lunes, 22 de diciembre de 2014

MISIÓN SUICIDA

Sigo revisando la escueta carrera cinematográfica del cómico Andrew Dice Clay que, paradójicamente, aún con algún componente cómico, la mayoría de películas que protagonizó se adscriben al género de acción y  casi todas ellas están destinadas al circuito del vídeo club o a la televisión por cable. En el caso de la que nos ocupa, “Whatever it takes” (incomprensiblemente titulada en su edición videográfica en españa “Misión Suicida”) tiene la gracia, o la simpatía de reunir a tres viejas glorias –según se mire, podíamos decir que reúne a tres “Don Nadies”- del cine de acción como son el propio Clay, Don Wilson y, más mítico, Fred Williamson que ejerce de malo megalómano de la película.
La carátula americana, además, te vende esta reunión como todo un acontecimiento y destaca, por encima de los nombres de los actores, los apelativos por los que son conocidos en sus círculos de fans, así, Don Wilson sería “The Dragon”, Andrew Clay sería “The Dice” y Fred Williamson sería “The Hammer”.  Y esto es lo más reseñable que puedo decir de este “Direct to vídeo”, por que por lo demás anda bastante sosa de todo. Es más es una pena para lo que han quedado tipos que en su momento nos deleitaron con cosas como “Blood Fist”, “Las Aventuras de Ford Fairlane” o “El padrino de Harlem”. Quizá el más digno sería Williamson con su eterno papel de vieja gloria del “Blaxploitation”, porque por parte de Don Wilson, no solo se le acusa en su rostro el paso del tiempo, sino también en las escenas de artes marciales, que brillan por su ausencia en esta película. Por otro lado, el papel serio, sin chascarrillos, de Andrew Dice Clay no le hace justicia y solo podemos fijarnos en su prominente aumento de peso y en su omnipresente calvicie. Lo cual, siempre es garantía de algo.
Dos policías se meten en un asunto de tráfico de esteroides, por lo que tendrán que infiltrarse en ambientes de culturismo y ganarse la confianza del mafioso se turno, pero otras misiones han hecho mella en uno de los dos policías, lo que puede hacer que todo se vaya al traste. Como es de suponer, esto no ocurrirá.
Sin llegar a aburrirnos del todo, la película, si hacemos parones mentales cada cinco minutos para pensar en nuestras cosas, se aguanta bien y se sigue sin mayor dificultad, Lo mismo que a la hora de olvidarla…al día siguiente de haberla visto, ya no nos acordaremos de ella, y ni puñetera falta que hace que nos acordemos.
Más que mala, podíamos decir que es sosa, insulsa, poco carismática, y muy, muy de finales de los noventa. Aunque siempre es de interés echarle un ojillo, más que nada por ver a sus actores y su rictus de “Para esto hemos quedado”. Claro que Fred  Willianson, a día de hoy, es prácticamente un icono,  Dice Clay, sigue arrasando en sus shows y ha trabajado para Woody Allen, “The Dragon” Sigue con su carrera zetosa con algo de fandom… vamos que siguen en alza en cierto modo. Pero el impersonal del director, el tal  Brady McKenzie, apareció para rodar esto y nunca más se volvió a saber de él.
Para completistas de cualquiera de sus tres estrellas. En mi caso, completaría al, también apodado “The Diceman”.