Resulta muy duro tras ver los cortometrajes de la factoría
Fleischer, e incluso los posteriores, incluídos los de Hanna – Barbera, ver un
mediometaje como este, que no solo es que tenga una animación de lo más cutre y
fea, sino que hace gala de una falta de originalidad abrumadora, así como la
incorrección política implícita en todo Popeye aquí brilla por su ausencia,
hasta tal punto que Popeye y Brutus, son amigos.
El argumento es tan soso, como que Popeye, junto a su amigo
Brutus, Olivia y Cocoliso, se echan a la mar en busca del padre de Popeye que
ha desaparecido, por lo que tendrán que sotear los peligros y los órdagos que
les echa la malvada bruja del mar. Así de complicado.
Un absoluto mierdote a todos los niveles y una falta de
respeto para los personajes creados por Segar, máxime cuando un producto que
requería un mínimo de cariño y de dinero en la producción, está realizado de la
manera más económica posible, y sin ganas, por una panda de ineptos. Por otro
lado, como la película está destinada al
público con menos criterio que existe, que son los niños, eso les sirve
como excusa para cometer el crimen que han cometido. Porque, es que estéticas o
tipos de animación aparte, esto es un
aburrimiento solemne, cosa que no fue Popeye, ni tan siquiera en aquella serie
tan mala que fue “Popeye y su hijo” a finales de los ochenta y los albores de
los noventa.
Dando la voz a Popeye, tenemos a Billy West, reputado actor
de doblaje que, surgido de la radio, del staff de los programas de Howard
Stern, admite que esta película fue el trabajo más duro de su carrera, porque
hacer de Popeye y que le quedara bien, le dejó la garganta bien jodida, para
que luego el resultado final del especial 75 aniversario, fuera esta porquería.
Un asesinato, eso es lo que es esta peli.