Justo huyendo de las Alemanias, y antes de arrancar con su periodo como -frustrado- director de cine de terror, Ulli Lommel vivó un escueto sueño: Formar parte de la bohemia artística de Nueva York a finales de los 70, de la mano nada menos que de Andy Warhol. Rodó dos películas, back-to-back, de rollo "auteur" y con el famoso artista ¿albino? colaborando en escuetas intervenciones actoriles. La primera se tituló "Cocaine Cowboys" y para la banda sonora pudo contar con las canciones de "Richard Hell & The Voidoids", el legendario cantante/combo del punk original (el forjado en la Gran Manzana antes de que los Ingleses lo mangaran y se lo cargaran) de fascinante carrera (Músico, escritor, cineasta superochero y actor en cosas raras. No olvidemos que fue uno de los protagonistas del bizarro "Geek Maggot Bingo", obra del simpático poseur profesional Nick Zedd). Tanto le gustó su música a Lommel que pal siguiente proyecto decidió contar con él en tareas protagónicas. De hecho, lo tituló exactamente igual que uno de sus discos más míticos -así como una de sus canciones más emblemáticas-, "Blank Generation" (no confundir con el documental de Amos Poe, "The Blank Generation", a pesar de las evidentes e indiscutibles conexiones).
Richard Hell interpreta a un aspirante a estrella del (punk) rock llamado Billy. Un día, justo cuando se le presenta la oportunidad de despegar, conoce a una periodista francesa que le entrevista y termina perdidamente enamorado de ella. Lo que sigue es la crónica de una historia de "amor fou" en la que se aman, se gritan, se separan, se juntan, etc, etc. Billy, que es un calzonazos, abandona su carrera musical por ella, y vende todos los derechos de sus canciones. Pero entonces la gabacha, que tiene exabruptos imprevisibles, absurdos y exagerados, le manda al carajo y va al encuentro de... su otro novio, un acaudalado productor televisivo -interpretado por el mismo Ulli- obsesionado en entrevistar a -cómo no- Andy Warhol. Así las cosas, Billy retoma sus tareas musicales a pesar de lo mucho que le cuesta canturrear frente a una audiencia pasiva que no se toma la molestia de prestar atención a sus letras. Justo ahí, la francesita vuelve... pero se marcha de nuevo. Luego deja al productor germano para regresar con Billy, pero no del todo. Y entre esto y aquello, llegamos al "Fin". La verdad es que viéndola se te quitan las ganas de echarte novia (aunque al final ella paga por sus desplantes, lo que me parece muy bien y muy justo -y muy poco verosímil-).
Según leí, Richard Hell tiene un concepto muy negativo de "Blank Generation" y, especialmente, de su director, al que califica de "forma de vida rastrera". Alaba la fotografía -con razón- pero echa pestes del resto, y confiesa que si durante todo el metraje le vemos ausente y con cara de bobo, es porque decidió actuar así aposta. Pero a mí la peli no me ha parecido tan terrible, quizás porque esperaba un tocho acojonante y no lo es. Tengan en cuenta que la consumí justo al terminar un film previo que me decepcionó, que era muy tarde y que la vi en versión original con subtítulos en francés... y aún así, no tiré de avance rápido, no me cogió sueño, no me tembló la pierna y no me aburrí demasiado. Algo querrá decir todo eso, ¿no?.
Supongo que contribuyó al disfrute toda la parte dedicada a Richard Hell (que sale tocando varias veces. A lo largo de la banda sonora se escuchan como cuatro canciones suyas, tres de ellas se repiten hasta la saciedad) y a la escena del punk neoyorquino. Aparece el legendario "CBGB" que vemos desde dentro, desde fuera y desde atrás. (Por lo visto) aparece toda una leyenda del cine underground de los contornos como Eric Mitchell (y probablemente también asomen el careto más integrantes del mundillo, solo que no los reconozco). También tenemos a los "Voidoids" al completo, Robert Quine, Ivan Julian y Mark Bell/Marky Ramone. Y hay unos pocos punks que rajan de la escena británica ("Hablan de política en sus canciones", "Eso es una gilipollez"). Estamos en 1980, el punk neoyorquino lleva tiempo agonizando y en Inglaterra el boom del 77 ya ha dado paso a la época de las crestas y el imperdible con regusto "cartoon". A quien le mole todo eso, y ver el oscuro, sórdido pero extrañamente bonito Nueva York de la época, gozará.
Resulta gracioso que Andy Warhol aparezca en los créditos iniciales como el tercer actor de la película, cuando en realidad únicamente se marca un cameo de 10 minutos muy forzado, algo que no deja de formar parte de la mentalidad "exploitation" que Ulli Lommel desarrollaría no mucho más tarde. Merece destacarse también, como fricada, la notoria atención que se presta al formato vídeo, por entonces aún en pañales. La francesita se pasa toda la peli con un armatoste grabando todo lo que puede, y en lugar de dejarle a Richard Hell una nota para decirle que le abandona, le deja una cinta enorme -y de paso el equipo necesario para visionarla-. Otro momento curioso lo tenemos cuando esta misma pava sufre un escueto flashback, de esos que tienes antes de caer desde una azotea y toda tu vida pasa por delante de tus bonitos ojos, solo que en este caso se trata de escenas del mismo film visionado pero re-grabados de un televisor sin disimulo alguno. Me encanta. Y no olvidemos el asssurdo y regocijante momento en que Hell y la muchacha van en coche y discuten si ir a la playa o volver a la ciudad, al final ella se harta, estalla de modo muy desmedido, le roba el coche a él y se pira. Puro arte. ¡Ah! y que en los diálogos no falte un par de menciones a Jean-Luc Gordard, claro, de quien -muy probablemente- Lommel tomó buena nota para hacer su película.
Al reparto mencionado cabe añadir a la guapa pero sosa Carole Bouquet (que, justo tras la peli reseñada, saldría en "Solo para sus ojos", la de James Bond) e, inevitablemente, Suzanna Love, ex-mujer de Lommel, interpretando a una punkita con aspiraciones cinéfilas que rueda un largometraje con una cámara de Super 8 y se obsesiona luego en pasar lo filmado a 35mm. El mismo Ulli le dice que no lo haga, que eso podría acarrearle éxito y fama, lo que perjudicaría a su integridad. Un discurso parecido le hace la Bouquet a Hell con respecto a su música. No deja de ser divertido que Lommel andara tan obsesionado con la "integridad artística" viendo los derroteros por los que tiró su carrera justo después (si no lo digo reviento: Su nuevo film no es otra cosa que un regreso a los documentales "shock" de los 70, sobre el lado más bizarro de las Américas, se titula muy adecuadamente "Mondo Americana". Que le den un Oscar!!!).
Podría decir aquello de que "Blank Generation" es más interesante como documento histórico que como película... y algo de eso hay, pero la verdad es que como lo segundo se puede aguantá y está entre lo mejor de su señor director (lo que tampoco es muy difícil).
Gracias a Pere Koniec por el préstamo.