El individuo responde al nombre de Robert Sacchi y aparte de
hacer mogollón de apariciones televisivas en referencia a su parecido con el
mítico actor, su pequeña carrera cinematográfica, salvo alguna excepción, se
basa en esta misma particularidad; parecerse a Bogart.
Así, le hemos visto en infames cosas como “La brigada del
inspector Bogart”, o esa curiosidad tan rara que es “Funland”.
En esta película es el absoluto protagonista y, por lo
tanto, donde más se luce, ya que apenas sale de plano el colega y, embutido en
una gabardina y luciendo sombrero, el hombre nos ofrece un recital de gestos,
tics y frases propias de Bogart.
Por otro lado, la película es un homenaje al cine negro
americano de los 40 y 50 que con un par de toques a lo “Spoof”, a veces se le
olvida si es una comedia o una verdadera película de cine negro, quedándose a
kilómetros de ambos géneros, en cualquier caso. Se trata de una película mala y
tediosa.
Un fan de Humphrey Bogart decide hacerse la cirugía estética
para parecerse a su ídolo, y puesto que no hay ninguna ley que prohíba
modificarse los rasgos faciales, le operan y queda lo más parecido posible al
actor. Con las mismas, el tipo abre una agencia de detectives, y pronto es
contratado para resolver no se que hostias.
Una película cuyo único interés, que sería el morbo, queda
satisfecho para el espectador en el primer plano que vemos, justo antes de los
títulos de crédito, que es en el momento en el que, mientras que el cirujano
explica lo que le han hecho en la cara, le quita las vendas a nuestro
protagonista. Una vez se las quitan y vemos el parecido con Bogart, perdemos el
interés por todo lo que ocurre después. Y es que todo lo que ocurre después, un
ir y venir del personaje, tiene tela… Asesinatos, zafiros, hachís… muchas
cosas, pero ninguna importa un cojón.
Sin embargo, en papeles secundarios, andan por ahí
presencias (que no actuaciones) tan reconocibles e importantes como las de
Herbert Lom, Franco Nero, Victor Buono, Yvone de Carlo y Sybil Danning.
Dirige la infamia, el típico asalariado que dirige episodios
sueltos de series televisivas y telefilmes, en este caso; Robert Day. “A lo
loco y con la cara del otro”, sería su única película para cines.
En nuestro país apenas la vieron 105.000 espectadores y
quedó relegada al ostracismo, si bien es cierto que en vídeo salieron varias
ediciones, existiendo una que llevaba por título “Sam Marlow, detective
privado” y que contaba con un doblaje distinto al de la versión para cine.
Cosas de la época.
Como anécdota, para finalizar, decir que la canción
principal de la película se llevó un “Razzie” en 1980 a la peor canción
original. No es la canción lo peor de esta producción, desde luego.