Obviamente, son los dos subgéneros que se explotaron en los
ochenta con identicas finalidades comerciales, que son atraer a las plateas al
público potencial de estas; los adolescentes, con lo que tan extremos como son,
tienen bastantes similitudes estéticas y formales, cuando no, llegan
directamente a fusionarse en películas como por ejemplo “La Quema” cuyo metraje
contiene un porcentaje más que alto de “Camp Comedies”, o “Killer Party” que,
directamente, es una “Screwball Comedie” con un desenlace terrorífico.
Pero sobretodo, son dos subgéneros que tuvieron su auge en
la misma época. Nunca han dejado de rodarse, pero en esencia, son géneros
pertenecientes a una época concreta.
Por eso, no deja de parecerme curioso el fenómeno ocurrido
con ambos géneros en España, muy a destiempo; A principios de la pasada década
la de 2000, en España, sin saber muy bien a cuento de qué, y en consecuencia al
éxito cosechado por el “Neo-Slasher” con
“Scream” a la cabeza, comenzaron a producirse “Slashers” patrios como “Schooll
Killer” o “Tuno Negro” como máximos exponentes, mientras que, al mismo tiempo,
una productora como “Morena Films”, con tan poca personalidad que asusta, creó
un sello llamado “Happy Hour”, bajo el cual produciría “Screwballs” españolas,
género este que no se había estilado demasiado en nuestro país. Se pueden
contar con los dedos de la mano los “Screwballs” producidos hasta 2001, “El Rollo de Septiembre” de
Mariano Ozores en 1985, y poco más. Pero claro, “American Pie” se había
convertido en una especie de fenómenos social, el género vivía una nueva etapa
tan fructífera que aún se siguen produciendo títulos, y “Morena Films” quiso
subirse al carro, ajenos ellos de la urticaria que provoca el cine español en
general al público adolescente al que iban destinadas estas película. Así, llegaron tan solo a producir tres títulos en
5 años, el primero de ellos “Gente Pez”
dirigida por Jorge Iglesias y según un guión del dibujante de cómics Mauro
Entrialgo, que resultó un pequéño éxito. Este éxito propició que se pusiera en
marcha una nueva película del subgénero, que es la que nos ocupa “Slam” que
funcionó un poquito peor, pero funcionó y la que hizo darse cuenta a “Morena
Films” que el género no era del todo rentable y con la que paralizó la
producción de “Screwballs”, “Fin de curso” que no fue a verla ni Dios.
Todo esto, mientras se estrenaban “Slashers” Españoles como
“Más de 1000 Cámaras velan por su seguridad”, “El Arte de Morir” y tantas
otras. Con lo que los dos subgéneros van cogiditos de la mano, hasta en España.
Y de manera genuina, porque los realizadores no fueron conscientes en ningún
momento de esto que cuento.
Y dejando al lado estos paralelismos y la curiosidad,
pasamos a “Slam”.
“Slam”, es una película que yo no entiendo como en pleno
2003, año en el que se estrenó, no saltó la liebre por el contenido, por un
lado zopenco y de una gratuitidad sexual honestísima –en un momento de orgía,
uno de los personajes, en pleno éxtasis, dice “Tengo más rabo que la Pantera
Rosa”- , y por otro, extremadamente machista. Es tan machista la puta película,
que hasta YO puedo ofenderme en un momento dado. De hecho, estoy seguro que si
esta película viniera de las américas, se hubiera protestado de lo lindo, pero
como es una película española… pues no pasa nada. Estará rodado con otra
intencionalidad, supongo. O es que el público es completamente idiota, opción
por la que me decanto. En cualquier caso, lo ideal es que no se proteste nunca,
jamás, por el contenido de una película de ficción.
