Producida por José Frade, Yagüe guarda nefasto recuerdo de
la película, y culpa a su producción de que él decidiera abandonar el mundo del
cine, cosa que cumplió tras esta película, con creces.
Cuenta la historia de un opulento político del Opus, que
tras haber hecho voto de castidad con respecto a su mujer, se hecha una
querida. Con el fin de poder tener esta a mano, obliga a su chofer a que se
case con ella, y los instala en un pisito por el que de vez en cuando se
pasará, con el fin de echarle un caliqueño a la mujer de su empleado.
La cosa se complica, cuando los recién casados, gracias a la
convivencia, acaban enamorándose el uno del otro.
Puro destape de la época en la que era lo que primaba en
taquilla.
Yagüe, detesta esta película y la tilda de la peor que
realizó, sin embargo yo creo que no se trata de una de las peores películas que
nos ofreció en género en la época de los 80. Rodada con poco dinero, recursos
ajustados al máximo (predomina el plano secuencia y las conversaciones a un
único plano medio) y rodada casi en su totalidad en interiores, Yagüe supo
sacar partido al guion del mítico Juan José Alonso Millán —según Yagüe, un
guion espantoso— y llevar a buen puerto una comedia sin más pretensiones que
adaptarse a la corriente imperante de aquellos días.
Contaba Yagüe en la entrevista que le hice —incluida como
contenido extra en el DVD de “Los Escondites”— que tuvo que lidiar con un José Frade
despótico que le mandaba llamar a su despacho y le recibía con los pies sobre
la mesa, fumando un enorme puro, para decirle que en esa misma alfombra en la
que Yagüe estaba de pie, otros directores se habían arrodillado suplicándole
otra película. Yagüe, visto el percal, se limito a cumplir con su trabajo tal y
como quería Frade, para luego desentenderse de la película.
Alfredo Landa, que ya había ganado una palma de oro y había
realizado trabajos más prestigiosos, tuvo que volver al “Landismo”, precisamente
porque Frade tenía un contrato que le unía a su productora durante tres
películas más, así que, este tuvo que
volver a quedarse en calzoncillos en una película, aunque, según Yagúe, “este
estaba encantado de quedarse en calzoncillos”. Por lo visto Landa era una
estrella caprichosa y megalómana, que no quería ceñirse a un guión que había
que cumplir de manera férrea y que le trajo algún que otro quebradero de cabeza
a su director, que no logró hacer entrar en razón al divo. Solo Frade, intuimos
que a golpe de talón, lo consiguió.
Por otro lado, la dinamita acabó de estallar el día que,
promocionando la película, Jesús Yagüe tuvo que ir a un programa de televisión
a presentar su inminente estreno, y siendo honesto consigo mismo, dijo en
televisión que la película era una soberana porquería, lo que propició su
ruptura laboral con Frade y, por voluntad propia, el abandono de la profesión
de dirección de cine: “Qué los aguante su padre”, debió pensar.
Por lo demás, ya les digo que a mí “Préstame tu mujer” no me
parece ni tan mal, está entretenida, cutrecilla, pero con momentos divertidos.
Eso si, no deja de ser una españolada más, adscrita al destape, y del montón.
Junto a Alfredo Landa, tenemos a Juan Luis Galiardo, Norma
Duval, Concha Cuetos y Manuel Alexandre. Ninguno está especialmente memorable.
No fue mal en taquilla, casi 600.000 espectadores. Era lo
que se estilaba.