“Circus Kane”, se adapta a los tiempos que corren como polla
al culo y otroga protagonismo a un grupo de famosos de Internet relacionados
con el mundo del cine de terror; así tenemos prestigiosos bloggers, youtubers,
una Scream Queen o el equivalente a un especulador coleccionista de
“Todocolección”. Por otro lado tenemos a un antiguo “performancer”, Baltazhar
Kane, que aparece de la nada mandando a todos estos pringadillos una
invitación, por lo que reúne a todos ellos en un mismo lugar y allí, en una especie de mansión de los
horrores, les propone el siguiente juego:
Quién quiera, puede marcharse voluntariamente si no puede resistirlo,
pero el que consiga pasar la noche esquivando los horrores (sin morir) que allí
acontecerán saldrá de allí 250.000 dólares más rico. Los famosillos de Internet
se toman el asunto a chufla porque el tal Kane era famoso con su espectáculo en
los 80 e intentarán pasar allí la noche, por lo que irán muriendo todos de la
forma más variopinta.
“Circus Kane”, al margen de la estrategia comercial que la
emparienta con otra cinto de éxito, es una mierdecilla, por supuesto, pero por
suerte, y quizás sea porque de casta le viene al galgo, está infinitamente más
entretenida que cualquier título directo a vídeo o plataformas digitales de los
que nos llegan ahora, lo cual es un soplo de aire fresco. Parte de toda esta
diversión viene dada gracias a las ingentes cantidades de casquería, ya cada
vez menos habituales en cualquier película.
Por otro lado, agradezco esa tendencia cada vez más formal a
despojar de humor las cintas de terror, por chabacano que sea este.
Se puede ver perfectamente. Además, que toda la parafernalia
circense, así como los monstruitos que se encargarán de ir dando cuenta de los
odiosos protagonistas (concebidos para ser masacrados) son de lo más chanantes.
El reparto es una cosa cuando menos curiosa; tenemos como
principal protagonista a Jonathan Lipnicki, cuyo nombre les sonará de sobra
pero al cual no ubicarán; se trata del
niño gafado y rubiales de “Stuart Little” o “Jerry McGuire”. El muchacho a
crecido y ha pasado del más brillante mainstream a la costrosa y barata serie B
videoclubera, como no podía ser de otra forma. Por el mainstream, también, ha
paseado su trasero, siempre en roles secundarios Mark Christopher Lawrence, el
negro cuya cara nos es familiar, como también tonteó con el mainstream, casi en
calidad de extra Ted Conte, que tenía un papel sin acreditar en “El silencio de los corderos” para luego
acomodarse en mierdecillas intrascendente de este estilo. Destaco a Conte por
dos motivos; su rol en la película, su sobreactuación y su personaje, crispan
al espectador, cae mal, cae gordo, dan ganas de que muera el primero (se trata
del tipo con la camiseta de “Hollywood Chainsaw Hookers”). Y cae mal, porque lo
que estamos viendo, física e interpretativamente a un clon de Robert DowneyJr., o mejor dicho, de Tony Stark. El ver como intenta quedar por encima de sus
partenaires con chascarrillos de escasa gracia y caritas de tío “cool” pone a
uno de lo más nervioso.
Por otro lado, en un rol casi anecdótico, y también como
guiño al fan, tenemos a un, ya muy mayor, Richard Moll, (“House, una casa alucinante”, “Noche en el tren del terror”) que se antoja una presencia del
todo entrañable.
En definitiva, que no pasa nada porque pasemos un ratillo
viendola.