Como fuere, “Slam” gana por goleada en lo que a descerebre,
gamberrismo y destetes se refiere, a sus coetáneas Americanas, si bien el guión
es lamentable y la dirección tan solo correctita. Únicamente, un buen ritmo en
la narración, y un entretenimiento funcional –que gags pocos y malos- hacen que
la película tenga un aprobado raspado. Por lo demás, la película es una
curiosidad por su pertenencia al subgénero del que ahora hablamos, pero
clichés, estereotipos y formalismos, como siempre, están mal entendidos por
parte de sus artífices. Digamos que el director, Miguel Martí, no tiene ni puta idea del género que está
tratando. Tiene un par de nociones, pero no lo conoce. Bastante que le salga
medio entretenida. Y lo mismo ocurría con otra película de 2004 de similares características, “XXL” de Julio
Sánchez Valdés.
“Slam” tomo como protagonista a uno de los actores del
culebrón para jóvenes “Al Salir de Clase”, Ivan Hermés, que tan pronto tuvieron
tirón mediático, lo perdieron, y se marcan un “Screwball” en el que un
periodista veinteañero que escribe para una revista musical de moda ve su
puesto de trabajo peligrar cuando le anuncian que solo uno de los redactores
conservará el puesto, por lo que decide irse al festival de música “Cactus
Féstival” en Andalucía, e intentar entrevistar a la mega estrella del Rock
“Slam”, famoso por no conceder entrevistas. Para ello, emprenderá un viaje por
carretera junto a su amigo Argentino, en la furgoneta de su padre pollero, que
recrea precisamente un pollo con su decoración, y su primo, un Cumbayá
aspirante a seminarista. Pero su rival en la revista, que también quiere
conservar el puesto, se adelantará al festival para ponerle las cosas difíciles
a nuestro protagonista. Mientras, se follarán a tantas guarrillas como les sea
posible, por el camino –Lo de guarrillas no lo digo yo, es el trato que,
alegremente, se le da a las mujeres en esta película. ¡Ojo! que yo no lo
condeno, ¿eh?- .
La película contiene, aparte de escenas directamente
plagiadas (quizás inspiradas) de otras películas yankies (una mamada en la que
sus artífices acaban enganchados por sus respectivos piercings como en “La cosa
más dulce”, un corrida a destiempo como en “Algo pasa con Mary”…) un arsenal de
corridas, enculadas, humor homófobo, humor racista, incluso, tetas y más tetas,
escatología de todos los colores, drogas, sexo a puñados… vamos que de eso no
le falta nada, y aún así, no llega a ser el desmadre que pretende ser, pero se
deja ver sin mayor problema.
Como curiosidad, decir que aunque las escenas del festival
de música transcurren el un festival ficticio de Andalucía, estas se rodaron, en parte, en un verdadero festival como el FIB de Benicassim y, en parte, en un
mega-plató que se construyó en las instalaciones colindantes al complejo de de
exhibición cinematográfica Kinepolis, sito en Madrid, dónde se rodaron escenas
–un concierto de Amaral- para las que se contó con cerca de 5000 extras.
En el reparto, junto a Iván Hermés, tenemos al Argentino
Tomás Fonzi, por aquél entonces popular por su papel en “Una Noche con Sabrina
Love”, La Colombiana Juana Acosta, con menos prestigio del que goza ahora
(¿renegará hoy día de esta peli dónde le
vemos las tetas y el culo con el único fin de apaliar los bajos instintos del
espectador pajillero y adolescente?), el humorista Kimbo, Kira Miró en uno de
sus primeros –y únicos- papeles para el cine, o Luke Donovan, reputado músico
de la escena indie española, proveniente de Nueva Zelanda, que demostró tener
una potente vis cómica en “Gente Pez”, y aquí repitió, no volviendo a trabajar
en el cine en su vida.
Por su parte, el director Miguel Martí, que debuto en el
largo con “Slam”, rodaría después la
siguiente película de “Happy Hour”, “Fin de curso”, después la popular “Sexy
Killer” y en la actualidad, anda haciendo cortometrajes.
En realidad, calidad e intenciones aparte, mola que existan
películas como “Slam” dentro del cine español contemporaneo.