsables de esa película tan deudora de “Posesión Infernal” y que aquí se tituló, valga la redundancia, “Wither (Posesión Infernal)” se dejan querer por el guion de uno de los grandes genios del cine de género independiente de este siglo, el gran S. Craig Zahler director de las magistrales “Bone Tomahawk” y “Brawll in cell block 99” y tomándose un poco a cachondeo el material cuando toca, incluso intentan imitar el estilo del guionista cuando dirige, pausado, envolvente y luego se desmelenan cuando salen los dichosos muñecos, igual que Vince Vaughn lo hacía machacando cabezas en “Brawll in cell block 99”. ¿Qué es lo que me gusta? Que noto la mano de sus autores durante toda la película. Y se trata de una buena peliculita. ¿El fan medio de la serie? Bueno, probablemente sea demasiado inepto para comprender lo necesario del cambio y la excelencia, y la manera de hacer las cosas de los nuevos responsables de la franquicia —que ya han anunciado que continuarán con la saga—. Pero Laguna, Wiklund y Zahler, se pueden acostar tranquilos.
La cosa nos sitúa exactamente 30 años después de una matanza (o sea, que los acontecimientos de la primera película puede que sí los tengan presentes en este reinicio) que tenía que ver con el titiritero André Toulon y sus siniestras marionetas. Con motivo del aniversario de estos asesinatos se celebra en un pueblo americano una convención en la que los asistentes subastarán muñecos originales pertenecientes a Toulon, por lo que se reunirán en un hotel. Y por fuerzas místicas de la naturaleza, las marionetas a subastar cobraran vida, cobrándose vidas. Y comienza el festival de sangre y vísceras
Estupenda.
Tenemos en la película a todas las marionetas clásicas, Blade, Tunneler, Pinhead o Torch, a las que les han variado un poco el aspecto —sobre todo a Blade— con el fin de modernizarlas, y además se incluye una colección de nuevos muñequitos que incluyen a un sapito sonriente, unos robots que vuelan con una hélice, y la estrella de la película, Junior Führer, un bebé gateador con cara de Hitler, cuya presentación en la película es medio de una escena dinámica es motivo suficiente para detener la acción, hacer un primer plano del muñeco y que uno de los protagonistas diga “Es Junior Führer” subrayando así la posible importancia que pueda tener el nuevo muñecajo en posteriores minutos y/o películas.
Por otro lado, se le da especial importancia en la película al mundo del cómic, hasta tal punto que el protagonista es un dependiente de una tienda de cómics y que además los dibuja, así como las ilustraciones de los títulos de crédito están realizadas por Benjamín Marra, un autor de cómic underground con cierto culto en todo el mundo.
En el reparto tenemos al soso de Thoman Lennon, la maravillosa Jenny Pellicer, una rubinchi con raíces noruegas y mexicanas que además de ser una buena actriz, está como para enamorarse de ella mil millones de veces (de hecho, ya lo estoy!!). Por supuesto, el plato fuerte lo ponen las presencia secundarias de actores muy queridos y caracteristicos del cine fantástico, por lo que tenemos a Udo Kier haciendo de André Toulon, Barbara Crampton (¿Cómo es posible estar tan bien con 60 años?) como la guia policial del tour al que asisten los protagonistas o  Michael Paré, como el detective que flipará ante los acontecimientos de esa convención.
Como ya he dicho, esupenda.

miércoles, 30 de enero de 2013

PUPPET MASTER X: AXIS RISING

Nueva entrega de la saga “Pupper Master”, la undécima en número, y la décima de manera oficial (recordemos que “Puppet Master vs.Demonic toys” no forma parte del catálogo de “Full Moon”), tomando las riendas de la dirección para la ocasión, el indómito Charles Band. No encuentro una diferencia palpable entre su dirección y la de David DeCoteau que se encargaba de la saga desde hace ya tiempo.
Se ve que funcionan mejor cuando se traslada la acción en el pasado, continuando cronológicamente con “Puppet Master: Axis of evil” ambientándolo todo en plena segunda guerra mundial. La ambientación, como de costumbre en los últimos títulos, es de pena.
Resulta que el ejercito nazi tiene a un científico secuestrado para que idee una formula que haga resucitar a los muertos. Por una serie de circunstancias, una de las marionetas, Tunneler, cae en sus manos, y descubre que lo que hace que estas marionetas cobren vida, es un suero verde que tienen en su interior. El científico intenta sintetizar ese suero para que sirva para dar vida a las personas humanas, pero entre tanto, se entretiene dando vida a unas marionetas de su invención. Un inciso: Como los sueros verdes fosforito no tienen derechos de autor, el Señor Band, tiene la poca vergüenza de darnos a entender, que el origen del suero verde de “Re-Animator”, tiene su origen en “Puppet Master”, y no pocos son los planos en los que el científico blande su jeringa a lo Herbert West. Incluso en un momento de la banda sonora, suenan los primeros acordes de la banda sonora de “Re-Animator”, cuando aparece en escena una jeringa repleta de suero verde. Hay que tener mala idea.
Total, que las marionetas de siempre, que desde la sexta entrega son buenas, y que ahora están junto a un joven militar que las encontró en su casa, irán en busca de Tunneler y se las tendrán que ver con las nuevas marionetas malas, esta vez unas cuantas, y que serviran para que los fans puedan comprarse los muñequitos posteriormente.
Nada nuevo, lo de siempre, muy parecida a “Axis of Evil”, con mucho e interminable “Bla, bla, bla” de lo más intrascendente y aburrimiento extremo en cada uno de los fotogramas.
Ni siquiera la presencia de las nuevas marionetas (Una Ilsa nazi, un hombre lobo nazi, una especie de tanque con cabeza y aspecto de Darht Vader y un japonés Kamikaze que suelta frasecitas) ni los enfrentamientos entre marionetas buenas y marionetas malas, hacen de esta película algo fresco y merecedor de un visionado. A cada nuevo título, la saga va a peor, y eso que el listón ya estaba demasiado bajo.
Destacable únicamente por la coñita a “Re-animator”, ni tan siquiera somos testigos de asesinatos y sangre como antaño. La saga ha dejado de pertenecer al género de terror para pasar a convertirse en cine bélico y/o de aventuras, de cuarta categoría.
Aburridísima, espantosa, absurda, nada interesante. Y sin embargo, en los USA se siguen esperando sus entregas con expectación, su merchadising, y es la saga mimada de “Full Moon”, de hecho, las dos últimas películas de la serie han sido rodadas en 35 mm.  mientras que ellos llevan ya años trabajando en vídeo para el resto de sus producciones.Ver para creer.

