De esos fructíferos años, destacó en papeles secundarios
en filmes boxísticos como “Rocky III” o “Penitenciaría II”, pero dónde gozaría
de papeles protagónicos sería en televisión, ya fuera en series o en
telefilmes, como el que nos ocupa, “El hombre más fuerte del mundo”.
Cuenta la historia de Brutus, un hombre de las calles que se
gana la vida como portero de discoteca, mientras que su tiempo libre lo dedica
a llevar el centro para jóvenes de su barrio, donde hace de monitor de
actividades para chavales con problemas. Y ocurre que el ayuntamiento quiere
cerrar el centro, a no ser que se
consigan 25.000 dólares al año para su manutención, así que Brutus decide
hacer fiestas benéficas y otro tipo de actividades para ver si recauda la pasta, sin ningún éxito.
Al enterarse de que pronto se celebra la competición llamada
“El hombre más fuerte del mundo”, que consiste en una especie de gyncana para
forzudos, y que el premio es de 25.000 dólares, se inscribe sin dudarlo. De
mientras, unos mafiosos intentan trapichear en la competición, gracias a la
info que les proporciona un muchacho del centro de jóvenes.
Por aquél entonces, la popularidad de Mister T era exagerada,
sobretodo entre el público infantil de clase baja, por lo que se le explotaba
como una especie de superhéroe del barrio. Incluso llegó a tener su propia
serie de animación, así que no es de extrañar que el público al que va
destinado este telefilm sea el infantil.
Aquí ya, Mister “T”, aunque reparte inofensivos mamporros al
estilo Terence Hill y Bud Spencer, asegura no estar orgulloso de emplear la
violencia y que su prioridad es ayudar a la chavalada, con lo que
la conciencia social queda patente. Por otro lado la película nos ofrece lo de siempre. Incluido final feliz. Más original imposible.
No obstante, no deja de ser una cosa muy entretenida, un
poco más ligera que los telefilmes de aquella época, que eran soporíferos, y
nos damos el placer de ver como protagonista absoluto a Mister T, que es de
lo que se trata.
Co-protagonizando el invento, como uno de los
jóvenes conflictivos, tenemos a Dennis Dugan, cuya carrera como actor infantil
(le pudimos ver en “Aullidos” o “Loca juerga tropical”), evolucionó por otros
derroteros, convirtiéndose en director de estudio que en la actualidad se
encarga de dirigir casi todos los proyectos de Adam Sandler. Cosas como “Niños
grandes” o “Un papá genial”, son obra suya.
En cuanto al director, Dick Lowry, posee en su haber una
larga carrera en el ámbito del telefilme. Suyas son cosas como “Alf: La
película” o “Los caraduras 3”, conocida por no tener a Burt Reynolds en el reparto, y por ser uno de los desbarajustes más chungos de la historia de las películas malas.
Para despertar la nostalgia, y más si alguien la vio en su
momento puesto que estaba disponible en nuestros video-clubs, esta película alcanza y sobra.