¿Y que es lo más destacable de la ella? Pues que se
trata de una peli de extraterrestres y platillos volantes que no hacen acto de
presencia en ningún momento, de argumento enrevesado y sin gracia, que debido a
una mala dirección y un mal montaje, cuesta seguir, donde cuando aparece el
interior del platillo espacial, este se resuelve a base de discoteca, y donde a
falta de decorados, se montan una oficina del Sr. Comisario con pared
blanca, mesa de madera y cartelito con el nombre impreso en cartón y rotulador
que, en este caso si, te mueres de risa. ¡Ojo! Pero solo en ese plano… el resto
está hecho con tanta desgana, que no provoca en el espectador absolutamente
NADA, así que como ya digo, afirmar que esta peli es guay por mala -que hay quien
lo dice- no es más que confundir velocidad con el tocino y el acto de encontrar
elementos para justificar su poca valía como algo jocoso, es demasiado
rebuscado.
Ahora, valorarla de mala, espantosa, infame, que verla es un
suplicio, eso sí se puede. Se trata de cine malo de verdad, del que no hace
gracia, del que aburre a las vacas. Ahí si, ahí esta mierda tiene ganado un
lugar en el cielo. Y en realidad, son estas películas malas de las que yo
disfruto (esto también podría ser un esnobismo, pero créanme, si lo es, no es
de manera voluntaria ¡Ja!). No obstante, “S.O.S Invasión”, me ha
horrorizado. Es, sencillamente, inaguantable.
Una muchachita muy apañada ella, acude a ver a su tío para
contarle lo que le ha sucedido en los últimos días. Esta se enamora de un
doctor al que, si mal no recuerdo (porque es tan mala que centrar la atención
en ella, es toda una proeza), se le ha muerto la mujer. Se van al Algarbe (Piochogol) de
vacances, y allí, el doctor comienza a
ver por los sitios por los que anda, a su mujer viva. Llega a pensar que se
trata de alucinaciones, pero no: son extraterrestres, que han
bajado a la tierra en su platillo volante (que sabemos que está ahí porque hace
ruido y porque se le nombra, no porque lo veamos) y le envían
robots de forma humanoide, para no se qué cojones.
Nada, un bodriete sesentero protagonizado por un jovencito e
imberbe Jack Taylor, cargado de imágenes “pop” muy de aquélla época, de la que
saco en claro que los planos que dan inicio a la película con la cámara
recorriendo el paseo de Extremadura en
coche, intuyo que desde Mostoles o Alcorcón, pasando por Plaza de España, como
madrileño de extrarradio que gusta de reconocer sus zonas en la pantalla, me
parecen entrañables y cojonudos. El resto, poco más que una basura de mierda.
Dirige Silvio F. Balbuena, que váyase usted a saber de dónde
cojones sale este caballero. En su haber, dos o tres películas para mí
desconocidas. Pero claro, es que yo soy un ignorante.