miércoles, 18 de agosto de 2010

DOLL GRAVEYARD

A Charles Band, alguien la hizo creer, que las películas con muñequitos, se le dan bien… o eso, o es que las franquicias muñequiles le son francamente rentables, a juzgar por las inexplicables diez entregas de PUPPET MASTER. Pero si tenemos en cuenta que en sus dos intentos de auto plagiarse ( de plagiar mas concretamente la saga de PUPPET MASTER) con BLOOD DOLLS, y la que nos ocupa, no han tenido continuidad, es fácil pensar que no le ha ido muy bien con estas…
Y el caso es, que si BLOOD DOLLS es sin duda la película más infecta del tío Charles, también es cierto que DOLL GRAVEYARD, es su película de muñecos mas aceptable, incluso más que cualquier entrega de las mas agraciadas de PUPPET…
1910, un cruel padre, castiga a su hija severamente porque cuando estaba jugando con sus muñecos de goma, rompe un jarrón. Le hace cavar la tumba donde enterrará para siempre a sus muñecos. 2005, un joven aficionado a las figuras de acción que vive justo en la zona donde eso ocurrió, desentierra por azar uno de esos muñecos, al que tras limpiarlo le dedica un lugar en su estantería.
La hermana mayor de este prepara una fiesta, y los tipos garrulos de turno acuden allí, y para que el jovencito no moleste, le amordazan y rompen alguna de sus figuritas. Sin explicarnos nada, el muñeco desenterrado cobra vida, los muñecos restantes también y convierten la fiesta de “teens”, en una carnicería.
¿Saben por qué DOLL GRAVEYARD, resulta una película de lo más potable y entretenida? Por su duración, alcanza los 60 minutos por los pelos. Y en esos sesenta minutos está todo bien condensado y estructurado, y aunque la historia se desarrolla prácticamente en un solo decorado y hay pocos personajes, las matanzas de estos muñecos son suficientemente burrillas como para tenerla en consideración, no escasea la sangre y, curiosamente, de ritmo anda bien servidita, algo no muy habitual en las producciones Full Moon.
Me resulta muy curioso que, aunque estos muñecos derramen sangre, al igual que a partir de la tercera parte de PUPPET MASTER, estos no son los malos de la función. Justifican sus fechorías “Splatter” cargándose a los tipos antipáticos que están haciendo la vida imposible a nuestro “good guy” protagonista. ¿Es que tiene Charles Band algún trauma infantil por el que los muñecos no puedan ser asesinos despiadados y sádicos sin mas?
Eso si, si en PUPPET MASTER las marionetas tienen menos carisma que un calcetín, y en BLOOD DOLLS, directamente pasan inadvertidas, a nivel carisma los muñecos de DOLL GRAVEYAR, con su copia del mítico “Tunneler” incluida, no existen.
De lo mejorcito de la Full Moon de este siglo. No es ridícula, ni auto paródica, ni cachonda. Es bastante sobria y contundente.

viernes, 1 de marzo de 2024

MIRACLE VALLEY

Del fenómeno “The Room”, queda nada más que lo que dé de sí la película.
Conscientes sus máximos representantes, Tommy Wiseau y Greg Sestero, que el film que perpetraron allá por 2003 se convirtió en una especie de circo y, 20 años después, todavía les permite viajar por el mundo haciendo presentaciones y ganando algún dinerito, la manera natural de afrontar sus carreras posteriormente es continuando un poco la senda de aquello que les dio éxito. Pero me da la impresión que ni ellos mismos comprenden el por qué “The Room” es única e irrepetible. En su ingenuidad, los intentos de exprimir el fenómeno no les salen ni medianamente bien; ahí está ese binomio titulado “Best F(r)iends” —que algún día aparecerá reseñado por aquí— o la película de tiburones acometida por Wiseau, inconsciente de que “The Room” nada tiene que ver con esa corriente dentro del cine independiente consistente en hacer películas voluntariamente malas y/o bizarras, y más con el subgénero en boga que es el de tiburones asesinos. No van por ahí los tiros de su película más popular, aunque el recibimiento por parte de los seguidores de esos subproductos le han hecho creer al desgraciado que sí. Wiseau y Sestero no logran repetir “The Room” ni aunque lo intenten.
Sin embargo, en ese sentido, si alguno de los dos puede salir ganando, es Wiseau, porque a su infame personalidad hay que sumarle una tremenda ingenuidad derivada de un evidente problema de salud mental. No así Sestero, que es un individuo normal y corriente. Si se adscribe a esta manera de hacer (y ver) cine, es probablemente porque no le queda otra. Entonces, podemos verle acompañando a Wiseau en el reparto de cualquier película independiente y mercenaria, asumiendo el choteo que trae consigo su mera presencia, pero, a las primeras de cambio, para desmarcarse saca un libro contando su experiencia en esa locura que fue “The Room”, el aclamado “The Disaster Artist”, o emprende algún tipo de producción que lo desvincule de todo el universo Wiseau —aunque utilice su nombre con fines promocionales—.
Así llegamos al debut de Greg Sestero como director, que además protagoniza, escribe y produce. Una película barata, normal y corriente esta “Miracle Valley”. En ella, un fotógrafo de aves se va con su pareja a ojear unas especies, cuando, en medio del desierto, topan con una siniestra secta que les complicará la existencia. Trama sencilla, mil veces vista y terriblemente insulsa en manos del novato director.
Sestero con esta película no quiere saber nada del estilo “The Room” ni de la serie Z en la que sobrevive como actor desde hace más de 20 años —recordemos que su primer papel relevante fue como joven André Toulong en una de las más sosas secuelas de “Puppet Master”, “Retro Puppet Master”—, por lo que deja entrever sus influencias que van desde el cine independiente de sectas (al estilo “Red State”, “El Infinito”) hasta el "rape & revenge" (según el director, tiene muy presente “Las colinas tienen ojos”) pasando por, obvia e irritantemente, Quentin Tarantino, al que no copia más porque no sabe y al que detectamos en los posmodernos títulos de crédito de “Miracle Valley”. También hay un poco de gore, porque Setero sabe que la chicha vende.
¿Cuál es el resultado de todo este mejunje? La nada más absoluta. Greg Sestero quiere hacer una película de corte personal, seria y con posibilidades de ser presentada en los diversos festivales de cine fantástico y/o independiente que pueblan el mapamundi. Es un tipo soso e insulso, casi dan ganas de darle una colleja para que espabile, y eso se transmite en una película cuya mayor virtud es que es tan aburrida, que cada 5 minutos nos vemos tentados a dar al stop de nuestro reproductor. Porque no pasa nada. Y aguardamos pacientemente, y sigue sin pasar nada. Y fin.
Sin embargo, es lo que podíamos esperar de un tipo como él. Lo contrario sería encontrarnos con una película vibrante y emocionante, porque eso iría contra natura, del mismo modo que no localizamos película de su colega Tommy Wiseau que, aun comedida, no sea excesiva, porque Wiseau es excesivo.
Lo que nadie puede negar es que, en ese sentido, ambos son auténticos autores.
Como sea, este “Miracle Valley” es lo peor de lo peor. Pero no lo peor de lo peor que hace risa, sino lo peor de lo peor que es inaguantable. Y eso es un handicap con respecto a las otras películas en las que el actor/director ha participado de alguna manera, porque en la sala en la que se proyecte no va a haber chascarrillos ni vítores, solo bostezos.
Sin embargo, y quizás por los tiempos que corren en el que los formatos cinematográficos se han estandarizado, técnicamente resulta bastante competente, por lo que no se la puede considerar una película genuinamente mala o cine "trash". Es sencillamente, un coñazo. Uno de los más grandes.
Por lo demás, Sestero se escribió el guion en tan solo 13 días, y se encarga de parte de la fotografía (que me parece cojonuda, lo que falla es el resto), demostrando que, al final, a rasgos generales no es un completo incapaz.
Durante la producción de “The Disaster Artist” de James Franco, Greg Sestero hizo buenas migas con los hermanos Franco, en concreto con el más desconocido de los tres, Tom, que se atreve a producir íntegramente la película, así como marcarse un cameito.
Insufrible. Véanla solo dependiendo de si su nivel de curiosidad es lo suficientemente alto como para enfrentarse a un collage realizado por los alumnos de educación especial de cualquier colegio concertado de la periferia.

