lunes, 13 de junio de 2011

ZOMBI HOLOCAUSTO

Indiscutible clásico del "trash" italiano, nacido de la mente y el bolsillo de Fabrizio de Angelis (quien como director solía firmar Larry Ludman), con la sana intención de aprovecharse de su entonces recientísimo "hit" (en tareas de producción) "Nueva York bajo el terror de los zombi" (según el sobrevalorado Lucio Fulci). De hecho, incluso se rodó en los mismos escenarios. La idea -y ahí radica lo fascinante de "Zombi Holocausto"- era juntar en una misma trama las dos tendencias que entonces mejor funcionaban en el "exploitation" italiano: muertos vivientes costrosos y caníbales hambrientos. ¡¡Ahí es nada!!.
Como en "Nueva York bajo el terror de los zombi", todo arranca en la civilización (en Nueva York, claro), donde unos extraños crímenes, en este caso de tirón antropófago, empujan a una serie de personajes a partir hasta una remota isla a investigar el origen del mal. Una vez allí, serán atacados y -algunos- devorados por caníbales. Los menos, recalarán en la cabaña de un "mad doctor" que, tu lo has dicho, está devolviendo la vida a los muertos.
Todo ello, cómo no, envuelto en un vistoso papel de regalo color rojo sangre, como solo los "fetuccini" sabían hacer entonces. Gore bestia y gráfico que incluye destripamientos, extracción de ojos, amputaciones... y las dos perlas de la corona, la famosa secuencia del zombie con la cara hecha pulpa por efecto de una hélice de lancha (¡brutal!, este momento iba censurado en la versión que yo vi de chaval) y la mala baba que gasta el "mad doctor" extirpando las cuerdas vocales a una de sus agonizantes víctimas para que sus gritos no le molesten.
A diferencia de muchas italianadas de ese periodo, "Zombi Holocausto" va bien de ritmo y no se hace excesivamente pesada (además, dura hora y veinte, ¡¡gracias!!). El final es algo absurdo y te deja un poco a medias (no presenciamos la cruenta muerte que el "mad doctor" bien merece), pero ¡da igual!, el resto compensa de sobras. En el reparto tenemos a Ian McCulloch (rescatado, precisamente, de "Nueva York bajo el terror de los zombi") y a la irritante Alexandra Delli Colli (famosa por sus morritos hiperactivos en "El destripador de Nueva York", también de Fulci). El dire se llamaba Marino Girolami y firmaba Frank Martin.
Entrañable.