Sin embargo, la primera vez que tengo constancia del
personaje es con esta película del popular Jean Image, Franchute que lo petó en
los cines de medio mundo en los años 70 con su adaptación animada de “Aladino y
la Lampara maravillosa” y que también lo hizo con la que nos ocupa, la cual vi
siendo un tierno infante en mi adorado cine Benares, al cual me llevaron mis
padres, cuando se estrenó bajo el título de “Las Fabulosas aventuras del Barón
Fantástico”. Unos años más tarde, apareció en formato domestico directo a
alquiler, con el título que nos ocupa, incomprensiblemente. Quizás, por equis
cuestiones, el Barón de Munchausen en un par de años se hizo popular entre la
niñería de la época por, váyanse ustedes a saber por qué, y decidieron
cambiarle el título.
El caso es que recordaba muchas escenas de esta película que
me marcaron, recordaba sobretodo la canción que se marcan a mitad de metraje el
Barón y sus reclutas y recordaba lo felíz que era de niño viendo películas, ya
fueran estas de animación o de imagen real, e incluso se me humedecieron los
ojos al ver los títulos de crédito de pura emoción. La nostalgia y la mediana
edad, amigos. Casan estupendamente.
La peli cuenta como el Barón tiene que llevarle al Pachá de
no se donde un regalo muy especial, y por el camino irá soteando los peligros
que se le presentan, acompañado de una banda de freaks con deformidades –y dones que acompañan a esas deformidades- viviendo
una serie de inolvidables aventuras.
Y la verdad, como ejercicio nostálgico que es el volver a
verla, funciona perfectamente, pero como película…¡menuda porquería! Y es que,
es cierto que Jean Image tenía una gran inventiva y hacía unas adaptaciones muy
bien desarrolladas, pero su animación es tosca y fea, cutre y salchichera, si
bien al argumento le cuesta avanzar, quizás consecuencia de ser una película
infantil en la que el paso del tiempo ha hecho especial mella. Vamos, que Image
no es Disney.
Una vez inmerso en la película, tras liberarse del ataque de
nostalgia, lo cierto es que la película es un soberano aburrimiento, que si
bien de niño me entusiasmaba, dudo mucho que a día de hoy ningún niño pudiera
disfrutar de este producto.
La película en su momento fue un gran éxito por todo el
mundo. En España congregó a 27.000 espectadores –no demasiado- y se convirtió
en un clásico de las secciones infantiles de los videoclubes. De hecho, cuenta
con una secuela directa, todavía más peñazo que esta, titulada “El barón de
Munchausen y el secreto de los Selenitas” que ya se estrenaría directamente en
vídeo, y que supondría el último largometraje en la carrera de Jean Image.
Una pena que sea tan mala, pero ¡Ahí queda!