sábado, 8 de febrero de 2014

DOLLMAN

Producto de la primera época de "Full Moon Entertainment", el -entonces- nuevo juguete de Charles Band, años antes de su inevitable y despiadada -actual- decadencia. Previamente a "Dollman" (1991), tenemos la primera "Puppet Master", "Subspecies" o "El pozo y el péndulo" y justo después encontramos "Netherworld", "Demonic Toys" o "Semilla negra". Ninguna destaca por sus valores cinematográficos, pero al menos tenían algo de entrañable y simpático, cosa que no podemos decir de las más recientes producciones de la casa. Eran los tiempos en los que a "Full Moon" la distribuía por video-clubs españoles nada menos que "Paramount", lo que no dejaba de resultar un poco chocante. Band se lo montó muy bien dando a todos sus productos un empaque parecido, con un diseño caratulil bien atractivo destinado a los fans del fantástico e incluso de los comics. Muchos fuimos los que picamos.
Situémonos. Resulta que hay un planeta llamado Arturo (????) que, una vez traspasas su atmósfera y te acostumbras al tono sepia que todo lo inunda, encuentras algo que no dista mucho de lo que tenemos en la tierra. Hay personas que hablan en inglés, existe la delincuencia, incluso la policía se llama policía y, por si eso fuera poco, tienen a su propio tipo duro, odiado por sus superiores pero infalible a la hora de imponer la ley, aunque sea a lo bruto. Un día se sube a una nave y sale tras el villano de turno, una cabeza con los dientes podridos pegada a un platillo. Traspasan un especie de agujero de gusano y llegan a nuestro hogar azul. Una vez aquí, resulta que miden solo 30 centímetros de altura (el de la cabeza voladora menos, se entiende), lo que no les frenará a la hora de seguir dando tiros o hacer el mal. Concretamente, el villano engatusa a un delincuente de baja estofa -y su gang- contra el que lucha la prota femenina, hispana y madre soltera para más señas. Esta contará con la ayuda del miniaturizado poli duro, "Brick Bardo", sobre todo cuando sea secuestrada por los chicos malos del barrio.
Resulta muy fácil comparar el personaje de Tim Thomerson, el mentado "Bardo", con "Harry el sucio", pero es que la propia película invita a ello, sobre todo al principio, con el super-poli llegando a la escena de un secuestro con la misma parsimonia, idéntico desdén y actitud pasotista del mítico -y maravilloso- personaje encarnado por Clint Eastwood, del que Thomerson toma prestados muchos tics, especialmente lo de hablar casi en susurros y la penetrante mirada lacónica. Cuando "
Brick Bardo" cambia de escenario y el actor decide darle vida de modo sutilmente distinto, el regusto "Harrycallahanesco" inicial se pierde.... para mi mayor tristeza. Y es que, encima, luce un mega-pistolón con la capacidad de hacer estallar los cuerpos contra los que dispara (por aquello de que, una vez en gigantelandia, siga siendo un arma útil) y que nos proporciona algunos de los -pocos- momentos jugosamente "gore" de la función. Pues bien, dicha arma se parece mogollón -si es que no es directamente la misma- a la "automag 44", la versión automática de la famosa "Magnum 44", la que lucía "Harry, el sucio" himself en la ettttupenda "Impacto Súbito".
Como le ocurría a muchos de los productos "Full Moon" del periodo, lo que aquí tenemos es una buena idea, un buen concepto, arruinado por la lógica falta de medios. Supongo que no deberíamos culpar a sus responsables, sino aplaudirles por intentar hacer algo así con tanta poca guita en plenos años 90... pero es que, joder, es taaaaaan coñazo. Es decir, resuelven la papeleta como lo haría un Jim Wynorski cualquiera, a base de diálogos y diálogos, y escenas de transición, sobre todo con el personaje de Thomerson, que cuando va de un extremo del decorado a otro, y supongo que con la excusa del tamaño, se toman su tiempo. Luego, los efectos especiales se resuelven por la vía cómoda, a base de plano y contraplano, rara vez se integra al enanito en una imagen dominada por gigantes, y cuando lo hacen pues tiran de croma chungo. También hay decorados que se tambalean y "madelmans" en plan "stand in". Ya saben cómo es esto, no bases tu puñetera película en un reclamo que luego no explotas, maldito. Claro que esa es la gracia de todo esto, por mucho que nos joda. Y nos jode.
Tal vez la mejor idea de la peli sea que al final el jefe de la banda callejera se rebota al cabezudo criminal espacial y se lo carga de un manotazo, para pasar a ser él el malo de la historia. Eso me gustó, no me lo esperaba. Algo es algo.
En el reparto, y dejando a un lado un actor tan "B" como Tim Thomerson, acostumbrado ya a papeles de esa índole (interpreta a "Jack Deth" en la saga -también "made in Band"- "Trancers", otra historia de poli duro desubicado tras un viaje inesperado a otro mundo/época/dimensión/wathever), tenemos un par de rostros bien reconocibles. El de Frank Collison es especialmente destacable por esa singular mueca de alucinado que ha paseado por "El terror no tiene forma", "Alien Nación", "Corazón Salvaje", "O Brother!", unas cuantas de M.Night Shyamalan y un buen puñado de títulos "mainstream". Aquí, como no podía ser de otro modo y embadurnado con un buen montón de látex, otorga vida a la cabeza volante. El otro aún resulta más llamativo, ya que se trata de un jovenzuelo Jackie Earle Haley, al que conocerás como "el nuevo Freddy Krueger" o el "Rorschach" de "Watchmen", pero que cuando comenzó anduvo por los pantanosos terrenos de la "serie B" (por llamarla de alguna manera) tal y como demuestran sus papeles en "Maniac Cop 3" y "Nemesis". Justamente, en esta última Haley repetía con el director de "Dollman", el entrañable Albert Pyun, de cuya extensa carrera en esto del cine de género de todos los colores y todas las categorías ya hemos hablado otras veces. Únicamente añadir que no era "Dollman" su primera colaboración con Charles Band, previamente se había encargado de dirigir una olvidable y aburrida infra-producción "Empire" titulada "Vicious Lips" (o, como se llamó en otros países, "Pleasure Planet" que mola mucho más). Hay que decir en su favor que intenta compensar todo lo "poco" a base de esa estética de contraluces y humaredas que era su especialidad en los ochenta, pero que pa 1991 ya andaba algo anticuada. Buen intento.
Por alguna extraña razón (la novedad, me supongo), "Dollman" funcionó en lo suyo, tanto como para generar una secuela en la que Band -siguiendo la estela de la "Marvel"- la mutaba con otra de sus películas de éxito, "Demonic Toys", "Juguetes Asesinos" en España. El resultado, "Dollman contra los juguetes asesinos", del año 93, pues... no sé, no la recuerdo muy bien, lo que en mi caso es mala señal. Que las primeras entregas de ambas series funcionaran tanto como para esputar esa secuela conjunta únicamente podía deberse a la -por entonces- ignorancia e inocencia del aficionado medio. Una vez aprendido el truco, no volvimos a picar.

