Lo que si que tiene esta tercera parte, es el póster más
molón de todos. Es cómo si intentaran hacer de Norman un nuevo Freddy Kruegger,
pero Norman es demasiado antipático para convertirse en eso.
El caso es que, efectivamente, la película es mierdosa, comparándola
con esa segunda parte de “Psicosis” que tan satisfecho me dejó en el reciente
visionado. No obstante, no es una mala película de “psycho-killers”, es
bastante disfrutable, y resulta encomiable el intento de darle una pequeña vuelta de
tuerca a la saga, sin salirse del motel, poniendo un par de personajes que le
dan colorido a lo sórdido del asunto.
Una monja que ha perdido la fe y que en un ataque de
histeria propicia la muerte de una compañera, abandona los hábitos y el
claustro quedando perdida por los caminos. Entre unas cosas y otras, acaba en
el motel de Norman. Esta le recuerda a su primer víctima, Marion, ya que
físicamente es igual, y termina enamorándose de ella. La cosa es reciproca,
pero se ve truncada por la doble personalidad de Norman, es decir, por su
madre, que le llama cochino y le insta a matar a esa zorra que solo intenta
separarles. Por otro lado tenemos la presencia de un aspirante a estrella de
rock que es contratado por Norman como recepcionista, y a una periodista que
quiere hacer un artículo sobre el muchacho y que complicarán las cosas. Aunque no
mucho.
Obviamente, como secuela de “Psicosis”, es flojilla, pero no
está peor que otras muchas películas del género. Es entretenida y con las
dosis de suspense y mal rollo justas como para tenerla en cuenta.
La gracia está en que se trata del debut como director de
Anthony Perkins, que ayudado por Ken Russell (hay quien incluso afirma que la
dirigió este segundo) apuesta por un ambiente aún más enrarecido que el de su
predecesora (Richard Franklin sí que mamó bastante de la teta de Hitchcock)
y por una dirección de lo más estándar y de estudio, es decir, impersonal, no
notándose la mano del nuevo director por ninguna parte.
Su experiencia en ese campo se prolongaría con una
película más dos años después, “Lucky Stiff” una especie de “spoof”
videoclubero, cuya frase promocional rezaba “Esto es como si “Psicosis” se
encontrara con “Agárralo como puedas"", y que pasó totalmente inadvertida, cosa que no me extraña en absoluto. Y es que, tristemente, a pesar de lo dotado
que estaba Perkins para la actuación, el personaje que interpretó transcendió
mucho más que el, y tuvo que vivir de los restos de Norman hasta el día de sus
muerte.
“Psicosis III”, concebida en un principio pare revitalizar
la franquicia, fue un sonoro fracaso a nivel mundial, lo que no fue óbice para
que la figura de Norman siguiera siendo explotada en la pantalla, aunque fuera la catódica. Prueba de ello son el telefilme "Psicosis IV", del que ya no hablaremos, "Bates Motel" o la serie de mismo título que actualmente se emite por televisión, además del remake plano a plano de la primera, dirigido por Gust Van Sant, controvertido fracaso, que no obstante, a mí, me parece más que digno, aunque a Vince Vaugh no le va el papel de Norman en absoluto. De hecho, después hizo carrera en la comedia, y se le da muy bien.
En el reparto, junto al señor director, tenemos a un
jovencito Jeff Fahey, que ya sobreactuaba de lo lindo, incluso en una escena
tan idiota como en la de su personaje está iluminando, con dos lamparitas de noche,
a una zorra que bailotea en la cama mientras lame recortes de revistas porno.
Se deja ver perfectamente.