lunes, 24 de junio de 2013

DREAM ONE, SUEÑOS INTERMINABLES

Conocida también como “Nemo”, consecuencia “exploit” de éxitos infantiles adscritos a la fantasía tales que  “La historia interminable”, “Momo”o “La princesa Prometida” (que ya es rematado con la jeta de los distribuidores españoles, que añaden deliberadamente la palabra “Interminable” para asemejarlo más a la de Wolfgang Petersen), los gabachos se sacan de la manga esta “Dream One”, que se paseó discretamente por los video clubs españoles.
Se trata de una película francesa con aspiraciones internacionales que apenas salió de territorio nacional, en la que un niño se queda dormido y cuando despierta, sobresaltado, se encuentra con que está en un mundo de fantasía, donde se aloja en un submarino comandado por otro niño pelirrojo que fuma como un carretero, un mono blanco a lo Copito de nieve (en realidad un señor disfrazado que, claramente, mantiene un paralelismo con el dragón blanco Fujur de, otra vez, “La historia interminable”, y que responde al nombre de “Mono”, quizás en alusión a “Momo”) y una princesa a la que rescata de una muerte segura. También rula por ahí Harvey Keitel, cuando estaba la hostia de olvidado, haciendo de “El Zorro”, pero que, intuyo, por problemas de derechos pasaría a llamarse “La Leyenda”. E incluso, extraterrestres.
Y aunque vemos mogollón de cosas chulas, la falta de argumento o la incapacidad del director para contar una historia llevan a la película al traste. Eso por no hablar de los pobretones decorados. Si en “La historia interminable” el reino de Fantasía se recreaba en enormes decorados con más o menos acierto, en “Dream One, Sueños Interminables” se intenta que esos mundos mágicos quepan en un cuarto trastero.
Y si toma elementos “inspirados” en “La historia Interminable”, “La Princesa prometida" no es menos expoliada, introduciendo en la historia a una princesita de no se donde, y aun heroico caballero con espada, que como ya he dicho, hace a Keitel parecer un retrasado.
Se que todos estos elementos pueden hacer parecer a esta película algo divertido, pero no se engañen; es el coñazo más grande de la historia.
Como curiosidad, decir, que el mono blanco de la caratula es mucho más bonito y entrañable que el que aparece en la película, y que el adolescente que le toma en sus brazos no está por ningún lado.
Dirige el bodrio Arnaud Sélignac.