miércoles, 13 de junio de 2012

UN CASTILLO ALUCINANTE

Horroroso título español con el que se bautizó a una de las producciones “Full Moon” que Stuart Gordon dirigió para la factoría – y por ende, de las mejores-.
Todavía no andaba muy pervertida la productora que se hizo un hueco en el corazón del fandom con la saga de “Puppet Master”, y todavía hacían películas potables, no por la producción y las artes de Charles Band y su familia, si no por el incuestionable talento de Gordon. Salvando las distancias, “Un castillo alucinante” (“Castle Freak” en el resto del mundo), tienes esos aires y maneras de las entrañables producciones “Empire”.
Básicamente, se nos cuenta la historia de una familia americana que hereda un castillo en un remoto pueblo Italiano. En ese castillo tiempo atrás, vivió una duquesa que fingió la muerte de su hijo, un deforme, y lo encerró en una mazamorra. Cuando esta familia llega allí, el deforme continúa por el castillo y al tomar contacto con la hija ciega del patriarca, este se encapricha, se escapa como puede de la mazmorra, y lógicamente, arma una escabechina.
Stuart Gordon, se pasa por los huevos los presupuestos pequeños, y resuelve contrariedades con talento y un dominio absoluto de la situación, usando en la mayoría del metraje la cámara al hombro, y recreándose en las escenas más sangrientas y efectivas. Sin duda, peli que toca Gordon, peli que se convierte en peli de autor, por lo personal de su manera de rodar y sus tempos tan característicos. Siguiendo con la tradición que comenzó con “Re- Animator” en los tiempos de la “Empire”, en el reparto contamos con un hiper-mega-sobreactuado Jefrey Combs al que da gusto verlo en acción y a una recatada Barbara Crampton, que a pesar de que el filme tienes generosos destetes y felpudos, vemos vestida todo el tiempo.
Como estaba rodada en Italia, en el momento de su estreno, muchos plumillas especializados quisieron ver más allá de los hechos, afirmando que Gordon había rodado una especie de homenaje al cine de terror Italiano. Mentira, o un criterio mínimo. Stuart Gordon rodó una peli a lo Stuart Gordon, sin tener en cuenta a los italianos más que en el momento de cobrar el cheque.
Entretenida, sórdida, y al fin de al cabo cutrecilla, “Un castillo alucinante”, probablemente sea la mejor película de “Full Moon”, y también, una de las mejores de Don Stuart Gordon, al que ya se le echa un pelín de menos tras las cámaras. ¿Saben lo que diría Joaquín Prat? Pues eso, que se la recomiendo.

viernes, 14 de noviembre de 2014

THE ST. FRANCISVILLE EXPERIMENT

Es curioso el caso de esta “The St. Francisville experiment”.
Las leyendas populares estadounidenses, cuentan que en 1834 se cometió una masacre con esclavos negros, en la mansión de St. Francisville. El tema salió a la luz tras un incendio en esa casa, dónde aparecieron restos de cadáveres con signos de tortura y encarcelamiento.
Bien, pues en un principio, un productorcito con poco dinero en los bolsillos, quería grabar un documental sobre la casa y estos hechos, pero mira tú por donde, durante la pre-producción de este documental, “El proyecto de la bruja de Blair” se estrenaba,  se convertía en fenómeno social, y el invento llenó, a sus responsables, los bolsillos de dinero. Así que pensando en el vil metal, el productorcito, mutó su proyecto de documental, en un descarado “Exploitation” del por muchos considerado primer “Found Fotage” de la era moderna. Así que, con esa idea, contactó con varios socios que pusieran algo de capital, entre ellos Charles Band, y logró reunir los míseros 250.000 dólares, que con suerte se convertirían en millones. Y por sugerencia de Band, se contrató a un experimentado director de cine, acostumbrado a rodar con presupuestos ínfimos: El pobrecillo de  Ted Nicolaou (“Terrorvision”, “Puppet Master vs. Demonic Toys”).
Así,  plagiaron plano por plano la estructura de falso documental de “El proyecto de la bruja de Blair”, con una primera parte con cabezotes parlantes y  cambiando el bosque en el que se desarrolla la original, por la mansión de St. Francisville, y a la bruja, por los espíritus de los esclavos encadenados que murieron torturados allí. Pero un plagio tan descarado, que aquí también tenemos un plano de una de las protagonistas aterrada ante la magnitud de los paranormales acontecimientos, que llora desconsolada. Claro que todo esto rodado en mini-dv, sin brío, sin gracia, y con tanta luz en los momentos de terror, que no da miedo en absoluto. Con lo difícil que es que un “found footage” no de miedo.
La peli cuenta como un grupo de estudiantes de cine interesados por los hechos paranormales, se adentran con sus cámaras de vídeo en la susodicha mansión con el objetivo de grabar tanta actividad fantasmal como puedan. Y claro, cuando estas hacen acto de presencia, estos se acojonan.
La película es tan incompetente que, llevando toda esta estructura de falso documental, y sin salirse del mismo, una vez se adentran  en la casa, el montaje pasa a ser como el de una película de ficción, viendo la acción a través de las cámaras que portan los protagonistas, por lo que la sensación de realidad, tan importante en este tipo de productos, brilla por su ausencia. Además que vemos planos que, ni de coña, podían pertenecer a esas cámaras, cosa de la que en Estados Unidos, se mofaron especialmente.
Eso por no hablar del soberano aburrimiento que supone el enfrentarse a su hora y media de metraje.
Plagiando, de la misma manera, la campaña publicitaria de “El proyecto de la bruja de Blair”, cuando esta aún estaba calentita en los cines, anunciaron esta película como si fuera totalmente real, y que estas eran las cintas encontradas de este grupo de jóvenes, por lo que se omitió siempre, en la campaña promocional, el nombre de los actores.
La película salió directamente en DVD, fue un fracaso de ventas, y los aficionados se pitorrearon de ella, como era de prever, y los más puristas fans de “La bruja”, se ofendieron y la criticaron en sus blogs, llegando a decir que esto era un insulto y una falta de respeto para con “El proyecto de la bruja de blair”. Vamos, que salió el tiro por la culata, porque la puta película es una vergüenza, la campaña promocional una chufla, y esta gente no ha sabido expoliar como es debido. Además de que salió inmediatamente después de “La bruja de Blair”, y aunque el público es tonto,  no lo es tantísimo.
Así que, con la tontería, esta mierdecilla se ha quedado ahí como una pieza oscura y extraña, que no obstante, y gracias a la visita a mi rastrillo favorito, he podido encontrarla por un euro en DVD, gracias a que, en su momento, “Filmax” la editó, un tanto de tapadillo, en la segunda era dorada del vídeo club. Además, con mala leche, o al menos yo lo interpreto así, pues la frase promocional de la película en españa reza: - Si “El proyecto de la bruja de Blair” te asustó… “The St. Francisville experimente” te aterrorizará”- Desde luego, es una película aterradora…
Un pedazo de mierda, que no deja de ser curiosa, un “Exploitation” que pasó inadvertido, y un nuevo “Found Footage”, esta vez de vergüenza ajena, para la saca.
El pobrecillo de Ted Nicolaou,  todavía anda por ahí, rodando cualquier mierdecilla que le proponen, echando sobre el asador sus huevos y su escaso talento.

