Se trata de la primera película a mayor gloria de este
cómico y todo un éxito de masas en este país congregando a más de 200.000
espectadores en 2015. El éxito del año en Perú. 200.000 espectadores en un país
como Perú, es toda una cifra.
“Macho Peruano que se respeta” sería el cine mainstream de
allí. Conocemos el lado marginal de la serranía indígena con el “Cine Regional
Peruano” que por otra parte, son los que tocan el género del terror como
buenamente pueden, conocemos el cine de acción de ese país con “La gran sangre”, pero no dejan de ser películas minoritarias para un público
prácticamente casual.
Al igual que en Republica Dominicana, la Peruana –si obviamos
esas co-producciones con España más destinadas al público gafapasta español que
al público de corte popular Peruano con títulos como “La teta asustada” o “No
se lo digas a nadie”- es una cinematografía relativamente nueva que va
evolucionando gracias a la tecnología digital que permite que países mas pobres
rueden con menos medios, pero claro, no tienen ni idea de contar una historia
y, mucho menos, de rodarla.
Así este gran éxito, que radica básicamente en ver a la gran
pantalla a Carlos Vilchez, haciendo sus chascarrillos y cucamonas es un
desbarajuste argumental carente de ritmo en el que vemos a una serie de
simpáticos personajes corriendo hacia arriba y hacia abajo, pero en realidad no
sabemos que es lo que está pasando. Luego, cuando uno consulta sinopsis, se da
cuenta de que en realidad, no hay una historia desarrollada. Ni falta que les
hace.
Cuenta como un mecánico de ciudad se pavonea con eso de ser
el machito del barrio, y mientras alardea de que “un macho que se respeta”
nunca se enamora, este cae en las garras de una muchachita de buen ver que le
pega bastante poco. Y no hay más. A eso añadan la ingenuidad propia de las
comedias latinoamericanas, que acaban siendo románticas y de lo más
tontorronas, por no hablar de la blancura de su humor. Cine para todos los
públicos que en Perú funciona. Punto.
Lo que me resulta curioso es comprobar, como todas estas
cinematografías emergentes de la América de habla hispana, aún cambiando de
país y separados por miles de kilómetros, son tan similares entre si. En cada
país funciona exactamente lo mismo, el humor tonto y blanco, la verborrea fácil
y ágil del cómico de turno y las subtramas amorosas imposibles.
Por lo demás, el pulso narrativo, el ritmo, la dirección y
el montaje de “Macho Peruano que se respeta”, chirrían por todos lados.
Eso si, el HD le procura una bonita fotografía y apariencia
de gran producción. En este caso los colores se acentúan haciéndoles vestir a
los actores con los colores mas vivos posibles, lo que contrarresta con lo
hechas polvo que están las calles del lugar donde se rodó.
Dirige el cotarro, Carlos Landea.
Decir, de paso, que no hay existencia alguna, ni del
director, ni de los actores en Imdb. Así de emergente es la cinematografía
Peruana.