Por otro lado, es una comedia consumada, que no parodia,
ambientada en el espacio, cuya historia muy bien se podía desarrollar en
carretera sin perder un ápice de gracia, pero lógicamente, el hacer una cosa de
camioneros espaciales del futuro, tiene mucha coña. No en balde, el guión es
obra del editor de la archi-conocida revista cómica “National Lampoon”, Ted
Mann.
Cuenta, básicamente, la historia de un camionero que lleva
en su vehículo espacial una carga de cerdos y, como su camión es viejo y
destartalado, llega a su destino dos días tarde, lo que hace que el receptor de
la carga se niegue a pagar lo acordado, lo que desencadenará los problemas.
Por otro lado, llegarán unos piratas espaciales que pondrán en tesituras
cómicas a nuestros protagonistas. Pero el verdadero quiz de la cuestión está en
unos robots indestructibles creados por un doctor (ahora pirata), que llegado
el momento conquistarán el mundo, y que se las tendrán que ver con nuestros
protagonistas, a los que se les da un mando a distancia que los desconecta.
Guardando ciertas similitudes con “Starship Troopers” de Verhoeven,
la película cuenta con un humor tan
cafre como sutil que sería imperceptible por el espectador medio, con lo cual
la ignorancia hizo que la película se tomara muy en serio, y en consecuencia se
convirtiera en un fracaso. Sin embargo, es una de las mejores películas
de género de aquellos años. O al menos, de las más divertidas de la fatidica
década de los 90.
Protagonizada por Dennis Hopper, que veinte años atrás era
un referente de la contracultura de los
setenta pero que entrados los noventa deambuló con eficacia en la serie
B, Stephen Dorff que aspiraba a galán
Hollywodiense y se ha quedado a medio camino, granjeándose así una carrera más
o menos de culto en el que directores video-cluberos y los autores de
prestigio se lo rifan, mientras el individuo no llega a forrarse a base de bien
como le habría gustado, y Debi Mazar, tres cuartos de lo mismo que Dorff. Quien verdaderamente se lleva la palma
es Charles Dance (“El chico de oro”, “Alien 3”), que interpreta al
creador/pirata de los robots, mitad humano, mitad máquina y que posee un pene
que con las debidas descargas eléctricas volverá locas de placer a las
mujeres, que está desternillante y memorable, y se prodiga como lo mejor de la
peli.
¡Ah! Y los asientos del camión de Hopper, son ¡asientos de
montaña rusa!.
En cuanto a Stuart Gordon, siguió haciendo ciencia ficción
barata (ya la había hecho con “Robot Jox”) con “Fortaleza Infernal” y sacándole
absoluto provecho a sus ajustados presupuestos, convirtiéndose en uno de los
mejores directores de todos los tiempos, sin llegar jamás a hacer una sola
película de estudio, siempre independiente y de pocos millones. El guión de
“Cariño he encogido a los niños”, sería casi anecdótico en su interesantísima
carrera.
Y “Space Truckers”, la verdad que está muy maja.