sábado, 12 de octubre de 2019

WE ARE MONSTERS

Sonny Laguna y Tommy Wiklund son ya viejos conocidos de este blog. Después de que el primero dirigiera en solitario el "slasher" "Blood Runs Cold", comenzaron a currar juntos con "Wither", descarada imitación -rozando lo legal- de "Posesión Infernal" (y por lo visto les va el tema, porque ya han anunciado un nuevo proyecto titulado "Haunted Evil Dead" con cabañas habitadas por entes malignos. ¡Eh! nada que objetar, ¡les comprendo!). El momento álgido de su carrera compartida fue cuando dieron el salto al mercado norteamericano con la simpática "Puppet Master: The Littlest Reich". Pero antes de eso estuvo esta "We are monsters", otro de sus refritos de subgéneros propios del cine de terror o exploitation. 
Si ves una peli de Laguna + Wiklund en la que una mujer es secuestrada por unos tipos, encerrada en una cabaña y sometida a toda suerte de abusos, incluidos los de índole sexual, ¿qué es lo que puedes esperar? Muy sencillo, su versión/aportación del/al famoso e infame "rape and revenge", películas de violación y venganza a las que pertenecen títulos tan populares como "La última casa a la izquierda" o sobre todo "La violencia del sexo".
Sigamos con el cuestionario. Dejando de lado la "rape", ¿qué es lo que más destaca en esta clase de productos? pues muy sencillo: la "revenge". Sabes que, antes de llegar al the end, la víctima de turno logrará zafarse de sus agresores y acometer la esperada, deliciosa, merecida y necesaria venganza. Y por lo general, esta suele ser casi más regocijantemente brutal y truculenta que la misma violación. Viniendo de estos dos chavales, que ya han demostrado con anterioridad su tendencia a regodearse en el material más gore de sus películas, pues imaginaos el clímax de "We are monsters", una auténtica burrada en la que no faltan genitales castigados.
Por lo demás, pues los actores cumplen bastante bien y el acabado técnico, a nivel general, está decente.
Que la movida dure menos de 80 minutos contribuye a que sea aún más soportable. Y no me estoy refiriendo a las escenas extremas (cualquiera que haya consumido esta clase de cine, las aguantará sin demasiados problemas), sino al aburrimiento, que afortunadamente nunca termina de imponerse del todo.
Bien.

viernes, 1 de septiembre de 2023

EL GENIO DE LA LÁMPARA

Tenía yo curiosidad por ver como era la otra película de Alexander Cassini tras la extraña y, en cierto modo vanguardista “Star Time”. Y claro, me enfrento a una película dirigida al público infantil, pergeñada por un individuo que por raro tampoco se le puede considerar un buen cineasta. Y su segunda y última película resulta ser esta “El genio de lámpara” que es lo más estándar que puede hacer este hombre. Claro, no se trata de una película mainstream para su estreno en salas, “El genio de la lámpara” se concibió por pocos duros y para el mercado del vídeo y la televisión por cable. No obstante, para tirar adelante con el proyecto, Cassini se tuvo que asociar con Full Moon Entertainment con el bueno de Charles Band como productor ejecutivo, pero se trata de una película no auspiciada por la Full Moon, quiero decir que, aunque el nombre de la productora figura en los créditos, no aparece en el catálogo de la productora. Como tampoco Charles Band en los créditos, su asociación con Cassini es puramente mercantil. De este modo, el director se traslada con su equipo a Rumanía para abaratar costes y, así, dar forma a esta extraña película sobre un genio de la lámpara que es pura "serie B" barata para niños.
Un arqueólogo está en Egipto buscando sarcófagos en una extraña gruta, cuando aparece una lámpara mágica custodiada por una momia. En otro lugar, tenemos a un niño repelente y sabiondo que no se lleva bien con nadie y tiene ciertos problemas de adaptación. No sabemos muy bien como, pero esta lámpara acaba yendo a parar a manos del niño, que acabará liberando al genio que hay en ella. Este comienza a concederle deseos, pero como es un poco inepto, lo hará mal, por lo que generará todo tipo de problemas, como traer a la vida real todos los personajes de la tele del chaval. Por supuesto, la película se convertirá en un ir y venir del chico y el genio, mientras un agente de seguridad nacional les hace la cobertura. Por lo demás, salen caballeros medievales, señores vestidos de época e incluso un repugnante hombre serpiente.
Anodina hasta decir basta, el principal problema que tiene "El genio de la lámpara" son sus dos protagonistas; el niño, un tal Matt Koruba, es tan hostiable que a los pocos minutos de aparecer en escena a uno ya le entran ganas de quitar la película de lo puramente repipi que es, y esa cara de guapito que tiene, con ese puto peinado noventero y esos irritantes ojos verdes. El que hace de genio no mejora mucho las cosas, un tipo que sobreactúa de mala manera, consciente de que está en una película barata para críos. El actor en cuestión, Tom Fahn, se dedica habitualmente a doblar dibujos animados de tercera fila, llamándome la atención, en su filmografía, el haber sido la voz americana de Condorito en “Condorito: La película” (que es uno de los espantos más espantosos que han pasado por mis retinas. Con lo que yo adoro al personaje…) Y luego tenemos, en la parte femenina, a Stacy Randall de la que si digo que ha intervenido en films tan populares como “Puppet Master 4”, “Trancers 4”, “Ghoulies IV” o “Trancers 5”, lo mismo se quedan igual que estaban.
Desde luego, yo tenía curiosidad por ver esta película, no me pregunten por qué. Quizás porque me parecía rematadamente rara. Pero desde luego, verla ha sido un verdadero suplicio. Me imagino la cara de cualquier niño al que, ingenuamente, sus padres le pongan semejante producto. No es especialmente cutre, los F/X están dentro de lo tolerable, pero sabe absolutamente a nada.
Lo más cachondo es que pude localizar una copia doblada al castellano, lo que quiere decir que esta película, el algún momento, ha debido ser pasada por alguna televisión, porque me consta, a no ser que alguien venga con datos que demuestren lo contrario, que no se comercializó en formato físico alguno en España en su momento, finales de 1999 o primeros 2000.

