domingo, 3 de junio de 2007

LA TRILOGIA DE SERIE A QUE PARECE B

Son tres películas, y aunque originalmente no comparten ningun aspecto destacado más allá de su género, la ciencia ficción, todas tienen una curiosa serie de características en común: Que son séries A que parecen B, un demostración de irregulares, sino mediocres, efectos CGI, la antipatía que buena parte de la crítica siente hacia ellas, que no fueron ni mucho menos exitazos en taquilla, sus años de producción son casi correlativos y tampoco suelen llevarse demostraciones de afecto por parte del público. Y ahí es donde discrepo... a mi las tres, en mayor o menor medida, me parecen films muy agradables de ver (además, los disfruté en una pantalla de cine), entretenidos, divertidos y hasta, ¿por qué no?, imaginativos. Por todo eso la considero una especie de trilogía no oficial, y la conforman estos títulos: "La máquina del tiempo", "El sonido del trueno" y "El Núcleo".


"La máquina del tiempo" (Simon Wells, 2002) es una nueva versión de la famosa novela de H.G.Wells y, según se mire, un remake de la adaptación que George Pal hiciera en 1960 con esa absoluta joya (y una de mis 10 favoritas) "El tiempo en sus manos". Lo mejor de esta película está en su arranque, en los primeros viajes que se marca su prota. Es una lástima saber que a causa de los atentados del 11-S fue suprimida una secuencia que hubiese sido altamente gozable, en la que pedazos de una luna resquebrajada por culpa de los hombres van cayendo a la tierra en forma de meteoritos y arrasan con edificios y demás. Especialmente notables son los momentos que, metido en su burbuja atemporal, el prota ve como a su alrededor la piedra erosiona y las plantas crecen, a velocidad vertiginosa. Cuando llegamos a la parte de los famosos Morlocks, nos acercamos peligrosamente al horrible remake de "El planeta de los simios"... aún así, Simon Wells consigue mantener el ritmo hasta el final y no nos aburre, dejándonos un sabor de boca de lo más bueno.


"El Sonido del trueno", dirigida en el 2005 por ese entrañable artesano llamado Peter Hyams, se basa en un relato corto de Ray Bradbury que juega, como en el caso anterior, con una paradoja temporal (tema este que me mola mucho). La idea de base es absolutamente brillante, de cómo un acto mínimo acometido en el pasado puede generar hasta los más inverosímiles cambios en el futuro. Además, molan mucho conceptos como que el viaje en el tiempo es un lujo para turistas ricos, la idea de cómo los animales evolucionan a partir de ese cambio inesperado (mandriles con piel de reptil) o que el mentado viaje en el tiempo siempre se produzca en el mismo lugar, día y hora para controlar los acontecimientos y no alterarlos. La peli fue duramente criticada en su momento, y tardó en estrenarse por algún oscuro motivo. Cierto es que los efectos CGI son temiblemente cutres (sobre todo los fondos de una supuesta ciudad futurista), pero al menos a mi me resulta una peli muy entretenida y, como digo, las ideas que expone de los viajes temporales me fascinan... y no lo digo por decir, que hace dos días volví a verla y mantengo mi opinión.


Sobre "El Núcleo" (Jon Amiel, 2003) ya he hablado en más de una ocasión, incluso una vez escribí un artículo titulado "¿Por qué El Nucleo es una gran película?", así que ya véis por donde irán los tiros. De las tres, es mi favorita. "El Núcleo" es un divertimento sin fin que reboza imaginación por todos sus fotogramas. Como fan total del cine de catástrofes que soy, la peli me planteaba una idea nueva, descabellada, sí, pero nunca antes vista en una pantalla: el núcleo de la tierra se para y hay que ir a reactivarlo. Con esta premisa, y con un reparto bastante bueno, Amiel desarrolla una historia con ritmo y, sobre todo, buen humor en la que veremos submarinos deslizarse entre el magma, gemas gigantescas, diamantes del tamaño de un estadio de fútbol... y toda suerte de ideas brillantes gracias a un guionista muy fric y fan total del género que toca. "El Núcleo" tiene de todo y para todos los gustos, incluídas secuencias de destrucción masiva como cuando el puente se derrite a causa de un calor exagerado o la ciudad de Roma reventada a base de rayos surgidos de una tormenta gigantesca. Una gozada.
Esas son, las tres pequeñas joyas que desde aquí os recomiendo fervientemente como antídoto ideal contra el aburrimiento.