Si por algo es famosa esta película de 1980 es por el varapalo económico que le supuso a su mecenas/productor, el Sr.Sir Lew Grade. Vamos, que costó un montón de pasta y resultó ser un fracaso tremebundo... pero no solo a niveles peseteros, también en cuestiones artísticas. Durante años ha sido odiada y motivo de burlas por parte de crítica y público... y es una pena, porque la verdad, yo la vi hace un par de noches (gracias al vhs de la misma que me cedió mi querido hermano) y la encontré entretenida y razonablemente disfrutable.
Vale, reconozco que la idea de base es lo suficientemente inverosímil y descabellada como para despertar las iras de todos aquellos elementos humanos aburridos que creen que el cine ha de carecer de fantasía y ser únicamente un frío reflejo de la realidad mundana. Peor para ellos, oiga. Resulta que descubren que en las entrañas del famoso barco hundido hay un mineral muy escaso que es ideal para fabricar armas de lo más destructivas. Americanos y rusos se mueren por hacerse con el. Así que los primeros, con ayuda de los ingleses, deciden reflotar el Titanic con el fin de echarle mano. Ole!. Naturalmente en 1980 había menos conocimiento respecto al estado en el que andaba el buque en cuestión... hoy sabemos que es absolutamente imposible tal hazaña, entre otras cosas porque reposa partido en dos bajo el mar. Pero aquellos eran tiempos menos cínicos y más inocentes y no era necesario recurrir al humor para llevar adelante un concepto tan deliciosamente demencial (se lo dice alguien que los adora, como "El Núcleo", por ejemplo, un genial film incomprendido).
Y sí, rescatan el Titanic, ¡ya lo creo!, para lo que montan una operación la mar de aparatosa. Una vez a flote, nos creemos que hasta un helicóptero puede posarse en su cubierta sin ningún problema. A todo esto, añadánle unos efectos especiales algo flojos para una peli de su envergadura... vamos, que las maquetas se nota mucho que lo son. También tenemos a otro de los males del film, el actor David Selby que, según dicen, lo hace fatal (yo no soy muy bueno juzgando estas cosas, aunque sí es verdad que al tío no le sobra el carisma, precisamente). Y finalmente -y ustedes me perdonarán si desvelo este dato- el chiste cruel... que después de rescatar el Titanic y montar la que montan, dentro no encuentran nada. Lo más curioso de todo esto, es que estamos ante un film que se engloba en el género del "cine de catástrofes" y sin embargo, y salvo la peli misma, aquí no hay ninguna catástrofe... más bien, al revés.
Pero, como digo, una vez asumes todas estas cosas... "Rescaten el Titanic" resulta de lo más amena y entretenida, ideal para pasar la tarde del Domingo. A mi me ha gustado, oigan, ¿qué quieren que le haga?.