Para debutar en el largo opta por una cosa sencilla: Toma al
personaje de Manuel Vázquez Montalbán, el detective privado Pepe Carvalho, y lo
mete en una aventura detectivesca. El resultado es de lo más entretenido.
Un buen día, aparece en la playa el cadáver de un individuo
que luce en el brazo un tatuaje que reza. “He nacido para revolucionar el
infierno” y alguien, sin dar un por qué, contrata al detective Pepe Carvalho
para que encuentre la identidad del individuo y quién lo mató. Pronto, nuestro
detective se pone manos a la obra investigando y llegando con las pistas a
Ámsterdam, para, finalmente, resolver el caso, no sin que la cosa se complique
peligrosamente durante la investigación, a la vez que el hombre sigue haciendo
su vida por el lumpen de las putas y el ping pong. Sorprende ver, lo en pañales
que estaba en pleno 1976, año en que se rodó la película, el arte del tatuaje,
en una época en la que solo se tatuaban los marineros y los macarras. Huelga
decir, que todo el rollo de los Tatoos, es harto imprescindible en la trama de
este film.
Bigas Luna nos muestra una película adscrita al “cine negro”
despojándolo de todo el glamour del género, aquí no hay nada del Hollywood de
los años cincuenta, aproximándose, sin embrago y en cierto modo al “Poliziesco”
Italiano, mostrándonos personajes desagradables, sucios y sudorosos. Pepe
Carvalho aquí no es un héroe, es un desgraciado, un mercenario que se mueve
entre putas de la peor calaña y borrachos de vino de frasco, al que le limpian
los zapatos limpiabotas que van más aseados que él.
Toda esa sordidez, la muestra Bigas Luna mejor que nadie, y
luego se centra en hacer un producto altamente interesante y entretenido, pues
por aquella época todavía no estaba viciado con los componentes que luego
serían marca de la casa, como las escenas oníricas o los planos con alimentos mediterráneos
y/o castizos como protagonistas.
Lo cierto es que la película está francamente maja.
Parte muy importante de la película es la soberbia banda
sonora, una suerte de ritmos funkorros y jazzis, setenteros y agresivos,
compuestos por Joan Albert Amargós, y que otorgan un ritmo de cojones a la
película, aún cuando lo filmado va más bien despacito. Un musicón de órdago,
señores.
Luego, curiosamente, junto a Luna, firma el guión nada menos
que José Ulloa, que ya le pegan este tipo de productos. Lástima que no tuviera
la pericia de Bigas Luna en la dirección.
En el reparto tenemos a Carlos Ballesteros (“Nunca en horas
de clase”, “El Mirón”) que interpreta a Pepe Carvalho bastante creíblemente,
secundado por Pilar Valázquez (“El Cristo del océano”, “Yo los mato, tú cobras
la recompensa”), Mónica Randall, Luis Ciges o una joven y tetuda Teréle Pavez.