lunes, 6 de diciembre de 2021

LA GUADAÑA

Extraño slasher ambientado en los años 20, que surgido en la época de auge del género entre clásicos impepinables, pasó absolutamente inadvertido hasta que, décadas más tarde, los fans se atrevieron a redescubrirlo, supongo que por completísmo porque, “La Guadaña”, cuya adscripción al slasher está traída con pinzas —en realidad podríamos decir que se trata de una película de propaganda cristiana, que por lo visto adaptaba una obra de teatro de tres al cuarto—, es lo más soso que existe sobre la faz de la tierra.
La cosa va de un pueblo sureño cuyos habitantes son más bien tirando a malos, tiranos diría yo, destacando un banquero que realiza pesquisas para quedarse con la pasta de sus clientes, o una anciana poderosa, racista y quejica, que  trata mal a sus sirvientes, a los niños que juegan en las inmediaciones de su vivienda, e incluso a una cabrita que pasta tranquilamente por allí. Es este el motivo por el que el predicador del pueblo, asqueado, decide largarse de ese horrible lugar. Justo con su marcha, un extraño individuo vestido de negro y con sombrero hará acto de presencia para cargarse con su guadaña… ¡a dos personas! Por supuesto, este caballero tarda casi una hora en aparecer y, cuando lo hace, se carga primero a una víctima, después a otra, y ya no vuelve a manifestarse  hasta el extraño y confuso desenlace que, en realidad, no esclarece prácticamente nada. Nos quedamos igual. Entre medias, escenas de los habitantes del pueblo que hablan, y hablan, y hablan… Un auténtico suplicio de factura y estructura telefilmica que carece de interés alguno.
El único dato apreciable de esta mamarrachada, es que estamos ante un producto del infame Earl Owensby, cuyo currículum en calidad de productor lo componen films como “El hombre lobo” (“Wolfman”, aquella tan chunga…), “Tales of the third dimensión in 3D” o el dramón de corte deportivo “Juego decisivo”, y que se antoja un individuo sin duda más interesante que su obra (también ejercía las veces de actor, director, cristiano recalcitrante e incluso distribuidor, amén de haber conseguido trabajar para James Cameron asesorando con las localizaciones acuáticas de “Abyss”).
Charles Reynolds, amigo de Owensby, firmaría esta película como director, para no volver a hacerlo jamás, aunque sí que colaboraría con él haciendo diferentes tareas en algunas de sus películas.
Muchas de las producciones de Owensby  se lanzaron en España en formato vídeo de alquiler y, por supuesto, “La Guadaña” llegó a nuestros vídeoclubs.
Más allá de ser un “pseudoslasher” al que recientemente los yankees han prestado algo de atención (poca, porque en general Owensby genera un interés extremadamente ínfimo), “La Guadaña” es una película que, pese al casi fardón look del asesino —al que en un momento de la película se le encienden los ojos en la oscuridad y eso hace que se parezca endemoniadamente al Blade de “Puppet Master”—, y a su condición de rara, misteriosa y desperada, si evitamos el visionado ganamos en salud.

viernes, 28 de septiembre de 2018

TARZERIX EN LA HISTORIA DE LOS DIOSES CHINOS

Gracias a la televisión y a la proliferación de  series de dibujos animados japoneses, se exportaban a Europa desde países recónditos como Corea o Taiwan, largometrajes de animación que en un afán por imitar el Manga Japonés se acercaban lo máximo posible a este estilo de dibujo. Claro que en España, sin ir más lejos, se omitía la procedencia de estas películas con la intención de hacerlas pasar por largometrajes de los tan populares dibujos animados japoneses de la época. Y picábamos.
A la ristra de dibujos coreanos sobre robots gigantes, émulos descarados del archiconocido Mazinger Z, hay que sumarle la famosa película de acción real “Tie Chao Ren” que se estrenó en nuestro país como una adaptación del anime “Mazinger Z”, entonces de éxito en la televisión y que, de procedencia también coreana, expoliaba una serie televisiva japonesa a la que tunearon convenientemente con el fin de convertirla en filme de hora y media de duración. El resultado en España se tradujo  en “Mazinger Z: El robot de las estrellas” también conocida en una de sus ediciones en vídeo bajo el título de “The Iron Superman”.
De poco después sería esta “Qi cai feng shen bang”, que con el extraño título castellano de “Tarzerix en la historia de los dioses chinos” — ¿por qué Tarzerix?— se hacía pasar por un manga de alta alcurnia con un reclamo de lo más sugerente; un sosias de Bruce Lee (que es chino y no japonés) que aparecía a todo póster.
En realidad se trata de un largometraje de animación taiwanés de muy baja ralea, con unos movimientos torpes y bruscos, y un dibujo casi siempre descuidado y a medio camino entre el anime y el cartoon checoslovaco. Pura morralla.
Lo que pasa es que toda esta morralla, se me antoja fascinante al igual que la  animación coreana  (“Golden Batman”, por ejemplo) y a las toneladas de nostalgia con las que me enfrento en recientes visionados (porque las vi de pequeño) hay que sumarle los raudales de diversión que contienen estas cintas, porque allí donde no alcanza la animación, estas producciones andan sobradas de velocidad y entretenimiento. Sorprendentemente, estas películas están francamente divertidas y se soportan estupendamente. La diversión se intensifica con lo chabacano de la animación, tornándose, estos,  productos de derribo de lo más destacables.
“Tarzerix en la historia de los dioses chinos”, hasta dónde alcanza mi comprensión, cuenta una historia de dioses, demonios y  mortales  que salen perjudicados entre sus caprichos belicosos, Con un tiránico rey que tiene sometida a toda su plebe, en guerra con otro clan. Finalmente, un héroe solitario y desconocido pondrá fin a toda esta maldad haciendo un alarde de artes marciales y destruyendo enemigos, como por ejemplo, ese pequeño demonio con una tuneladora en la cabeza, que recuerda sospechosamente a una de las criaturas de “Puppet Master”, Tuneleer, que tiene un diseño calcado.
“Tarzerix”, se estrenó en salas de nuestro país a finales de los años 70, y como solía ser de recibo en estas producciones taiwanesas y coreanas, y pasándose los posibles derechos de autor por los santos cojones,  este estreno se hizo acompañar, y al igual que “Mazinger Z: El robot de las Estrellas”, de toda suerte de merchadising fabricado para la ocasión como pueda ser la colección de tebeos editada por Editorial Valenciana que resumía la película en seis números (y que luego se editarían en un álbum), la colección de cromos o el single en 7’ con dos de las canciones de la película traducidas y grabadas al castellano.
“Tarzerix”, consiguió movilizar a los cines a 143.000 espectadores, cosa no del todo muy destacable pero que ya iba bien, siendo posteriormente un título perenne en las estanterías de los videoclubes, en su sección infantil. La paradoja es que, aún tratándose de una cinta destinada a los infantes, “Tarzerix” es una película violenta y sangrienta como pocas he visto, incluyendo en su metraje extracciones de corazones, deglutición de carne humana y acuchillamientos y atravesamientos con espada varios.
La otra curiosidad radica en que el héroe de la película, Tarzerix, no aparece hasta la recta final de la misma.
Muy maja.
Adjunto una publicidad del diario “La Vanguardia” de cuando se estrenó en salas allá por 1979.


