LOS FOTOCROMOS DE "LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES (1990)"
En 1990 el efecto shock que supuso en su día -1968- "La noche de los muertos vivientes" ya estaba más que asimilado. Parecía absurdo, tras tantas imitaciones y las secuelas del propio padre de la original, George A. Romero, intentar superarla, especialmente en crudeza. Así que a la hora de parir el primer remake del clásico se optó por algo radical y muy valiente, olvidarse el máximo posible de ello. Apuesta esta que aún resultaba más llamativa y desconcertante si tenemos en cuenta quien se iba a encargar de tan jodidísima tarea, Tom Savini. Personaje que había pasado a los anales del cine, como bien sabéis todos, por sus hemoglobiníacos efectos de maquillaje en pelis como "Viernes 13", "Maniac" o la misma "Dawn of the dead". Vamos, que Savini dio alas al gore, lo convirtió en algo escalofriantemente verosímil y enfermizamente detallista. Teniendo todo eso en cuenta, encontrarse con una versión de "La noche de los muertos vivientes" que llevaba su firma pero era incluso menos sangrienta y "sucia" que la primera, fue algo que no acabó de encajar bien el fandom, especialmente el más extremo, que era el público potencial de semejante propuesta, una que reunía de nuevo a los padres fundadores, Romero, John Russo y Russell Streiner con fines legitimizadores y que se encargó de producir el mismísimo Menahem Golan desde su nueva y flamante empresa, la "21st Century Film". Claro que a lo mejor la ausencia de gore, y el fracaso del film, fueron más consecuencia de la época, del arranque de una década plagada de horrores mediocres y poco dados a exponer alegremente los interiores del cuerpo humano. O tal vez hemos de culpar al mismo Savini, que quería quitarse de encima la etiqueta de rey del "splatter" y apostó por dar más cancha al elemento "miedo" -sin conseguirlo- que al visceral. No sé.
Pero una cosa es eso, y la otra es concretar si esta nueva epopeya de zombies, parida en un momento en que estos aún no habían alcanzado los cansinos niveles de popularidad actuales, funciona o no. Bien, la revisé hace unos días y puedo decir que sí, funciona. En realidad me parece bastante más entretenida y dinámica que la original. No es un peliculón, pero tampoco ofende.
Después del batacazo, Tom Savini se apartó de la dirección hasta que la retomó años después participando en un par de antologías de escaso presupuesto (una de ellas es esta) y el reciente regreso en formato televisivo de "Creepshow".
¿Y qué aportaciones novedosas hace esta versión con respecto a la antigua, además del color y la mejora de efectos especiales?, pues una protagonista femenina más activa y guerrillera (lo que no tardó nada en provocar los típicos comentarios de que si "Rambo" y tal), un final igualmente inesperado e impactante (y ya tiene mérito si tenemos presente el de la versión del 68) y un puñado de divertidos sustos que juegan con las expectativas de la audiencia bien informada (ejemplo: la primera aparición de un zombie... o dos).
El reparto es de lo más simpático, con algunos rostros bien reconocibles adscritos al género, a saber: Tony "Candyman" Todd, Patricia Tallman (habitual del clan Romero, y que intervino en el "Pegado a ti" ¡de la Troma!), Tom "Henry, retrato de un asesino" Towles, William Butler (curioso actor de serie B y director de zetismos bien extravagantes) o Bill "Masacre en Texas 2" Moseley. Entre los zombies hay varios cameos, destacando el de Dyrk Ashton, fricazo con pedigree.
Los fotocromos que siguen a continuación no son demasiado chulos ni, seguramente, están completos... pero ya que Alex Gardés me los cedió amablemente, los dejo aquí y asíN cumplen su función: la de excusa para hablar un poco de la peli.