No entraba en mis intereses cuando esta película era
novedad, pero si recuerdo haberla visto. Sin embargo, enfrentarme a ella a esta
edad ha supesto un revulsivo en el sentido de que, creyendo que a mis 40 palos
me gustaría, me ha parecido no solo una película aburrida, mal contada, lenta y
carente de interés, sino además, mal hecha.
Supongo que la delicadeza con la que nos cuenta todo en 1983
sería de recibo, pero en pleno 2017, con todo lo que ya hemos visto, esto me ha
resultado de lo más insulso y de manual.
Una tragicomedia que contándonos eventos intrascendentes de
la vida cotidiana, bien podía ser una consecuencia del neo-realismo, eso si,
neorrealismo disfrazado con vestidos, sombreros, collares y pulseras made in
Hollywood, con los que es bastante difícil identificarse en modo alguno, si es
lo que buscamos. Y si lo que buscamos es entretenernos, sin más, me temo que el
tiempo se ha follado al tempo –valga la redundancia-. Es un coñazo que quizás a
nuestras madres les funcionaría, pero a las madres de hoy, no se yo que
decirles.
En cualquier caso, la sinopsis cabe en un par de lineas.
Basada en la novela del mismo título de Larry McMurty, el debut en la dirección
del , por otro lado, prestigioso guionista James L. Brooks, cuenta las
relaciones familiares de una madre y una hija durante un periodo comprendido en
unos 20 años. Las alegrías y las tristezas se van sucediendo por parte de
ambas; la hija no hace más que parir, la madre se folla a un astronauta
retirado y al final nos cuelan un evento para que todas las señoras lloren a
moco tendido. Insisto, en su momento, esto llegaría al alma, a día de hoy, nos
quedamos tan panchos con ese final que, obvio, no desvelaré.
La película, fue un fenómeno social y un saco de Oscars,
llevandose el de mejor director, mejor película, actor secundario para Jack Nicholson, actriz principal para Shirley McLaine y mejor guion adaptado.
“En Hollywood no conceden el premio al más gilipollas” fue
la frase que soltó Burt Reynolds al ver el éxito de la película. James L.
Brooks, había escrito el papel de Garret Breedlove, el astrounauta al que da
vida Nicholson, pensando en él. Sin embargo lo rechazó porque prefirió irse a
rodar una estupidez mayúscula sin ninguna trascendencia como fue “As de
plumas”, uno de los grandes fracasos de su carrera. ¿Cuanto habría cambiado la carrera de Reynolds de haberse decidido por
“La fuerza del cariño”? nunca lo sabremos, pero él se estuvo dando cabezazos
contra la pared mogollón de años.
Por otro lado, sonadas fueron las disputas en el set entre
la McLaine y la otra protagonista, Debra Winger, maravillosa, estupenda y muy
de moda en aquellos años. Por lo visto, el divismo de las dos estrellas las
llevó a tener momentos de mucha tensión en el plató. En alardes de divismo, se pisaban
con morcillas la una a la otra en las
escenas de mayor calado, llegando al insulto en algún momento debido a los
celos y el narcisismo. L. Brooks, en una entrevista declaró que raro era el día
que no estaba tenso trabajando con las actrices, y que en muchos momentos le
hubiera gustado arrancarles la cabeza a las dos divas, pero que, una vez visto
el resultado final de la película y ver lo increíbles que estaban en ella, ese
resultado brillante (según él), justificaba todas las excentricidades de las
dos niñas mimadas.
Sin embargo, cuenta también que Jack Nicholson, sus excesos
y sus energías, ponían las pilas en el rodaje: Tenía siempre el guion consigo,
y de vez en cuando le echaba un ojo haciendo ver que lo estudiaba. Pero una vez dada la voz de acción,
Nicholson hacía exactamente lo que le salía de los cojones. Unas veces estaba
magistral, otras se pasaba en histrionismo, pero sin duda, siempre aportaba
algo en la película. Nicholson sin embargo, se llevó muy bien durante el rodaje
con la McLaine, quien aseguró que estaba loco y que cuando le tocaba actuar con
él, no sabía lo que iba a pasar, lo cual beneficiaba a la interrelación de
ambos, y destaca la escena en la que van conduciendo con los pies en el
volante, sobre la arena de la playa, y
él, sale disparado tras un frenazo, al agua. En el guión ella se
acercaba a él y este le besaba apasionadamente. Sin embargo, lo que Nicholson
hizo, fue besarla y agarrarla una teta por dentro del vestido, cosa esta que la
actriz no se esperaba en absoluto; lo que se ve en la película es real, la
metida de mano, y posterior enfado de ella. Y así quedó una de las escenas más
memorables del film. No es más que una ida de olla de Jack Nicholson. Muy bien
traída, eso si.
La película en españa fue un éxito, como en el resto del
mundo, pero moderado con su 1.600.000 espectadores. Sin embargo, en un pase
televisivo que se le dedicó a la película, la vieron caso 8 millones de
personas nada menos. Uno de los hits de televisión Española a finales de los
ochenta.
James L. Brooks, no se prodigó mucho dirigiendo, apenas
dirigió seis películas, muchas de ellas en busca de nuevos Oscars,
consiguiendolo con “Mejor…Imposible”, o recibiendo críticas nefastas con
“Spanglish” al servicio de ¡Adam Sandler! Y con una Paz Vega a la que, como
siempre, da penita verla actuar. “Al filo de la noticia” sería su siguiente
película, y “¿Cómo sabes si?” la última
hasta la fecha, siendo la más popular de su carrera, sin duda, “La fuerza del
cariño”.
14 años después, en plenos 90, la película tuvo su secuela,
“La fuerza del cariño: La historia continúa”, que resultó ser lo opuesto a
esta. Y en España pasó casi inadvertida acumulando un total de 64.000
espectadores.