Cuenta la historia de
Corocotta, un guerrero Cántabro que luchó contra los ejércitos Romanos
de Marco Vespasiano Agripa cuando estos
intentaban conquistar Hispania. Mientras Marco Vespasiano cae ante los encantos
de las Cántabras que le seducen y traicionan, Corocotta ofrece su cabeza a
cambio de la paz, la cual será negada, invitándole a perderla en combate.
Usando en la narración hechos históricos supuestamente
reales, con otros ficticios - Corocotta es una suerte de Conan que trata con
brujos a lo Gandalf y hechiceras- Naschy nos propone una mezcla entre “Peplum”
y “Espada y brujería” rodada con cuatro duros y de lo más mediocre, en el
sentido más estricto de la palabra. Con ello quiero decir que es una locura rodar una epopeya tan grande
como la que rodó el amigo Molina, supongo que con dos duros. Porque las tenía
todas para que esto fuera un film altamente ridículo y risible, que visto a día
de hoy, causara la solaz del espectador más desinhibido. Sin embargo, en ese
sentido es más que digna; buen vestuario, buena ambientación, algún escenario
penoso, si… pero no es lo suficientemente mala para causar la risa, ni tan
buena como para tenerla en cuenta. Es bastante mala, porque se hace eterna,
porque no tiene ritmo, porque los actores están todos espantosos, porque toda
ella se compone de largos diálogos y porque, para no mostrarnos la batalla
final, una voz en of nos la cuenta… termina
la película y te quedas igual que estabas. O sea, una película mediocre.
Incluso, resultan totalmente inofensivos, los insertos de
comedia en la primera mitad de la película… Cántabros y romanos sueltan todo
tipo de gags pretendidamente graciosos – no lo consiguen- sin saber a santo de
qué, para luego dejar la comedia a un lado en pro del drama más descarnado y
las coreografías de batalla menos curradas.
Mediocre, tanto, que en su momento fueron a verla a salas,
tan solo 120.000 espectadores. No es la película de Naschy que menos ha
recaudado, pero si bastante poco. Aunque insisto, la mayoría del cine español
actual, no alcanza esa cifra de espectadores.
Es tan sosa la puta peli, que siquiera nos aburrimos; se
aguanta con dignidad.
Con mogollón de actores en la película, esta cuenta con
media plana mayor de interpretes habituales del cine más zetoso “Made in
Spain”, esto es, tenemos ahí, haciendo, o bien de Cántabros o bien de Romanos,
a célebres y entrañables actores de la talla de
Ricardo Palacios (“El pecador impecable”, “Leviatán”), Alfredo Mayo
(“Poppers”, “El Cid Cabreador”), Verónica Míriel ( “Perros Callejeros II”, “¿Yahora qué, señor fiscal?”), Andrés Resino (“Regreso del más allá”, “La mansiónde la niebla”) Frank Braña, Jenny Llada, Blanca Estrada, David Rocha… incluso otros ilustres a los que ni vemos
en la pantalla, cumpliendo sus papeles
de extra, como puedan ser Paloma Hurtado, o Antonio Mayans, que creo (solo
creo) que es uno de los gladiadores cuyo casco impide que le veamos el rostro.
Ahora, acreditado está. Todo esto capitaneado por un Paul Naschy, que luce
peluca rizada bastante cantosa, luce piernacas bajo la toga y se reserva las
escenas íntimas con las féminas.
Como director Paul Naschy no era tan paquete como actuando,
y quizás por eso, esta película resulta tan insípida.