El DVD entero es un poema; desde las ilustraciones de dentro
del digipack, que nada tienen que ver con la película (un dibujo de lo más corrientucho
en el que reza la inscripción “Hail Hitler”) hasta lo de tratar de edición
especial para coleccionistas un disco que viene pelado de extras, aunque, eso
si, plagado de trailers de las películas nazis de Leni Riefenstahl (“El
triunfo de la voluntad”, “Olimpiada”) u otras del mismo palo como “Adolph
Hitler, Mi lucha” convenientemente remasterizadas y dobladas al castellano para
la ocasión. Vamos, todo de lo más cantoso.
Y en una edición como esta, donde reza que “El número de
expediente está en trámite”, la obsesión
de la distribuidora es la piratería, y si un DVD estándar lleva un
anuncio anti-piratería, este lleva cuatro seguidos, además de otro sobre dolby surround, para un producto que está en mono. ¡Que país!.
Vayamos a la película; “I Love Hitler” es una especie de obra de ficción, medio documental, medio experimental y medio surrealista,
y en definitiva una cosa rara cuyo interés radica, precisamente, en la rareza,
que sin un hilo argumental va combinando mogollón de escenas de archivo del “führer”
y de la guerra mundial, con filosofadas baratas pretendidamente profundas y
cómicas que pegan sin parar los protagonistas, Emilio Linder (según
los créditos del DVD, Emil Von Linvder), Lázaro Escarceller, prota
absoluto, y Fabián Conde con una
marioneta de Hitler, haciendo de mago ventrílocuo o algo así. Todo ello para
explicar que el dictador del mostachillo no murió, si no que escapó a España y desde entonces vive
como comediante en algún pueblo perdido. Y se nos da a medio a entender que
Hitler es en realidad Lázaro
Escarceller, todo ello en distintas localizaciones que van desde un
cementerio, pasando por el campo, terminando en el museo de cera.
Una paranoia que encima pretende más de lo que ofrece, con
un carácter cinematográficamente español por aquello de que hasta las
filosofadas profundas hay que tomárselas a cachondeo, y de ideología un tanto
ambigua, al igual que la de su distribuidor.
No dejan de ser curiosos los momentos en que, a sabiendas de
que la película posteriormente será doblada, se filma a los actores de espaldas
mientras oímos largas parrafadas, o comprobamos que Lázaro Escarceller
suelta sus diálogos pausadamente y mirando detrás de cámara entre frase y
frase. Obviamente, el director le está dictando lo que tiene que decir y el
hombre se limita a escucharlo y repetirlo. O esas bocas que nunca coinciden con
lo que oímos, simplemente, porque al no saberse el guión, decían cualquier
cosa y en doblaje se ponía el texto.
No obstante, absolutamente toda la película despide ese
rollo experimental involuntario y surrealista que la convierte en una cosa
curiosa y a tener en cuenta, solo en los casos más extremos de cinefilia,
porque es mala como ella sola. Se podría decir que el material filmado sirve de mera excusa
para mostrar lo que el director quiere mostrar realmente, que son ese mogollón
de material de archivo perteneciente al "No-Do" o documentales sobre Hitler.
Ahora vayamos a lo que interesa: Junto al trío protagonista,
destacar la presencia de Paco Porras, el vidente de las hortalizas… Sí, al que
arrastran por el mar en “F.B.I. Frikis buscan incordiar”, en una de sus primeras
incursiones en el cine, como travestí que aparece un momentín en un teatro y, tras las cámaras, fabricante de la marioneta de Hitler.
La película viene producida por Juan Piquer Simón, que firma
su participación con el avergonzado seudónimo de Alfredo Casado.
Váyanse ustedes a saber, con la de mierda que filmó como director, por qué oculta su función como productor ejecutivo en este caso.
Y por último, de la dirección se responsabiliza un tal Félix Varón.
Bien, pues este director no existe. En realidad es el seudónimo que utilizó Ismael
González, otro misterioso cineasta que dentro de las muchas facetas que
desarrolló a un nivel de cine, digamos, siempre marginal, destaca por haber
dirigido unos cuantos documentales, películas infantiles a mayor gloria del
gordito que salía en los vehículos de “Parchís”, Rodrigo Valdecantos, así como productos porno que firmó o bien con su nombre
o con el de Félix Varón, tales que “Escuela de grandes putas” o “Los
Pornoaficionados”.
Muy interesante todo. Y por 1 Euro, la cosa está que te
cagas. En un lugar de honor dentro de mi dvdteca. Pero por los 19,95 Euros que
pide Herrera desde su página web, como que no.