lunes, 15 de septiembre de 2014

LA MALDICIÓN DEL CUARENTA Y NUEVE

Tal y como va la cosa con el cine, se tiende a reivindicar los ochenta como la era dorada del video club. Sin embargo, con el DVD ya instaurado en nuestros hogares, nadie se acuerda de una segunda era dorara, relativamente reciente. Hoy un video club, es un capricho que se permite alguien cuya economía está saneada, un local casi excéntrico que no le reporta beneficios. Pero recién salido el DVD, los videoclubs fueron, al menos durante unos años, un negocio. Y eso generaba mercado.
Es por eso que a principios de la década pasada, con el nuevo sistema domestico para ver cine, pasó un poco lo que en los años ochenta. Aparecieron de debajo de las piedras montones de pequeñas distribuidoras que traían a los estantes, sus “Direct to vídeo”. De 2000 a 2009, más o menos, salieron al mercado montones de títulos destinados al ámbito del DVD, en su mayoría de terror. Pequeñas ponzoñas que hacían la visita al videoclub, sin duda, más deliciosa. Productoras como la “Nu Image” salen de este segundo boom del vídeo club, al igual que sellos ya desaparecidos como “Luna Nueva” o “Big Time” o… que se yo. Localizar estos DVDs a día de hoy en tiendas de segunda mano o en rastrillos, es un autentico placer para mí, porque bien es cierto que conseguir cualquier joya del VHS ochentero es relativamente fácil en Internet, debido a la nostalgia, el coleccionismo, e incluso, el esnobismo hay cientos de usuarios montando y ripeando esos títulos. En cambio, estos de la década de dos mil, si, se pueden encontrar en la red, pero por norma general, con más dificultad.
Esta introducción viene a cuento por que la película que paso a reseñarles (y la película, quizás, sea lo de menos) pertenece a los años de ese segundo boom, y está concebida como película para ser alquilada en aquellos casi extintos recintos, además de haberla adquirido recientemente y a un precio de risa en un rastrillo.
Se trata de un “Slasher” línea sobre natural –es decir que mantiene la estructura del “Slasher”, pero el asesino, al igual que Freddy Kruegger, no es un señor con máscara, sino un ente sobrenatural-  dirigido por un pequeño artesano de los efectos especiales que en este blog nos cae muy bien y que responde al  nombre de John Carl Buechler, creador de los “Ghoulies” y director de cosas como “Troll”, “Cellar Dweller” o “Viernes 13 Part. VII”, entre otras tantas.
La película en realidad es bastante malilla. Y es que como director, aún con la simpatía que despierta, el señor Buechler anda un poco justo.
Un grupo de parejas se reúnen en  unas desérticas colinas, con el fin de ir a buscar una mina de oro que, según las leyendas locales,  está escondida por esa zona.  Esto hace que despierten a un viejo espíritu del salvaje oeste, un minero que en su momento hizo un pacto con el diablo y que lanzó una maldición en la que, cualquiera que intentara llevarse su oro, sería castigado. Así que aparece para cargárselos de formas variopintas, aunque no por ello originales.
A un nivel global, cuando yo me pongo un “Slasher” videoclubero, se a lo que me expongo. Por eso soy permisivo con ellos. Esto es; todos los putos tópicos, largas y eternas conversaciones, tempos muertos, aburrimiento por doquier, todo ello salvable única y exclusivamente, por las cantidades de sangre que tengan los asesinatos.  Entonces, “La maldición del cuarenta y nueve”, tiene todo eso, pero además, los asesinatos son sosos, el asesino no tiene ningún carisma, ni es aterrador, ni hay excesiva sangre. Además cuesta horrores llegar al final, pero ¡Cojones! Me cae simpático el producto en su mera existencia.
Para rematar el nivel de “malísmo” de la película diré, que la mayoría  de esta transcurre de día (y no paran de hablar) y la ambientación es tan nula, que vemos el rostro del asesino todo el tiempo ¡Por el amor de dios, Jonh Carl, quita un par de foquitos, pídele al director de fotografía que ilumine menos el rostro… que se yo!
Pero, como ya les digo, al tratarse de un “Slasher” videoclubero comprendido en esta época, me cae simpatiquísimo, lo reivindico y me lo zampo entero con una sonrisa en la cara.
En cuanto al reparto, junto a los cuatro protagonistas puestos ahí para que “El del cuarenta y nueve” se los cargue, y esto dota a la película de mayor simpatía si cabe, tenemos un buen puñado de rostros conocidos del cine de género y de serie B americano, haciendo papeles secundarios, pero que son el guiño que Buechler lanza al aficionado que va a alquilar la película. Así, van circulando por la pantalla los rostros de Karen Black ( vista en  “Easy Rider”, “Aeropuerto 75”, “Pesadilla diabólica” o “Invasores de Marte), John Phillip Law ( “El viaje fantástico de Simbád”, “Noche en el tren del terror” o “Thunder III”), el fetiche de Rob Zombie, Richard Lynch (“Cromwell, rey de los bárbaros”, “Invasión U.S.A.” o “La venganza de los muñecos 2 –Puppet Master III”), Michael Kove (“Karate Kid”, “Rambo” o “Justicia Final”) o, interpretando al viejo minero fantásma, Vernon Wells (“Fortaleza infernal”, “Mad Max 2” o “El Chip prodigioso”). Ahí es nada.
Así que, tanto como recomendarla no, pero si decirles que le echen un vistacillos. John Carl Buechler, del que si me pongo aquí a citar las películas para las que ha hecho maquillajes o efectos especiales no termino nunca, siempre es una garantía de algo… No sabemos si bueno o malo, pero algo, eso seguro.

