En su momento supuso la confirmación de Jim Carrey como estrella. El descubrimiento de Cameron Diaz. Y, desde luego, la definitiva integración de Chuck (firmando Charles) Russell en el mainstream... lástima que no le supo sacar partido.
Vi "La Máscara" en su pase por el Festival de Sitges. Aquella noche iba con tantas prisas que compré el billete pero olvidé validarlo. A mitad de camino, subió el revisor, me lo pidió y al entender que no había malicia en mi descuido me dijo "Bájate en la próxima estación, picas y esperas al siguiente". No tuve más remedio que obedecer, aunque ello supusiera llegar tarde al pase de "La Máscara".
Encima, eran ya los tiempos en los que lo más notorio del festival se celebraba en el Melià, un cine enorme y muy moderno que... en fin, estaba a las afueras del hermoso pueblo. Ya suelen fletar autobuses del mismo a la estación y viceversa para que la peña no se deje la salud en el generoso camino. Pero cuando llegué era ya demasiado tarde y no había transporte alguno, dicho de otro modo, tuve que subir a pata y a la velocidad de la luz. Aterricé jadeante y dolorido justo unos minutos antes de que se cerraran las luces.
¿Valió la pena todo el drama?, pues en su momento sí, ciertamente. Me reí muchísimo con "La Máscara". Yo y la mayoría de la muy numerosa audiencia. Luego se estrenó, fue todo un éxito, generó dibujos animados y una secuela horrible de la que nadie se acuerda (como nadie se acuerda que la peli de Russell está basada muy de aquella manera en un comic). Pasado un tiempo la vería más veces, y a cada nuevo deglutamiento menos me reía y menos me gustaba. Supongo que es un film destinado a envejecer mal. No sé, tal vez la revise algún día y ya les diré.
De momento, y usando la clásica coletilla en estos casos, les dejo los fotocromos, incompletos me temo.