sábado, 11 de marzo de 2017

EL CADÁVER DE ANNA FRITZ

La actriz joven y deseada de moda, Anna Fritz, fallece inexplicablemente. La llevan al depósito. Allí hay un estudiante en prácticas jovencito, algo novato y bastante tonto, que le hace una foto con el móvil y se la manda a sus dos mejores colegas para demostrarles que el cuerpo sin vida de la famosa está allí. Estos no se lo piensan dos veces y acuden. Beben, esnifan, se envalentonan y deciden ver la muerta. Una vez delante y en pelota picada, uno se lanza y la magrea. Pero no cunde el pánico del todo. De hecho, el futuro médico confiesa que una vez se folló el cadáver de una pava que estaba muy buena. Se desencadena la locura y el más macarra de los tres dice que va a hacer lo mismo con la Fritz. El tercero en discordia se escandaliza y mosquea, pero ello no detiene al primero. Como tampoco detiene al estudiante, total, ya le había pillado el gusto. Sin embargo, mientras se la zumba, Anna Fritz despierta. Porque no estaba muerta ni de parranda, estaba catatónica. ¡¿Y ahora qué?!. No pueden avisar a nadie porque la mujer explicará lo de la necrofilia. Pero el tercero en discordia sí quiere dar la noticia, lo que dará pie al primero de los varios conflictos con consecuencias tremendas de este thriller de producción eminentemente catalana.
Nadie puede decir que "El cadáver de Anna Fritz" no cuente una historia que mola. De hecho, el guión está bastante bien desarrollado y, a fin de cuentas, entretiene un rato, lo que es mérito si tenemos en cuenta que el 90% de ella ocurre en un único escenario y con cuatro personajes.
Sin embargo, y a pesar de sus innegables aspectos positivos, da la sensación de que la peli no termina de sacar todo el jugo que podría a semejante trama. Algo falla. Es sosica. No tiene suspense, no es inquietante, ni impacta cuando debe. ¿Serán los actores, será el director, será la música, tal y como dijo mi pareja? ¿o serán meros prejuicios?. I don´t know. "El cadáver de Anna Fritz" podría haber sido un peliculón y se queda una peliculita maja... lo que, tal y como está el patio, ¡tampoco es tan malo, copón!.