viernes, 30 de abril de 2021

CRAWLSPACE (EL ÁTICO)

Pequeña producción de la Empire en horas más o menos bajas que, reaprovechando los escenarios ya utilizados en “Torok, el Troll”, cuenta con el protagonismo de Klaus Kinski como el mayor de sus reclamos.
Se trata de la historia del hijo de un cirujano nazi que, teniendo un edificio de viviendas en propiedad, alquila pisos del mismo únicamente a estudiantes jóvenes y de buen ver. Al tiempo que hace experimentos con humanos en el ático, se dedicará a espiar a las jóvenes inquilinas, y también se llevará por delante a todo aquel que ose inmiscuirse en su trabajo.
Realmente es una película tirando a floja, pero con todo el encanto de una película Empire de la época y repleta de asesinatos, ratas y sangre bien rojita salpicándolo todo como si fuera acuarela. Quizás peca de aburridilla en algunos momentos y de hacer gala de una lentitud exasperante, pero, Klaus Kinski es, en sí mismo, un aval más que suficiente para ver la película. Kinski estaba como una puta cabra y, en su interpretación siempre grandilocuente, el espectador nota esa chifladura y, en consecuencia, la recibe con hilaridad. Por otro lado, también resulta gracioso el contraste de ver a Kinski, todo un reputado actor, interactuando con una serie de actores y actrices tan del montón. La cosa queda rara y, en su conjunto, “Crawlspace (El ático)” resulta una película bastante peculiar. A eso hay que añadirle  lo muy molona que es la fotografía de las películas Empire de la época, y el ambientillo de serie B made in Charles Band que se respira, por lo que, sí, es malilla, tirando a horrorosa, pero contiene otros muchos elementos que la vuelven interesante. A mí, me cae simpática.
Asimismo, a estas alturas hablar de que el rodaje fue un completo desastre por culpa de la locura y la presión a la que sometió al equipo el hijo de puta loco de Kinski, no sería nada nuevo; Sería lo obvio en cualquier película en la que trabajara el actor en aquella época. Esta vez, no solo renegó todo lo renegable, si no que, según el director, David Schmoeller, en tres días de rodaje, Kinski, se pegó seis veces con miembros del equipo, mientras que, por otro lado, no hacía ni puto caso a las indicaciones del director. Kinski hacía lo que le salía del rabo. Como no le gustaba el vestuario que se le había asignado a su personaje, un día, cogió y se fue de compras, eligió nueva ropa que a él le parecía más adecuada para su rol, y pasó los gastos a producción. Al finalizar el rodaje, cuando todo el equipo devolvía el vestuario y demás enseres utilizados al personal de atrezzo, Kinski decidió quedarse con la ropa que había comprado por la patilla.
El actor se comportaba fatal, no hacía más que soltar soflamas, criticar la producción y agredir a todo el que se cruzara en su camino. La cosa se volvía insostenible y tanto Schmoeller como el productor Robert Bessi decidieron que lo mejor era despedir a Kinski y contratar a cualquier otro actor y hacer del rodaje algo llevadero, sin embargo, Charles Band se negó en rotundo a despedirle, ya que consideraba que lo único que podía hacer que esta película atrajera a los espectadores al cine, era la presencia del actor, toda una leyenda. Así que se jodieron y apechugaron.
Sin embargo, Schmoeller, vio el cielo abierto cuando observó que Kinski se había encaprichado de una de las actrices — no se ha desvelado cuál podría ser de la que se encoño, pero todo apunta a que, probablemente, fuera Tané, actriz con la que en la película interactúa poco— y que, siempre que la actriz estaba en el set, con el fin de seducirla, Kinski se comportaba de manera caballerosa y educada, llegaba incluso a obedecer las órdenes del director, por lo que este pidió a la actriz que permaneciera en el set el mayor tiempo posible, incluso después de sus sesiones, ya que así conseguía domarle. La actriz se quedaba el tiempo que buenamente le fuera posible, pero, cuando ella no estaba, Kinski volvía a su estado natural, que era el de cagarse en dios continuamente, romperlo todo y hostiar al personal.
En consecuencia de este rodaje en el que casi todo el equipo acabó siendo agredido por el insoportable actor, en 1999, David Schmoeller rodó un pequeño documental en el que narra todo esto que yo he resumido aquí y en el que se desquita de lo que supuso su rodaje más complicado, para una película que, en resumidas cuentas, no deja de ser una mierdecilla. Su título es “Please, Kill Mr.Kinski” y, desde luego, es un estupendo complemento para visionar en programa doble con “Clawspace (El Ático)” y que el posible disfrute, sea mayor.
En el reparto de la cinta tenemos, co protagonizando con Kinski, a Talis Balsam, que no tiene ningún tipo de parentesco con Martin Balsam, pero sí que fue esposa de George Clooney durante algún tiempo, y a la que hemos podido ver en películas como “Trans-Gen, Los genes de la muerte” o “Ellas los prefieren jóvenes”, película para lucimiento de Patrick Dempsey que pasó bastante inadvertida en nuestros cines.
“Crawlspace (El Ático)”, no llegó a estrenarse en nuestras salas, pero al igual que la mayoría del catálogo de la Empire, y  distribuida por la mítica Lightning Vídeo, sí que es un clásico de videoclub absoluto.
En cuanto a David Schmoeller, su película más popular, también a las órdenes de Charlie Band esta vez para la Full Moon, sería “La venganza de los muñecos”, franquicia a la que dio el pistoletazo de salida y a la que, casi, casi, pone el broche, ya que suya es también la dirección, a medias junto a propio Charlie Band, Jeff Burr  y David DeCoteau de una de las últimas entregas de la saga, “Puppet Master: Blitzkrier Massacre”, aunque también se le pueden reconocer títulos como “Trampa para turistas”, sin duda su mejor película, o, también bajo el seno de la Full Moon, “El otro mundo”.